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Jefe de Urgencias de Ourense: "Si se sospecha de sumisión química hay que ir al hospital"

Francisco Aramburu ha puesto en marcha, junto al equipo del CHUO, el único protocolo específico en Galicia para detectar y tratar estos casos, en los que asegura que lo fundamental es "ir al hospital y denunciar, sin ningún tipo de culpa"
Francisco Aramburu, jefe de Urgencias del CHUO.
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Francisco Aramburu, jefe de Urgencias del CHUO.
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Cuando una joven entra en el servicio de Urgencias de Ourense con síntomas de haber sido drogada sin su consentimiento, el equipo de facultativos tiene claro cómo actuar. Desde el pasado noviembre, el CHUO es el único complejo hospitalario gallego que cuenta con un protocolo específico de actuación en casos de sumisión química, un método de agresión que, por desgracia, se ve cada día más.

Francisco Aramburu, Jefe de Urgencias del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense, explica que el protocolo nace de una necesidad de la propia Policía Nacional de la ciudad, que solicita a la gerencia del hospital que se establezca un procedimiento estándar. "Fue la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de Ourense la que habló con la dirección al notar que se estaban dando bastantes casos de sumisión química en la zona de copas de la ciudad: nos pidieron ayuda para detectar a las víctimas y animarlas para que presentasen denuncias", explica el médico.

Cuenta que, desde el pasado mes de noviembre, se ha activado una alerta para que los facultativos y profesionales de urgencias "puedan coordinar las actuaciones" y que las denuncias "salgan mejor adelante". Desde entonces, lamenta, ha habido "unos 9 o 10 casos" de sumisión química en la ciudad, lo que significa que, al menos, ha habido una víctima de este método de agresión cada mes.

"No siempre conlleva una agresión sexual y, de no poder probar que la ha habido, sin denuncia nosotros no podemos hacer nada"

Lo primero que se hace cuando una posible víctima llega al hospital, explica Aramburu, "es plantear en qué supuesto nos podemos encontrar: se trata de una sumisión sin agresión o con agresión, si quiere denunciar o no o incluso si no está en condiciones de responder o presentar una denuncia". En el caso de que haya signos visibles de agresión sexual, que se detectan tras una exploración física preliminar, el servicio de Ginecología se hace cargo y se da parte a la Policía Nacional. "También ha habido casos de hombres, mucho menos frecuentes, pero el protocolo los contempla a ellos también y se realizan las pruebas y los exámenes pertinentes con el servicio que corresponda en función de las lesiones", aclara.

"Si hay lesiones compatibles con una agresión sexual tenemos la obligación de avisar a la policía, en caso de no poder probar que la ha habido, sin denuncia nosotros no podemos hacer nada". Precisamente por esta razón, insiste, "invitamos a las víctimas a que acudan a cualquier centro hospitalario en cuanto noten síntomas de sumisión química, independientemente de que haya protocolo o no". El jefe de Urgencias del CHUO advierte que el modelo ourensano ya está preparándose para implantarse en otros hospitales gallegos, además de que los facultativos de urgencias "ya saben cómo actuar con víctimas que llegan con síntomas".

Cuando no hay lesiones compatibles con una agresión, advierte, "nosotros no podemos hacer nada, ni siquiera tomar muestras de sangre u orina". Por ello, tratan de concienciar a las jóvenes que sufren estas agresiones "para que acudan sin ningún tipo de sentimiento de culpa al hospital", pues las denuncias podrían ayudar a conocer mejor las agresiones y crear protocolos más acertados.

Benzodiazepinas, ketamina y burundanga

Todos los facultativos del servicio ourensano de Urgencias están alerta por si una posible víctima acude al hospital "con indicadores de sospecha: estaba de fiesta y se sintió confusa, desinhibida o muy borracha de repente", cuenta Aramburu. "También hay víctimas que vienen después de despertarse al lado de alguien sin recordar cómo han acabado allí, han podido pasar horas pero sigue siendo necesario que acudan a un centro hospitalario".

Francisco Aramburu insiste en la necesidad de que la víctima esté dispuesta a denunciar y a contar todo lo que recuerde, aunque reconoce que muchas veces deben hacer un "interrogatorio más o menos dirigido" por el tipo de drogas que se utilizan para estas agresiones. "Suelen utilizar benzodiazepinas, ketamina o burundanga (escopolamina), aunque esta última es muy difícil de conseguir en el mercado. Este tipo de drogas provoca amnesia anterógrada: desde el momento que la tomas no recuerdas absolutamente nada, por lo que procuramos hacer un interrogatorio más o menos dirigido e intentar saber lo que ha pasado, aunque es muy difícil", explica.

"Este tipo de drogas provoca amnesia anterógrada: desde el momento que la tomas no recuerdas absolutamente nada"

Tras una primera exploración, "que hace una mujer, normalmente una enfermera, con la máxima discreción", se procede a la recogida de muestras si la víctima consiente o si pone una denuncia. "Si hay una agresión el examen es mucho más exhaustivo y se toman muestras de la ropa y de muchas zonas del cuerpo, además de hacer un parte de lesiones muy completo", cuenta. Las muestras se trasladan después, custodiadas por la policía, al laboratorio del propio hospital, al laboratorio forense de Santiago o a Madrid, en función de la sustancia que se sospeche que ha sido ingerida, pues la escopolamina y la ketamina resultan indetectables en los análisis del CHUO. "Nosotros no conocemos los resultados porque no se reflejan en el historial clínico, se utilizan únicamente a nivel judicial", explica Aramburu.

En el caso de que no haya signos de agresión sexual, se realiza igualmente un parte de lesiones. "Si no quiere denunciar y solo ha habido sumisión química no podemos avisar a la policía, pero sí al juzgado: se elabora un parte de lesiones en el que se especifica que se sospecha de sumisión química y ellos deciden si abrir o no una investigación con esa información". En el caso de que la víctima consienta, además, aunque no haya denuncia sí se pueden tomar muestras para determinar qué sustancia se ha utilizado.

Durante todo el proceso, asegura, la víctima está acompañada por personal de Trabajo Social, "porque aunque no haya lesiones físicas sí que hay lesiones psicológicas de importancia", aclara. "Se garantiza el acompañamiento y la comunicación con la familia porque muchas veces no acuden al hospital por miedo o, en mi opinión, también por culpa".

"Estamos alerta"

El Jefe de Urgencias del CHUO reconoce que desde que se activó el protocolo han aparecido más casos de sumisión química en la ciudad, "aunque puede deberse a que antes no había un registro como tal y ahora estamos más pendientes". Según él mismo explica, desde el pasado noviembre existe una contabilidad "oficial", aunque ellos no tienen un registro, sino que lo lleva directamente la Audiencia Provincial de Ourense. "Estamos alerta, aunque no conozcamos los resultados de los análisis, con los sospechosos podemos decir que ha habido un aumento de casos de sumisión química en los últimos meses".

Asimismo, tratan de comunicar que el protocolo existe e invitar a las víctimas a que denuncien: "uno de los objetivos de este protocolo es que las víctimas sepan que podemos ayudarlas y que pueden presentar una denuncia". También advierte que, aunque el estándar solo exista en Ourense, "ahora hay más sensibilidad con este tema y todos los hospitales gallegos estarán alerta y podrán ayudar sabiendo cómo actuar".

Sin embargo, otras áreas no han detectado este aumento de casos o, al menos, no lo han reflejado en datos de denuncias, como aclaran la Policía Nacional y el propio delegado del Gobierno en Galicia. "Por ahora, en Galicia no tenemos conocimiento de ningún caso (de sumisión química)", indicaba esta semana José Miñones: "Es una preocupación por todo lo que estamos viendo en las noticias en otras comunidades. Aquí en Galicia no tenemos constancia de las mismas".

Se refería, sobre todo, a las denuncias que se han visto en redes sociales a propósito del 'método del pinchazo', que consiste en inyectar una sustancia directamente pinchando a la víctima. "Todavía no hemos visto ninguno", asegura Aramburu, "y creo que será mucho menos frecuente porque no es tan fácil". El facultativo asegura que, aunque todavía no ha visto ningún caso, "es muy difícil poner una inyección intramuscular y vaciar la jeringuilla sin que alguien se dé cuenta, no digo que no exista, pero me parece mucho más difícil porque la víctima podrá alertar a su entorno".

No obstante, tanto Aramburu como todo el equipo de Urgencias recuerda que las agresiones utilizando la sumisión química siguen existiendo, en cualquiera de sus formas, y por eso "hay que tener cuidado". Insisten, sobre todo, en la importancia de avisar al entorno y acudir al hospital en caso de que se note cualquier síntoma compatible con la sumisión química.

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