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Convertir al ‘monstruo de las toallitas’ en pasado gracias a la concienciación (y a los aliviaderos ‘anticontaminación’)

Canal de Isabel II cuenta con infraestructuras específicas en el alcantarillado para contener los residuos sólidos que circulan inadecuadamente por la red de saneamiento.

Un proyecto de EL ESPAÑOL y

Canal Isabel II

El ‘monstruo de las toallitas’ es real. Podría formar parte del catálogo de leyendas urbanas que salpican el imaginario general. Sin embargo, este ente informe adquiere plena presencia cuando menos se le espera. Y lo peor es que puede aparecer en un idílico paseo junto a un río o incluso en el punto más conflictivo del alcantarillado de cualquier ciudad.

La buena noticia es que la aparición del ‘monstruo de las toallitas’ depende de nuestra actitud. Y es que este elemento se nutre, principalmente, de las toallitas húmedas que, en contra de lo deseable, acaban en el inodoro y no en la basura, que es donde nos indican tanto los propios envases como el sentido común.

El motivo es que estos objetos no son fácilmente biodegradables. Necesitan mucho más tiempo que el papel higiénico y eso provoca que su mera presencia en el caudal de agua que circula hacia las depuradoras incrementa el riesgo de obstrucción en las canalizaciones. Esto puede suceder dentro de nuestra vivienda o, por acumulación, en los propios sistemas de saneamiento urbanos. Y no solo eso: en último término, incluso representa un peligro para el medio ambiente en caso de vertidos al entorno natural.

Todo ello conforma un escenario del que se extraen varias conclusiones. La primera es la que alude al civismo: bien por desconocimiento, por comodidad o por falta de conciencia medioambiental, miles de desperdicios sólidos acaban en nuestras depuradoras. Canal de Isabel II cifra en más de 30.000 toneladas la cantidad de residuos retirados cada año en depuradoras de la Comunidad de Madrid —algo más de 33.000 en 2024— y, de media, cada madrileño vierte anualmente por el váter más de 4 kilos de basura.

Pero no solo se trata de lo que llega a las plantas. Durante episodios de lluvia intensa, el excedente de agua residual que no puede ser almacenado en tanques de tormentas se evacúa directamente a los cauces mediante aliviaderos, puntos especialmente sensibles a nivel ambiental si no cuentan con sistemas de retención de residuos.

Este material pone a prueba la resiliencia de la red de saneamiento. La red de alcantarillado que gestiona Canal de Isabel II supera los 16.000 kilómetros. Madrid dispone, además, de una de las redes de tanques de tormentas más grandes del mundo, que retienen las primeras aguas —las más contaminantes— hasta que las depuradoras recuperan capacidad. Aun así, en muchos tramos no es posible derivar a estos tanques, y entra en juego la seguridad hidráulica de los aliviaderos para evacuar el caudal excedente.

Canal cuenta con algo más de un millar de aliviaderos, de los que aproximadamente 300 ya están dotados con dispositivos de retención de residuos para frenar la contaminación cuando hay alivios. Estos elementos capturan sólidos dejando pasar el agua, e incorporan huecos libres o bypass para no comprometer la función de seguridad si se colmatan.

Los dispositivos de retención en aliviaderos incluyen mallas extensibles de nailon de alta resistencia, cestas, rejas y rototamices, diseñados para capturar sólidos y permitir el paso del agua.

Estas mallas, típicamente de unos dos metros de longitud, pueden retener entre 300 y 500 kg de residuos, dependiendo del diámetro y configuración. La instalación selectiva de estos equipos en puntos críticos de la red permite reducir de manera significativa la basura flotante y la carga de sólidos gruesos vertidos por aliviaderos durante las tormentas, especialmente en la primera hora de precipitaciones, que es la de mayor contaminación por arrastre superficial.

Aunque Canal de Isabel II aclara que estos mecanismos son acciones paliativas, la efectividad de los mismos se constata en los números: en 2024, gracias a estos aliviaderos equipados con sistemas de retención, se retiraron del ciclo del agua unas 2.000 toneladas de residuos sólidos —toallitas, productos de higiene personal, trapos y otros desechos— antes de llegar a los cauces.

Las consecuencias, como imaginamos, las sufrimos todos. Como hemos visto, es un problema que afecta directamente a la capacidad del sistema para mantener la depuración del agua. Pero el problema también tiene una contrapartida en costes y riesgos para las personas. La Asociación Española del Agua Urbana (DAQUAS) estima que la presencia de toallitas en las infraestructuras de saneamiento y depuración incrementa los costes entre un 10% y un 15%, con un sobrecoste anual en torno a 230 millones de euros en España, que incluye limpieza, mantenimiento correctivo, sustitución de equipos electromecánicos, energía y gestión de residuos.

Y con ese fin, Canal de Isabel II ha impulsado una campaña de concienciación pública que nos recuerda que nuestros actos importan mucho en este esquema. Se trata de ‘Encesta las toallitas en la papelera’, en la que recuerdan que el inodoro solo debe utilizarse para recoger orina, heces y papel higiénico —ni siquiera el ‘papel húmedo’ comercializado como desechable—, nunca toallitas, aceites, bastoncillos o fibras textiles, que favorecen obstrucciones y colmataciones en bombeos y tamices.

El ‘monstruo de las toallitas’ es real pero convertirlo en una leyenda del pasado es fácil: cada gesto por nuestra parte cuenta, por el bien de todos.

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