El Español
Quincemil
Cultura
|
Conoce Vigo

Polémica, el Jonathan y pamelas en Vigo: así fue Karina Falagan, "alcaldesa del Atlántico"

Leonesa de nacimiento pero viguesa de adopción, la empresaria dejó un rastro de anécdotas inolvidables en la ciudad, además de regentar uno de los locales más emblemáticos de la playa de Samil
Karina Falagan posando con el Jonathan detrás.
Foto cedida por Carlos Leiro
Karina Falagan posando con el Jonathan detrás.
Ofrecido por:

El que hoy es el Marina Cíes Beach Club, que abrió sus puertas en el verano de 2015, había sido hasta pocos años antes el Jonathan, un bar-restaurante icónico para la ciudad y para Samil, especialmente por quién estuvo regentado durante 35 años. "La alcaldesa del Atántico", "la musa de Fraga" o "la Mata Hari de la Valduerna" son varios de los muchos sobrenombres con los que se conoció a lo largo de su vida a Caridad Fálagan García, más conocida como Karina Falagan, una mujer acomodada en el escándalo, muchas veces buscado, y en enormes pamelas durante varias décadas en Vigo.

Nació en 1946 en Castrotierra de la Valduerna, una pedanía del municipio de Riego de la Vega, en la provincia de León, pero fue emigrante en Londres, América y París, como cuenta en el libro de la periodista Pilar Eyre, Mujeres. Veinte años después, "hasta que desembarqué en Galicia y, la verdad, me ha perseguido el escándalo. O lo he buscado". Mujer de carácter y polémica, su condición de madre soltera en la época ya provocó cierto revuelo en la ciudad; además, fue propietaria del Lady Hamiton, el que dicen que fue el primer bar de alterne de la ciudad, pero que Karina define en el mismo libro como "era un bar de señoritas, con señoritas impresionantes de camareras, extranjeras, modelos, estudiantes".

Fotografías de Karina Falagan de joven. Fotos: Cedidas por Carlos Leiro

El Jonathan, un local con personalidad propia

En el 1976, de la mano del alcalde de la época, Joaquín García Picher, Karina obtuvo la concesión de construcción y explotación de un local en la playa de Samil, al que llamó Jonathan L. Seagull y que se convirtió en todo un icono de la playa, especialmente en las dos décadas siguientes. "El Jonathan", como era popularmente conocido, se llamó así por la novela Juan Salvador Gaviota (Jonathan Livingston Seagull, su título en inglés), del escritor americano Richard Bach, con quien Karina aseguraba haber tenido un romance.

Este local, de difícil acotación, era un pub, bar, cafetería y restaurante, que se hizo muy popular por, entre otras cosas, su espectáculo nocturno por el que pasaron Sara Montiel, con la que entabló una gran amistad, Rocío Dúrcal, Chabela Vargas, Alaska o Julio Iglesias. Durante el día, el espectáculo estaba en la arena, cuando Falagan ponía en marcha un concurso de castillos de arena que citaba a miles de vigueses para hacer figuras en el arenal de Samil y que, por lo general, contaba con cuantiosos premios.

Pero la figura de Karina Falagan va más allá de su negocio, ya que su personalidad, llamativa y polémica, dejó un reguero de anécdotas no solo a nivel local, sino también autonómico y nacional. De hecho, su fallecimiento a finales del mes de mayo de 2013 a los 67 años, tras varios días ingresada en el hospital de Fátima por complicaciones del cáncer que padecía, fue noticia en todo el país, recogida por medios nacionales.

Unas cafeteras con doble sentido

Y es que la leonesa afincada en Vigo era, entre otras cosas, la representante de una marca de cafeteras cuyo nombre en Galicia tenía un significado muy concreto: las cafeteras Cona, lo cual le daba pie para hacer todo tipo de comentarios con doble sentido, tanto a hombres como a mujeres. A ellas, que si les funcionaba bien y si la usaban mucho y a ellos, que si querían probarla.

Su estrategia de marketing iba más allá. Siempre vestida de manera llamativa, con pamelas y gafas de sol, logró entregarle su cafetera al mismísimo Julio Iglesias y al que era presidente de la Xunta, Manuel Fraga. Y es que con este último, compartía una buena relación: Karina era del Partido Popular y la conocían como la "musa del fraguismo". Afiliada a los populares, entre sus amistades se contaban políticos como Mantilla o Manuel Pérez, pero su personalidad conquistó también al otro lado de la política, la izquierda.

Su presencia en las convenciones con Fraga al frente eran innegociables, y hasta le plantó dos besos en la cara a José María Aznar en una realizada en el Teatro Fraga sin él saber bien de dónde había salido aquella impulsiva mujer.

Carlos Leiro, uno de sus amigos y que ahora dispone del archivo fotográfico personal de Karina y que ha cedido a Treintayseis para ilustrar este reportaje, destaca una anécdota que refleja cómo era ella; en una recepción oficial con Fraga, Cuíña y Manuel Pérez, introdujo a una de las vendedoras ambulantes de Samil vestida y enjoyada por ella misma y la presentó como una de las mujeres de un dirigente africano. Nadie dudó de que era cierto y la trataron a cuerpo de reina toda la noche. Además, Leiro recuerda, como un reflejo de su "gran corazón", cómo invitaba a todos aquellos vendedores ambulantes a una cena al final de cada verano.

"Se me cruzó el cable"

Más impactante fue otro de sus momentos más mediáticos. En julio de 1993, se presentó en la cafetería del Parlamento gallego y abofeteó a la diputada socialista Rosa Miguélez después de que esta afirmase, dos años antes, que el Partido Popular tenía entre sus militantes a "prostitutas como Karina Falagan". La Cámara autonómica pidió seis años y un día de cárcel mientras Fiscalía solicitaba 60.000 pesetas de multa y 30.000 de indemnización.

En el juicio celebrado en A Coruña en febrero del 95, llegó tras dos años en los que la empresaria se fue desligando poco a poco del Partido Popular, dándose de baja como militante al tiempo que el partido le abría un expediente por su comportamiento. Al juicio no acudió ningún representante popular, tratando de evitar la foto, y Karina dejó perlas en su declaración: "Se me cruzó el cable y, como gesticulo mucho, se me fue la mano. Parece que le cayó una oblea jacobea. Pero no quise darle, porque si quisiera, con la fuerza que tengo...", recogía El País en su crónica, donde se destacaba que la empresaria tenía el brazo escayolado en el momento de la agresión. Finalmente, la Audiencia de A Coruña resolvió imponiéndole una multa de 60.000 pesetas, es decir, 360 euros.

Karina Falgan en varias fotografías de su archivo personal. Fotos: Cedidas por Carlos Leiro

A debate en 'Moros y Cristianos'

Lo más curioso que regala Google en una búsqueda somera del nombre de Karina Falagan es que aparece recogido en la web Internet Movie Data Base, Imdb, destinada a desgranar datos de todo tipo de películas, series y programas de televisión. Y es que la "alcaldesa del Atlántico" llevó su popularidad más allá de Vigo y del Jonathan y se coló en la pequeña pantalla, concretamente en el programa de Telecinco Moros y Cristianos, una suerte de debate con Javier Sardá, primero, antes de ponerse al mando de Crónicas Marcianas, y después Jordi González como maestros de ceremonias.

Por aquel escenario, además de Karina Falagan, pasaron contertulios como Javier Nart, Juan Adriansens, Ramoncín, Lucía Etxeberría o Pepe Sancho, además de personajes del underground televisivo de máxima audiencia, como Aramís Fuster o el Padre Apeles. Precisamente, estos dos últimos, acaloradamente enfrentados en el programa, fueron uno de los reclamos para el concurso de castillos de arena de 1997, además de otro de los habituales de Moros y Cristianos, el humorista Mariano Mariano.

Curiosa, también, es la figura que lanzó Sargadelos de Karina Falagan, de la que aún se pueden encontrar unidades a la venta, tanto en webs de coleccionistas como en la de algunas joyerías; en este último caso, por un precio rebajado de 116 a 89,50 euros.

Celtista acérrima, Falagan siempre denunció una mano negra que la perseguía a ella y a su negocio, llegando a ofrecer el local a la Xunta para ella escaparse a Australia. Lo cierto es que, con su fallecimiento en 2013, tres años antes de rematar la concesión que le permitió montar el Jonathan, aceleró el proceso de olvido del local, que en julio de 2015 reabría sus puertas ya con otra piel, mirando más a los locales ibicencos que al que había sido su predecesor.

Pero la memoria de la ciudad y de varias generaciones no olvida que Samil fue, durante más de 30 años, una gran pamela, unas gafas de sol y un carácter ingobernable enfocado por la luz de la polémica.

Cultura