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De Japón a Vigo pasando por el Mediterráneo: así es la historia de Matsumi

Propietaria del restaurante Rokuseki con su marido Felipe, llegó a la ciudad en 2016 tras pasar por Malta, Valencia y Barcelona. "El norte de Japón y Galicia son parecidos", reconoce
Matsumi en su restaurante Rokuseki.
Treintayseis
Matsumi en su restaurante Rokuseki.
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El restaurante Rokuseki, la barbacoa de carne japonesa situada en Canceleiro 24, se prepara para el servicio de comidas. Entre el ajetreo de cocina y sala, Natsumi nos recibe detrás de la gran barra, la misma que da cobijo a los clientes que van a degustar la tradición japonesa en sus paladares.

Natsumi Tomita nació en Saitama, a 40 kilómetros al norte de Tokio. Llegó a Vigo en 2016 de la mano de su marido, Felipe Fernández, chef del restaurante y con quien comparte la propiedad del negocio. Pero su historia comienza mucho antes: el día de su 27 cumpleaños se marchó de Japón. Primero, residió en Malta y, desde allí, viajó a Valencia. Todo sin conocer nada de Asia ni nada de Europa y con unas breves estancias en Estados Unidos.

"Yo desde pequeña no estaba muy bien integrada en la cultura japonesa, no encajaba. Me quedé demasiado tiempo allí, pero necesitaba conocer bien la cultura y estuve trabajando en mi país durante 10 años, ahorré y, en cuanto pude, me marché", explica a Treintayseis.

Malta y Valencia en 2008

Llegó a Valencia sin hablar castellano gracias a los amigos que hizo en Malta; allí, trabajó en hostelería sin hablar nada de español y muy poco inglés. Era el año 2008, y la crisis cayó en España como una losa que todavía cuesta quitarse de encima. "No conozco España sin crisis", ríe Natsumi, a la que todos conocen como Nati, "aunque primero en Valencia me llamaban Nacha".

A través de una amiga conoció a Felipe, que vivía en Barcelona, y tras montar juntos un restaurante en la ciudad condal, "la vida y la morriña de Felipe" les acabó trayendo a tierras gallegas con la intención de, entre los dos, montar un nuevo restaurante. "Felipe no vivía en Vigo desde hacía 20 años, no sabíamos cómo podía recibir la ciudad nuestra propuesta, pero queríamos un sitio con mar", explica Natsumi. La elegida fue Baiona, pero los hosteleros de la villa les hicieron cambiar de idea con sus recomendaciones: Vigo era la ciudad adecuada para su proyecto.

Así nació Rokuseki que, desde 2019, ocupa el local actual. Un espacio que mezcla modernidad con tradición. Natsumi señala unos farolillos que eran de su abuela, muestra los amuletos para atraer el dinero, a la vez que presume de dos grandes pantallas led donde se proyectan imágenes de ciudades japonesas.

Llegada a Vigo

Al impacto cultural que ya había sufrido con su llegada a Europa, se sumaba la llegada a una ciudad más pequeña que Valencia y Barcelona, y sin el clima mediterráneo. "El norte de Japón y Galicia son parecidos, la gente es más callada, más conservadora y desconfiada", describe Natsumi, que recuerda entre risas como no le saludaba mucha gente en las zonas más rurales, "parecía que se preguntaban qué hacía esa bruja en el pueblo", y las dificultades iniciales para lograr un alquiler en Vigo. "Lo primero que me preguntaban era si era extranjera, y además Felipe también lo parece", comenta señalando a su marido, de tez, ojos y cabello claro, con aspecto nórdico.

Su día a día está vinculado directamente con el funcionamiento del Rokuseki y ella misma reconoce que no es una japonesa "tradicional", y sobre la idea que tenemos aquí de ellos, lo que nos ha llegado a través del manga y de series tan exitosas de la TVG como As bolas máxicas, Doraemon o Sin Chan, asegura que tiene "algo de verdad".

"En Vigo la gente por lo general es muy amable", señala Natsumi, que puntualiza que, igual que en Japón, "hay de todo". Reconoce que su llegada a Galicia la dejó en shock por el clima y, por primera vez, "estar muy cerca de los suegros", pero su adaptación ha sido buena. Aquí ha hecho un círculo de buenos amigos, además de estar en contacto con otros japoneses, dos chicas y un chico todos más o menos de la misma edad y que llevan en Galicia unos 15 años.

Gastronomía e idioma

En la despensa de su casa, lo gallego se mezcla con una mayoría de productos japoneses, pero ganan estos en un 70%-30%. De nuestra gastronomía, destaca un plato por encima de todos: el caldo gallego, "el mejor, con este clima se agradece", comparable con el Nabe de la gastronomía japonesa. "En ese plato, la cocción se termina en la mesa entre todos los comensales, lleva distintos caldos, carne, verduras, fideos y arroz", detalla.

A pesar de que se maneja perfectamente en castellano, el idioma fue una de las barreras iniciales para su adaptación a España y a Galicia. "Los primeros seis años fui sobreviviendo, me costó mucho, aunque no fui a clase, por eso me fue difícil. Aprendí en la calle", recuerda. Sobre el gallego, lo entiende porque "es muy parecido al castellano", aunque en zonas de interior, cuando se cierran los acentos, no entiende "nada". Ese toque cantarín, que tiene nuestra lengua le dicen que ya se le está pegando.

También le ha sorprendido la idiosincrasia del país. "Es demasiado grande y sois muy complicados, chocáis cada provincia con otra, y en Galicia tenéis mucha rivalidad entre los propios gallegos", define como el que hace una radiografía de un cuerpo vivo. Sus padres la visitaron este verano y a pesar de que estuvieron "cómodos", el "aire fresquito" de Vigo les hizo coger dos o tres constipados. "El tiempo allí es húmedo, pero con calor, este aire les afecta mucho"; de hecho, su padre se llevó la tos viguesa de vuelta a Saitama.

Con su vida hecha en Vigo, no se plantea regresar a Japón. "Si tuviese que volver montaría un negocio, porque una vez que sales de la sociedad japonesa es difícil volver, es una sociedad muy dura. Aquí no tenéis estrés en comparación con la vida de allí", sentencia Natsumi.

La hora de comer se acerca y el revoloteo es constante a nuestro alrededor. Los ipads que muestran el menú en cada ubicación ya están encendidos y el trajín entre cocina y sala se intensifica. Natsumi tiene que ponerse manos a la obra y se despide amablemente estrechando la mano. Felipe se despide a lo lejos, mientras recorre de un lado a otro el restaurante. El equipo ya está preparado para comenzar. Las puertas del Rokuseki se abrirán en pocos minutos para trasladar a los comensales a los sabores de Japón, los mismos que Natsumi y Felipe llevan integrados en sus paladares. Vigo seguirá siendo, de momento, parte de su vida.

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