Bebel García, el futbolista del Dépor que orinó a sus ejecutores antes de ser fusilado

En julio de 1936 se producía la sublevación militar que daría origen a la Guerra Civil española. A Coruña era el símbolo de la República en Galicia, por lo que la batalla que se libró en esta ciudad fue extraordinariamente cruenta. El día 20 de julio, el gobernador civil de A Coruña, Francisco Pérez Carballo, junto con un grupo de guardias civiles y de asalto y simpatizantes de la república, resistió dos días en el edificio del Gobierno Civil el ataque de los golpistas. En una zona donde la guerra no duró más de unos días, se produjo un auténtico exterminio. En tan sólo tres años fueron asesinados casi 5.000 gallegos y de ellos más de 3.000 fueron ejecutados en los conocidos como paseos franquistas. En A Coruña existió un lugar que era utilizado por los sublevados como campo de fusilamiento: el “Campo da Rata”. Entre aquellos miles de ejecutados republicanos, sindicalistas e izquierdistas, había un deportista, un jugador del Dépor que era zurdo en el campo y también fuera de él. Un socialista que, antes de ser fusilado, tuvo un último gesto de rebeldía frente a sus verdugos: orinarles. Bebel García García, el futbolista del Deportivo de A Coruña cuya última voluntad fue mear contra el franquismo.

La familia de Bebel era originaria de Ribadeo, al norte de la provincia de Lugo. Su padre era un socialista radical que fue desterrado, debido a sus ideas, a vivir a más de 150 kilómetros de su pueblo. José García Iglesias y Concha García Álvarez tuvieron ocho hijos a los que pusieron nombres de personajes influyentes de la izquierda de finales del siglo XIX: Jaurés, Voltaire, France,  Berthelot… A Bebel le pusieron su nombre por August Bebel, destacado dirigente alemán y uno de los fundadores del SPD, el Partido Socialdemócrata Alemán.

Los ideales de su padre les obligaron a mudarse y a comenzar de cero en una nueva ciudad. Se establecieron en A Coruña, donde abrieron un pequeño negocio de venta y distribución de lejía y por el cual comenzó a conocérseles como los “Hermanos de la lejía”.

Los hermanos, criados en un ambiente de compromiso y lucha social, compaginaron el deporte con una sólida formación política de izquierdas dentro de las Juventudes Socialistas Unificadas: atletismo, boxeo o natación fueron algunas de las disciplinas que practicaban los hermanos. El fútbol fue la elegida por Bebel, en la que participó de la mano del Deportivo, con solo 18 años, a lo largo de cuatro temporadas, durante las que marcó 11 goles.

Bebel acostumbraba a salir en las segundas partes de los partidos como revulsivo para revolucionar los encuentros, en los que jugaba pegado a la línea de cal como extremo izquierdo. Sin embargo, todo lo logrado en los campos de juego quedaría sepultado por una tragedia histórica: la Guerra Civil.

El 20 de julio de 1936 llegaba a Galicia la sublevación que Franco había iniciado en África. Ese mismo día comenzaron los disparos contra la sede del gobierno civil, mientras guardias civiles, de asalto, obreros y militantes defendían el edificio, bombardeado por las baterías de artillería instaladas en O Parrote.

Bebel y dos de sus hermanos, miembros de las milicias antifascistas participaron activamente en la defensa del edificio mientras su hermano mayor, que era secretario general de las Juventudes Socialistas Unificadas y que la noche anterior se había apoderado de gran cantidad de armas en una armería de la calle San Andrés, oponía resistencia en las calles coruñesas contra los militares sublevados.

Durante dos días de lucha encarnizada fallecieron unas treinta personas, y tras la toma de la ciudad por los insurrectos, se inició una represión brutal en la ciudad que había sido el símbolo de la República en Galicia. Se produjeron cientos de detenciones, entre ellas la de un joven Bebel García García, de 22 años, y dos de sus hermanos, junto a los que había defendido la sede del gobierno civil. 

Tras ser capturados en la provincia de Lugo mientras escapaban en dirección a Asturias, fueron trasladados de vuelta a A Coruña y encerrados en la cárcel provincial, frente a la Torre de Hércules. Era el 25 de julio de 1936 y, tras pasar la noche en prisión, los tres eran juzgados por el coronel Enrique Cánovas Lacruz por rebelión militar, quema de iglesias y vínculos con varios atentados, entre ellos el del General Carlos Bosch en el Hotel Francia.

Realmente se trataba de una parodia de juicio militar en el que incluso llegó a testificar el presidente del Deportivo. Los juicios militares eran la forma legal de represión ya que, tras ejecutarse la declaración efectiva de guerra, condenar a civiles y militares se convertía en un juego de niños.

Los tres hermanos fueron condenados por unanimidad a la pena de muerte, aunque el menor se libró precisamente por ser menor de edad, pero al año siguiente apareció muerto, tras un cambio de cárcel y tras aplicársele la “Ley de Fugas”. Se dijo que había intentado escapar.

Bebel y su otro hermano serían ejecutados en el “Campo da Rata”, muy cerca de la Torre de Hércules, el 29 de julio de 1936. Cuentan que, preguntado por su última voluntad ante el pelotón de fusilamiento, Bebel rehusó hablar, pero tras pensárselo dos veces gritó: “Un momento”, mientras se bajaba la bragueta de sus pantalones y delante de sus verdugos echaba una larga “meada” antes de gritar de nuevo: “Ahora sí”. Su lucha, que había llevado hasta el final de sus días, había terminado.

Mucho tiempo después, en el año 2002, el concello de A Coruña acordaba dedicar una calle a los “Hermanos de la Lejía”, en el barrio de Monte Alto, cerca de donde aquella familia había tenido su negocio y donde, en su día, fueron fusilados.

Tan solo un año antes, el 15 de Abril de 2001, se había inaugurado un monumento en honor a los fusilados durante la Guerra Civil española en aquel lugar en el que Bebel, sus hermanos y cientos de luchadores contra el fascismo habían sido ejecutados.

En ambos bandos hubo víctimas inocentes y crímenes de guerra. La Guerra Civil española fue una desgracia y una tragedia para un país, al que sumió en una oscura época de la que tardaría décadas en recuperarse.

Uno de los presos con los que había coincidido Bebel en la cárcel provincial decía sobre él: “Siempre hablaba de lo mismo, que había que transformar el mundo porque era injusto con los oprimidos”.

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

• elespanol.com
• es.wikipedia.org
• marca.com
• eldiario.es
• panenka.org
• mundoesferico.com
• lavozdegalicia.es
• farodevigo.es
• nosdiario.gal
• atlantico.net
• diariodepontevedra.com
• culturagalega.gal
• vitimas.nomesevoces.net