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MUVI, el museo de Cangas (Pontevedra) que pone en valor el videojuego

Ha sido la primera exposición permanente de este tipo creada en Galicia y en España y presenta los videojuegos como una expresión cultural como el cine o la música
Sala del Museo do Videoxogo de Cangas.
MUVI
Sala del Museo do Videoxogo de Cangas.
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Acercar a todo el mundo la experiencia de juego original. Bajo esta premisa, el 2 de febrero de 2019 nacía en Cangas, en el número 10 de la calle Andalucía, el MUVI, el Museo do Videoxogo. Esta ha sido la primera exposición permanente de este tipo creada en Galicia y en España y que ha superado todos los obstáculos, pandemia mundial incluida, para presentar a los videojuegos como una expresión cultural como el cine o la música.

Así lo atestiguan más de 150 videoconsolas, ordenadores y microordenadores y más de 2.330 videojuegos, tanto en formato físico como digital. Una colección que, cuando abrió el museo, rondaba los 80.000 euros en valoración del material expuesto. En dos años, ha aumentado el 10%, alentado por donaciones de particulares, que se han sumado a una recopilación que abarca desde los años 70 hasta la actualidad.

Dos hermanos tienen la culpa de que el videojuego haya encontrado un hogar en Cangas; Jacobo y Galo Martínez, cofundadores del MUVI, se propusieron sacar adelante un proyecto que, casi dos años y medio después, continúa dando pasos para su consolidación definitiva. El próximo, el que ha derivado de las conversaciones con el Concello de Cangas para que el museo permanezca abierto al público de manera regular y gratuita todos los fines de semana.

Super Famicom Naizou TV 21G-SF1, ZX Spectrum y PlayStation 5 en el MUVI

Otro paso importante fue la creación de la Fundación Museo do Videoxogo de Galicia y el reconocimiento como Fundación de Interese Galego de la Consellería de Cultura e Turismo, que lograban el pasado julio, hace casi un año. Un hito que tiene como objetivo la gestión integral del MUVI y las actividades divulgativas canalizadas a través de la Fundación, un espaldarazo más para poner en valor el videojuego como un elemento no solo vinculado al ocio, sino también como parte del desarrollo social y cultural de varias generaciones.

A la espera de abrir sus puertas de manera definitiva y regular, el MUVI ha luchado contra el cierre provocado por la pandemia a través de dos líneas principales. Una, la realización de visitas concertadas previamente. La última, del IES Alexandre Bóveda de Vigo, que acercó a los alumnos de bachillerato a la historia de los videojuegos.

Acercarlo a la ciudadanía

Por otro lado, a través de colaboración con otras entidades. Entre ellas, el Museo Marco de Vigo y la Fundación Carlos Casares en las Jornadas de Videojuegos y Literatura; con la Universidad de A Coruña, para realizar una exposición virtual bajo el título "Mujeres detrás de los videojuegos", que está disponible en su web; y la participación durante tres semanas en la Feria del Libro de Pontevedra con una exposición sobre videojuegos y ecología, que también tiene su versión virtual.

Un formato, el virtual, que está siendo el más habitual para sortear las restricciones derivadas del coronavirus y del que se puede disfrutar también en sus redes sociales, donde comparten todas las actividades que van llevando a cabo, con el fin de que la divulgación de la cultura del videojuego sea lo más completa posible. Aunque estas actividades "a distancia" hacen que se pierda parte de la esencia del MUVI desde su nacimiento: la de una vocación interactiva, con cerca de 25 piezas que se pueden probar, siempre buscando el equilibrio entre la posibilidad de lograr una experiencia total de inmersión en el juego y el cuidado de las piezas de exposición.

https://www.instagram.com/p/COTHy4hiuGp/

Algunas de las piezas más curiosas en su colección son la Magnavox Odyssey, la primera videoconsola de la historia, de 1972; la SG 1000, la primera consola de sobremesa desarrollada por Sega; o la Super Famicom Naizou TV 21G-SF1, una televisión producida por Sharp que incorpora la Super Nintendo japonesa, lanzada en 1990 exclusivamente para el mercado nipón. Una puesta en valor de los videojuegos, una cultura que lleva cuarenta años formando parte de nuestras vidas y que dibuja una postal ideal para conocer cómo ha evolucionado nuestra sociedad desde los años 80 hasta hoy igual que lo hace el cine.

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