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Opinión

El divorcio y la violencia filio-parental

Una reflexión sobre cómo los niños pueden acabar siendo víctimas de los procesos de divorcio
Verónica Rey
Por Verónica Rey

El chantaje emocional usando a los niños como arma es algo muy serio, pero no lo es menos que el usar el chantaje emocional hacia los propios hijos.

Seguramente los padres que usan a un niño como arma ya los habían chantajeado muchas veces antes de llegar a esto, pero, egoístas, los adultos solamente son capaces de reconocer el chantaje si la víctima es un adulto y minimizan la violencia emocional cuando la víctima directa es el niño.

El chantaje emocional ocurre en todas las relaciones humanas. Los padres, los abuelos y los educadores lo utilizan contra los niños y los niños lo pueden aprender de ellos. También los adultos lo usan unos contra otros y la manera más dañina para los niños es cuando unos padres lo utilizan entre ellos o lo usan para dañar al otro progenitor, tanto si son pareja como si ya no lo son.

Desvalorizar e insultar al otro progenitor en presencia del hijo, tratando cuestiones de pareja que nada tienen que ver con el vínculo con los hijos. Implicar al propio entorno familiar y a los amigos para que ataquen al ex cónyuge. Subestimar o ridiculizar los sentimientos del niño hacia su madre. Influir en los niños con mentiras sobre el otro progenitor al límite de generar miedo en el niño. Todo esto son formas de chantaje.

En todos estos casos, los niños, incluso los que incorporan esta forma de relación hacia los adultos o hacia sus amigos, son víctimas, si lo reciben, por recibirlo, si lo usan, porque han sido seguramente chantajeados y han asimilado esta práctica como normal y aceptable, ya que si lo hacen sus padres no puede estar mal. Chantajear emocionalmente a un niño es igual, o más grave, que chantajear emocionalmente a un adulto. La edad de la víctima o la autoridad del progenitor no invalida el hecho de que el chantaje emocional es una manipulación y una forma de violencia emocional.

El que las amenazas no se cumplan, puesto que el niño, inocente, no lo sabe, no hace tampoco más leve el chantaje. Si un niño cree que su madre le dejará de querer si no deja de llorar, el chantaje es real y el niño, dominado por el miedo, dejará de llorar para no perder el amor de su madre o del padre.

Manipular a un hijo nunca es aceptable.

Verónica Rey
Verónica Rey
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Directora del centro In&Out Psicología. Cuesta de la Unión N3 1c (A Coruña). Licenciada en psicología por la universidad de Santiago de Compostela con 14 años de experiencia profesional. Psicóloga especialista en infantes y adolescentes, adultos y terapia de pareja. Máster en psicología congnitivo-conductual y Terapia Breve estratégica. Terapeuta del Programa de Violencia de Género del colegio de psicólogos de Galicia.