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Catoira, una ventana abierta al mar y a un pasado histórico que revive cada verano

Gastronomía, paisajes e historia, son los ingredientes que hacen de Catoira uno de los mejores destinos turísticos de las Rías Baixas. Este 2021, la localidad volverá a recrear la invasión vikinga tras un año del parón de su famosa romería
Torres del Oeste, en Catoira.
Torres del Oeste, en Catoira.
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Situada en el lugar de confluencia entre la desembocadura del río Ulla y la Ría de Arousa, la histórica localidad de Catoira puede presumir de ser uno de los destinos turísticos más completos de las Rías Baixas. Playas fluviales, molinos de viento, fortificaciones, marismas y densas zonas boscosas conforman la singular panorámica de este rincón de la comarca de Caldas, en Pontevedra. 

Catoira es a su vez una ventana abierta a la historia y la leyenda. No sólo se trata del único municipio de toda Galicia que todavía mantiene entre sus límites algún ejemplo de los tres tipos de molinos tradicionales (río, viento y marea), sino que esta villa fue durante siglos un punto fundamental para la defensa de las tierras de Santiago de Compostela ante los ataques de vikingos y normandos. Pero si algo que ha hecho realmente famosa a Catoira es su ya tradicional Romería Vikinga, que este verano vuelve a celebrarse tras una pasada edición tumbada por el coronavirus. 

Romería Vikinga: un emblema internacional 

Romería Vikinga de Catoira. Foto: Shutterstock

Cada primer domingo de agosto Catoira se viste de gala para rememorar y escenificar uno de los hitos más importantes de su historia: la defensa ante las invasiones vikingas sufridas hace cientos de años. La popular Romería Vikinga comenzó a celebrarse ya en el año 1960, con los alrededores de las Torres do Oeste y el estuario del río Ulla como telón de fondo. Se trata de una de las fiestas tradicionales más espectaculares de toda Galicia, declarada de "Interés Turístico Internacional" en el año 2002, en parte gracias a los hermanamientos con las villas dinamarquesa de Frederikssund y la británica de Watchet, ambas ligadas históricamente a los desembarcos vikingos. 

Cada año, miles de personas acuden a esta localidad pontevedresa ataviadas con los trajes típicos de los guerreros vikingos para simular el desembarco de estos pueblos del norte. Desde bien entrada la mañana, las calles de Catoira se llenan de gente, música y color. Los grupos folclóricos de la zona amenizan la jornada; un mercadillo medieval preside el entorno de las Torres do Oeste; y al mediodía, el vino y los mejillones del Ulla se reparten por doquier a todos los romeros antes de que dé comienzo el plato fuerte del día: el desembarco vikingo.

Desembarco vikingo en Catoira. Foto:Shutterstock

A bordo de la réplica de un drakkar del siglo XI, los invasores llegan a la costa arousana con el único objetivo de tomar las Torres do Oeste. En tierra firme, los habitantes de la villa tratan de defender la fortificación, y es entonces cuando tiene lugar una batalla simulada que termina con todos los participantes bañados en vino. El broche final a la contienda lo pone una gran comida campestre donde no pueden faltar los platos típicos de la tierra como el pulpo, las empanadas o las sardinas asadas. La noche deja paso a la verbena popular y otra serie de actividades que ponen fin a una jornada única en las tierras de Catoira. 

Qué ver y hacer en Catoira en un día

Más allá de su popular fiesta pagana, Catoira merece la pena una parada en la ruta de cualquier viajero sin importar la época del año que sea. Los paisajes de contrastes, marítimos y terrestres, le confieren al municipio una singular belleza digna de contemplar y retratar. En el estuario del río Ulla, las Torres do Oeste se presentan como uno de los símbolos más emblemáticos de esta localidad desde hace siglos, e incluso cuentan con la declaración de Bien de Interés Cultural. 

Atardecer en Catoira. Foto: Shutterstock

El conjunto fortificado, formado en sus orígenes por hasta siete torres, hunde sus raíces en el siglo IX. Con el paso del tiempo, las construcciones defensivas se fueron desvaneciendo del paisaje hasta quedar únicamente los vestigios de dos de ellas. El valor patrimonial y arquitectónico de esta zona se completa con la Capela de Santiago, situada entre ambas torres en un lugar a caballo entre la historia y la leyenda, pues se dice que por allí pasó el cuerpo del apóstol en su traslado hacia Compostela.  

Siguiendo el recorrido litoral desde las Torres do Oeste, el Paseo Fluvial de las Marismas de Catoira es otro de los enclaves naturales más bonitos de la localidad. La senda transcurre paralela al río Ulla, entre pasarelas y puentes de madera de gran longitud, y tramos pavimentados que se extienden entre la agreste vegetación hasta el área recreativa de Fonte Gaiteira. A lo largo de este itinerario podremos observar los tres ejemplos de molinos tradicionales de los que hablábamos al principio, entre ellos: los molinos de mareas del Cura o Molino de Machón, harineros como el de Souto, o de viento como los de Abalo y Pedras Miudas. 

Lago Pedras Miudas. Foto: Shutterstock

El último de los puntos de visita obligada nos transporta hasta la Lagoa das Pedras Miudas, una antigua cantera reconvertida en laguna de forma natural tras su abandono, gracias en parte a la acumulación de agua procedente de las fuertes lluvias y unos manantiales existentes bajo su suelo. La transformación paisajística del entorno fue tal, que el espacio alcanzó la distinción de Espacio Natural de Interés Local ya el año 2008. A día de hoy, los alrededores de la laguna cuentan con un aula medioambiental, área recreativa, una amplia zona de aparcamiento y varias pasarelas de madera que culminan su recorrido en lo alto de una colina donde se ubica el conjunto de molinos de viento de Catoira. 

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