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El maquinista del tren Alvia: "No había ninguna señalización hasta la curva, nada"

Francisco Garzón contestó a preguntas de su abogado sobre lo ocurrido en el accidente del 24 de julio de 2013
El maquinista del tren Francisco Garzón a su llegada para declarar en la segunda jornada del juicio por el accidente ferroviario de Alvia, en la Cidade de la Cultura de Santiago de Compostela
Álvaro Ballesteros- EP
El maquinista del tren Francisco Garzón a su llegada para declarar en la segunda jornada del juicio por el accidente ferroviario de Alvia, en la Cidade de la Cultura de Santiago de Compostela
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La mañana del segundo día del juicio del Alvia comenzó con las declaraciones de Francisco José Garzón Amo, el maquinista del tren en el fatídico accidente en Angrois el 24 de julio de 2013 , que terminó con la vida de 80 muertos y dejó 145 heridos. En una comparecencia emocional, en la que Garzón le saltaron las lágrimas en múltiples ocasiones, aseguró que no existían señales que indican que bajase la velocidad hasta la llegada de la curva y pidió perdón a la víctimas afectadas por el accidente.

Las declaraciones completas apenas duraron una hora pero durante ellas el maquinista, que únicamente respondió a las preguntas de su abogado, fue claro en dos temas: no le habían formado para entrar por esa vía, y no había señalización ninguna que le avisara para reducir la velocidad antes de llegar a la fatídica curva de A Grandeira.

Manuel Prieto, su defensa, fue el encargado de interrogar al acusado. Durante sus intervenciones fue claro en mostrar un patrón de conducta de las administraciones, por la velocidad con la que se abrió la línea entre Santiago y Ourense en 2011, que dio lugar a una serie de "chapuzas" en lo relativo a la seguridad de la vía. Pregunta a pregunta se fue dilucidando la historia de un maquinista que entró como peón especializado en 1982 y cuya carrera culminó con el accidente.

Los momentos tras el descarrilamiento

Nada más comenzar a hablar del día del accidente, Garzón se mostró visiblemente afectado, con voz temblorosa y en ocasiones rompiendo del todo. La primera vez que ocurrió en la jornada fue cuando su letrado le preguntó sobre el instante en el que quedó atrapado en la cabina, incapaz de moverse. Garzón rompió a llorar entonces e intentó en vano reanudar su declaración, pidiendo perdón varias veces. La magistrada entonces intervino para pedirle que estuviera "tranquilo", pero el acusado contestó que era "imposible".

Una vez superado este momento, la defensa detalló cómo, ya en calidad de detenido, fue trasladado al hospital donde estuvo ingresado en estado grave. Tres días después, indicaba Garzón, lo estaban llevando al calabozo, cuando no se podía acostar. El maquinista relató cómo pidió una silla pero se la negaron. Tanto el acusado como su letrado insinuaron que esta celeridad podía deberse a la rueda de prensa del ex ministro del interior Jorge Fernández Díaz. La jueza rápidamente interrumpió para indicar que "el ministro no detiene a nadie", y que en todo caso el que hubiese dado la orden del desplazamiento sería el juez instructor del caso.

"Es criminal que me sacasen del hospital con tres costillas rotas y un tubo que me había puesto para extraerme sangre de la pleura", destacó Garzón, a lo que la magistrada le volvió a contestar, indicando que ese no era el objetivo del juicio y que presentase la queja en foro pertinente.

La llamada de 100 segundos

Otra de las cuestiones que llevó buena parte del interrogatorio fue la de la llamada al interventor, unos minutos antes de entrar en la curva de A Grandeira. Garzón Amo habría utilizado su teléfono del trabajo para hablar de la situación de unos pasajeros que tenían que bajar en Pontedeume y estaba coordinando con el interventor cómo llevar a cabo esta maniobra.

Durante la intervención de la defensa, el letrado quiso dejar claro que el conductor estaba obligado a responder a la llamada, que era un método de comunicación habitual entre maquinistas e interventores. El maquinista señaló que no existía ningún protocolo ni ninguna indicación por parte de Renfe o Adif sobre la prioridad de llamadas o cómo utilizar la terminal corporativa para comunicarse entre los empleados de la empresa de transporte.

Prieto ha incidido en esta llamada especialmente, preguntándole si se había "despistado" con ella antes de entrar a Angrois. "Respeté todas las señales y todas las limitaciones que había en la vía. Seguí prestando atención", respondió Garzón, aunque más tarde se retractó. Añadió que se “desubicó" con la llamada", creyendo que estaba en el túnel anterior.

A esto hizo referencia de varias maneras, destacando que perdió la conciencia "espacial" o "situacional", en el tramo. Este recorre numerosos túneles en un periodo corto de tiempo "casi a un túnel por minuto", en los 36 minutos de trayecto, provocando que, al coger la llamada, el conductor perdiese la marca mental que él mismo se había impuesto para comenzar a bajar la velocidad.

Falta de señalización

La defensa fue clara en explicar que Garzón había realizado las prácticas de conducción en la vía 2, una infraestructura dotada de toda la señalética y balizas necesarias que indican cuando se debía reducir la velocidad para entrar a la parroquia compostelana de Angrois. Por el contrario, la vía 1, incidieron, no contaba con ninguna de estas precauciones y, tras su apertura al tráfico ferroviario, fue por la que circulaba el tren.

Prieto se centró también en una cuestión clave, la velocidad a la que circulaba el ferrocarril. El tren de alta velocidad entraba en la curva a unos 191 km/h, siendo el máximo establecido en esa parte de recorrido en 80. La defensa hizo especial hincapié en esto, explicando que de acuerdo con los manuales de Renfe y Adif, para evitar retrasos "tenemos que ir al máximo fijado", señalaba el maquinista, es decir, a 200 km/h. Las reducciones de velocidad se señalaban normalmente mediante semáforos o balizas antes de entrar a una estación.

“En la vía 2, ¿alguien le dijo dónde reducir la velocidad?, le preguntó prieto. “No", respondió tajantemente Garzón. "No había absolutamente ningún tipo de señal, ni semafórica, ni baliza, nada de nada". Las intervenciones continuaron en esa línea, preguntando por la señalización en los kilómetros previos a la curva. "Le digo reiterativamente que no", contestaba el maquinista. La insistencia llegó hasta tal punto que la jueza tuvo que intervenir, considerando que la defensa estaba repitiendo sus cuestiones y recibiendo las mismas respuestas.

"No había ninguna señal hasta que estás en la propia curva, que aparece una limitación a 80, pero cuando la ves ya es tarde, como me pasó a mí", declaró Garzón Amo. El maquinista destacó que de haber habido las medidas de seguridad que hoy existen era "imposible" que se produjera el accidente.

Como conclusión de su comparecencia el maquinista volvió a pedir perdón a las víctimas, algo que, como su defensa explicó, ya había hecho en comparecencias previas e incluso en escritos a la prensa. "Me reitero en que las víctimas me perdonen. Pero fue un accidente, no pude evitarlo", concluyó Garzón.

Abogados del Estado, que defiende a Adif, y Fiscalía intentaron que la magistrada aceptara incorporar al acta las declaraciones que Garzón dio en instrucción, algo que Fernández Currás rechazó. La titular del juzgado número 2 de Santiago señaló que el maquinista "sí está declarando" y que estaba haciendo uso de su derecho de defensa, "contesta a preguntas que considera oportunas". Ante la insistencia, Fernández Currás ha sido tajante, zanjando el tema con un "letrada le he dicho que no".  

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