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Historias de la Historia

A Coruña, la ciudad que legó Roma a Julio César

La historia de cómo Julio César financió su carrera política saqueando el noroeste de Hispania, incluyendo lo que en el futuro sería A Coruña

En el año 75 antes de Cristo, a pocos kilómetros de la Isla de Rodas, el barco de un rico romano era asaltado por piratas, algo habitual en la época con el objetivo de pedir rescate. Cuando exigieron por él 20 talentos de oro, el joven romano se rio de ellos desafiándoles a pedir 50. Mientras estaba cautivo se dedicaba a crear discursos que tenía por espectadores a los piratas, a quienes trataba de ignorantes y bárbaros cuando no le aplaudían. Treinta y ocho días después, el rescate llegó y fue liberado de un cautiverio cómodo donde fue tratado con amabilidad. A pesar de ello aquel romano les amenazó diciéndoles que volvería para matarlos a todos, amenazas que los piratas se tomaban siempre a broma. Una vez recuperada su libertad, organizó una fuerza naval que partió del puerto de Mileto, capturó a los piratas en su refugio y los llevó a prisión en Pérgamo, donde fueron crucificados. Aquellos piratas no habían secuestrado a un romano cualquiera, sino a Gayo Julio César, un hombre que dirigiría uno de los mayores imperios de todos los tiempos, un dictador y emperador que se ganó Roma gracias a una ciudad gallega: A Coruña.

Busto de Julio César

Julio Cesar llegó a Hispania en el año 68 antes de Cristo, como cuestor, para impartir justicia en esta provincia romana. Durante su estancia, conoció en Cádiz (Gades) a Lucio Cornelio Balbo, un ciudadano romano miembro de una de las familias de navegantes y comerciantes fenicios más ricas de toda la ciudad.

En Gades visitó el templo de Hércules, donde se dice que lloró ante una estatua de Alejandro Magno porque él, a sus 32 años, se sentía completamente inferior, no había hecho nada importante, mientras que su admirado héroe, a su edad, ya había conquistado medio mundo.

Castillo de Sancti Petri, donde estuvo el Templo de Hércules de Gades. https://www.playadelabarrosa.com

Tras volver a Roma, fue nombrado propretor (gobernador) de Hispania, cargo que ocupó en el año 61 antes de Cristo. Aquella aparatada provincia parecía el escenario perfecto para impulsar su ambiciosa carrera política hacia el siguiente peldaño, el consulado. Pero antes de partir y hacer frente a sus nuevas responsabilidades en la Península Ibérica, un importante y acuciante problema se interpuso en su camino: las deudas.

Los gastos de César, derivados de sus ambiciones políticas, se habían disparado, por lo que su situación económica en Roma se hacía realmente complicada. Sus acreedores querían cobrar sus deudas antes de que partiera, pero no tenía manera posible de hacerlo, así que tuvo que acudir a su amigo, Marco Licinio Craso, uno de los hombres más ricos e influyentes de toda la república, que le avaló con una cantidad suficiente para calmar a aquellos que exigían el pago de la deuda.

Cabeza de mármol de Marco Licinio Craso. https://es.wikipedia.org

A cambio, el nuevo gobernador de Hispania debía satisfacer y proteger los intereses de su amigo en la provincia y buscar la manera de saldar sus deudas, algo para lo que Hispania se prestaba como la oportunidad perfecta.

Roma tenía graves dificultades para ejercer su dominio en la parte norte de la península y sus territorios sufrían saqueos continuos de bandas de lusitanos, así que aquella era su ocasión de aplastar a los rebeldes, ampliar el dominio de Roma y llegar hasta el noroeste, un lugar a donde nunca antes había llegado ningún ejército romano. Así podría regresar cargado de fama, con fondos suficientes para pagar sus deudas y sufragar los gastos de su imparable carrera política.

Aunque inicialmente se dedicó a reprimir pequeños ataques de los lusitanos, en poco tiempo decidió poner en marcha su plan. Era la primera vez que Julio César se hallaría al frente de su propio ejército, en un principio formado por diez cohortes, a las que sumó otras diez tras un proceso de reclutamiento entre los nativos, dando lugar a un ejército regular de unos 9.000 hombres, con los que pretendía alcanzar la gloria, pero, sobre todo, un suculento botín.

Busto de Julio César

Además, pidió a su amigo de Cádiz, Cornelio, que dispusiera de naves de gran calado para apoyar su campaña, ya que ni Roma ni Hispania disponían de una marina de guerra propia ni estable.

Antes de emprender su expedición hacia el norte, quiso Julio César regresar al templo de Hércules para pedirle su protección y volver a admirar la estatua de su héroe Alejandro Magno, tras lo cual inició la marcha por tierra hacia los dominios de los lusitanos.

Cuando su formidable ejército llegó a sus tierras, estos no fueron capaces de contrarrestarlos, por lo que decidieron resguardarse. Buena parte de ellos se refugiaron en alguna isla de las costas atlánticas, hasta donde los persiguieron las legiones, sin poder alcanzarlos. Por ello César envió mensajeros a Cádiz para informar a Cornelio y reclamar su presencia en ese lugar con la flota disponible, que no tardó mucho en llegar en auxilio del romano y gracias a la cual los lusitanos fueron finalmente derrotados.

Gades (Cádiz) romana. https://www.juntadeandalucia.es

Pero Julio César buscaba el premio gordo, el botín, el tesoro, así que decidió ir al grano, embarcó a todas sus tropas en los barcos y fijó un nuevo rumbo hasta la Finis Terrae, el fin del mundo conocido, donde sabía que encontraría oro para aburrir.

La flota siguió la costa de la actual Portugal hasta alcanzar la desembocadura del río Miño, lugar a partir del cual los buques se iban internando en las rías gallegas donde desembarcaban sus tropas y arrasaban con todos los castros importantes de la zona dejándolos “limpios” sin alejarse demasiado de sus navíos protectores.

Las incursiones prosiguieron hasta alcanzar las costas de Brigantium (hoy A Coruña), lugar conocido por su riqueza en minerales locales, oro y estaño y donde se encontraba un castro fortificado (probablemente el Castro de Elviña) donde abundaban no solo los metales, sino fabulosos tesoros, ya que allí se realizaban extraordinarios trabajos de orfebrería.

El Castro de Elviña en la actualidad. https://es.wikipedia.org 

Al llegar al puerto de Brigantium, sus habitantes, acostumbrados a navegar en pequeños botes, debieron sorprenderse con el maravilloso espectáculo de ver aquellas grandes naves romanas con sus infladas velas, sus altos mástiles, sus decenas de remos y sus adornadas proas, así como con las brillantes y relucientes armaduras de aquellos asombrosos legionarios.

Por ello los galaicos no opusieron resistencia ante el robo de los romanos, que se hicieron con el botín de estaño y oro, su único propósito, metales que servirían para saldar las deudas pendientes y corresponder a Roma. Además, a su vuelta a Cádiz, repartió parte del botín con sus hombres, que lo proclamarían emperador.

Las tropas de Julio César no se asentaron en aquella zona, por lo que para las tribus locales nada cambió, más allá de tener que pagar tributos a Roma. Años más tarde, surgiría la provincia de Gallaecia, que abarcaba la actual Galicia, el norte de Portugal, Asturias, Cantabria y parte de los futuros reinos de Castilla y León y cuyas ciudades más importantes eran Lugo, Braga y Astorga.

Sin esperar la llegada de su sucesor a Hispania, Julio César regresó a Roma como un auténtico héroe. Con la parte del botín que le quedó costeó su campaña electoral para ser cónsul, puesto que consiguió en el año 59 antes de Cristo, iniciando una carrera que le llevaría a lo más alto de Roma y de la historia conocida.

El foro Romano, sede del poder imperial

Con el tiempo, por la ruta marítima abierta por él, llegarían más barcos con comerciantes y soldados romanos que levantarían una nueva ciudad en Brigantium/A Coruña, que acabaría siendo un enclave de vital importancia para el imperio, tanto para el comercio como para la conquista de Britania, motivo por el cual los romanos construirían el legendario faro conocido hoy como la Torre de Hércules, el faro más antiguo del mundo en funcionamiento y Patrimonio de la Humanidad.

Recreación de la Torre de Hércules en época romana. E. and P. Cabarcos, (Factoría Gráfica)

Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.

Referencias:

  • es.wikipedia.org
  • lavozdegalicia.es
  • elespanol.com
  • elmundo.es
  • lavanguardia.com
  • laopinioncoruna.es
  • elpais.com
  • viajargalicia.com
  • legionixhispana.com
  • filosofia.org
  • farodevigo.es
  • coruna.gal
  • elprogreso.es
Iván Fernández Amil
Iván Fernández Amil
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Ingeniero Industrial que trabaja como Jefe de Compras, escritor, storyteller y conferenciante. Iván además colabora en varios diarios, en radio y distintos podcasts, y utiliza su habilidad como Storyteller para ayudar a las empresas a vender más empleando el poder de las historias. Es seguido por decenas de miles de personas en la red profesional LinkedIn, donde fue galardonado como Top Inspira y es considerado un referente en habla hispana. En los diarios Quincemil y Treintayseis publica todos los domingos artículos dedicados a divulgar, recordar y reivindicar a las empresas, lugares y personajes que han cambiado Galicia y el mundo.
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