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Os Pendellos de Agolada, el vivo reflejo de un mercado medieval y tradicional en Galicia

Declarado Conjunto Histórico-Artístico en el año 1985, desde el siglo XVIII este mercado popular se posicionó como un importante punto de encuentro de artesanos, comerciantes y viajeros de toda Galicia
Os Pendellos de Agolada.
Turismo de Galicia
Os Pendellos de Agolada.

En el norte de la provincia de Pontevedra, enmarcado en la comarca do Deza, se encuentra un territorio que históricamente ha sido punto de encuentro de artesanos, comerciantes y viajeros de toda Galicia, e incluso de más allá de la geografía gallega. Hablamos de Agolada, un municipio que ha desarrollado gran parte de su actividad económica y social en torno a su famoso mercado, celebrado tradicionalmente el día 12 de cada mes. El recinto ferial original es conocido como Os Pendellos y está formado por varias construcciones en piedra datadas del siglo XVIII, utilizadas por los feriantes desde su origen para reguardarse, realizar las ventas y compras ―también el ritual del trueque― o custodiar las caballerías y el ganado, entre otras funciones. 

En la actualidad, Os Pendellos de Agolada conforman un importante ejemplo del patrimonio arquitectónico tradicional y etnográfico para la localidad pontevedresa, y de hecho, fueron declarados Conjunto Histórico-Artístico ya en el año 1985. Además, este mercado popular es uno de los pocos de toda Europa que ha llegado (casi) intacto hasta nuestros días, por lo que una escapada al lugar permite a sus visitantes hacerse una visión bastante completa de la forma de vida durante estas épocas pasadas. Con todo, y aunque varias de las construcciones han sido rehabilitadas en las últimas décadas, otras tantas se encuentran a merced del tiempo y el abandono, esperando recuperar el esplendor que en su día tuvo uno de los mercados medievales más emblemáticos de Galicia.

Curiosidades e historia

Os Pendellos de Agolada. Foto: Turismo Rías Baixas


Desde el siglo XVIII, las ferias de artesanía y ganado han jugado un papel fundamental en el desarrollo de los pequeños pueblos y ciudades gallegas. De hecho, era muy habitual que los ganaderos y agricultores de la población rural intercambiaran sus pocos excedentes por productos, alimentos y materiales de la industria artesana o necesarios para el hogar. Esta escena típica se reprodujo en mercados tradicionales como el de Os Pendellos de Agolada durante más de dos siglos, en un espacio donde los compradores podían encontrar desde comercio de ganado, herramientas y otros útiles de trabajo, a productos agrícolas y textiles entre otros.

El origen del mercado popular de Agolada hunde sus raíces en 1569, concretamente en una antigua posada-taberna conocida por aquel entonces como Posada de Agualevada. Según la cronología de la historia, a finales del siglo XVIII se realizaba una feria de ganado en las estribaciones del Monte Farelo, que con fecha de 1788 sería trasladada a este punto en el término de Agolada. Entre los arreglos de dicha feria se estableció la construcción de un recinto amurallado para albergar el mercado de ganado, así como la construcción de los ya citados pendellos para resguardar a los vendedores y sus mercancías. También se llegaron a plantar en su día más de 60 robles para dotar de sombra y cobijo a los feriantes y compradores del espacio.

Os Pendellos de Agolada. Foto. Turismo de Galicia

El éxito del recinto ferial de Os Pendellos se prolongaría hasta principios de 1970, coincidiendo con una época en la que el núcleo urbano de Agolada empezaba a crecer. El abandono y desuso del espacio provocó que una buena parte de su conjunto fuese derribado para construir viviendas en su lugar. Sin ir más lejos, a finales de esa misma década se llegaron a demoler cerca de 11 pendellos para levantar el ayuntamiento.  Ya en 1985, con el principal objetivo de preservar uno de los emblemas histórico-patrimoniales más importantes de la comarca do Deza, el mercado popular fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. De hecho, el espacio llegó a ser rehabilitado en el año 2008, si bien en la actualidad se encuentra en un estado bastante precario: con los pendellos reformados cerrados y en desuso en tanto que el resto espera su puesta a punto mientras se caen a pedazos.

Pendellos y sus tipos

En Galicia, los pendellos se presentan como unas construcciones sencillas y funcionales ―sin demasiada ornamentación ni grandes elementos arquitectónicos― que se adosaban a las casas de los campesinos y que tenían diversos usos según el tipo de edificación. Esto podía ser como almacenes privados (alpendre, alboio…), caballerizas e incluso con otros fines económicos en estos antiguos mercados. Así, de forma general podemos diferenciar, según su tipología y características, entre: pendellos de exposición, pendellos comerdor, pendellos posada o pendellos casetas-almacén.  

Os Pendellos de Agolada. Foto: Turismo Rías Baixas

El pendello expositor era uno de los más clásicos y representativos del conjunto, construido a partir de un muro trasero y unos pilares monolíticos que conferían altura y nivelaban los tejaos. Entre los pilares y la pared se extendía un muro de mediana altura que servía a los feriantes para mostrar sus mercancías y almacenarlas. Estos pendellos solían ser propiedad de particulares que los alquilaban a los comerciantes durante las jornadas de ferias. Sin embargo, los pendellos de mayor dimensión del recinto de Agolada eran aquellos destinados al comedor y de los que aún quedan seis en pie (aunque con elementos alterados). La edificación solía disponer de grandes ventanas con celosía de barrotes que permitían la entrada de luz y ventilación; y ya en su interior, existían mesas y bancadas fijas construidas con madera de pino. 

En el recinto de Os Pendellos de Agolada también podemos encontrar varias edificaciones utilizadas como pequeñas casetas-almacén durante los días de mercado. Dependiendo del propietario, estas servían para guardar el ganado, la mercancía dispuesta para la venta o incluso las compras que se iban haciendo a lo largo del día antes de volver a su casa. Algunas de estos pendellos incluso disponían de zona de cocina y un cuarto para dormir, pues había feriantes que venían en las vísperas y pernoctaban hasta el día siguiente del mercado.

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