Poco importa que vivas en un piso minúsculo o en un caserón tan grande como varios campos de fútbol, tarde o temprano te toparás con misterios "inexplicables" que te harán replantearte la realidad. ¿Habrá fantasmas en casa? ¿Me estará gastando una broma el resto de la familia? Y otra pregunta que suele asaltar cuando los hechos se repiten de manera continuada: ¿Me estaré volviendo loco? Nada de lo anterior, todos los hogares reúnen una serie de cualidades que terminan desencadenando acciones realmente curiosas. A menudo asustadizas.

¿Quién no se ha preocupado por todas esas veces que se ha perdido el mando a distancia cuando se supone que no debería salir del comedor? O por qué se nos pierde el móvil si siempre lo dejamos en el mismo sitio, a qué se debe ese ruido que suena de vez en cuando y que carece de explicación porque los vecinos no están en casa... No hay que llamar a Iker Jiménez, estos fenómenos "paranormales" tienen explicación.

Como decía, no importa si vives en una planta baja, en un ático, en un chalet pareado o en una masía perdida de los Pirineos: estos misterios domésticos te habrán sucedido alguna vez. ¿Qué tienen realmente de misterio?

El calcetín que siempre se pierde en la lavadora

Veamos. Todos los calcetines vienen en par, colocamos el conjunto en la lavadora, del tambor no pueden ir a ninguna parte. Pero, ¡oh, sorpresa!, al colgar los calcetines siempre falta una pareja. No falla, tu lavadora es del género "comecalcetines".

Como es lógico, los calcetines no escapan a una dimensión en la que pueden vivir sin envolver nuestros pies, sencillamente se extravían por el simple hecho de que son dos y uno de ellos se puede quedar en el camino. Porque preparamos la lavadora sin meter en el tambor los dos calcetines, porque estos se han colado por alguna otra prenda y no nos dimos cuenta, porque se quedaron en el tambor o, una razón que me ocurre a menudo, porque en el viaje de la lavadora al tendedero se cayó de la cesta. Repasar bien todos estos puntos hace que el calcetín fugitivo aparezca. 

También hay que tener en cuenta un último aspecto: las lavadoras "comecalcetines" existen. Aquí tienes la prueba.

El misterioso sonido de canicas rebotando en el suelo

Estás descansando en el sofá y de repente se escucha un sonido de canicas rebotando en el techo. Podría ser el hijo del vecino de arriba, pero no tiene ningún hijo. Es más, sabes perfectamente que el vecino no está en casa.

Esto podría ser una típica escena de peli de miedo, a lo Scream. Pero en realidad tiene una explicación. Como nos contaban en Omicrono, el sonido se produce por el efecto conocido como "golpe de ariete". Al cerrarse un grifo bruscamente el agua que aún queda en movimiento dentro de las tuberías produce un efecto rebote que hace que dichas tuberías también se muevan. El repiqueteo de las cañerías en el interior de los muros y paredes provoca ese sonido de canicas que tanto puede llegar a asustar.

"Estoy seguro de que lo guardé aquí"

gremlin iStock

Hay objetos que acostumbramos a dejar en el mismo sitio y que, justo cuando hacen falta, resulta que no están allí. Podría ser cosa del fantasma casero que ya vivía en la casa antes de que entraras tú, pero nada más lejos de la realidad: solo es tu memoria.

El cerebro tiene diversos mecanismos para recordar las cosas y para asignarle la importancia a dichos recuerdos para que así se mantengan más o menos tiempo en memoria. Si llevabas el objeto en la mano es probable que tu cerebro no recuerde dónde lo dejaste porque otra acción más importante ocupó tus pensamientos. La única solución para encontrar lo que buscas es llamar a tu madre.

Las cucharillas que se "desmaterializan"

Un día abres el cajón de los cubiertos y descubres que no tienes cucharillas para menear el café. Un desastre de tal calibre solo puede explicarse de una manera: en tu casa vive un monstruo devora cucharillas. Bueno, esto suena demasiado poético ya que el culpable de que ese cubierto desaparezca eres tú.

Las cucharillas es el cubierto que más suele utilizarse. Para remover el café y, sobre todo, para los yogures y postres. Y ahí está la explicación: las cucharillas terminan en la basura por error al arrojarlas junto a los envases de los yogures. Igual que esas tijeras de cocina que no has vuelto a localizar. ¿Sabes dónde se encuentran? Camino del vertedero, junto al cartón de la pizza donde las utilizaste por última vez.

El mando a distancia que siempre juega al escondite

Te sientas en el sillón exhalando el aire como si te estuviera quemando en los pulmones, te quitas los zapatos con ese alivio que solo se entiende al salir hasta las narices del trabajo y echas mano del mando a distancia para poner la tele y dejar que tu cerebro chapotee. Pero no está. El mando, no el cerebro.

Sí, todos sabemos que seguramente de encuentre detrás de los cojines (el mando). Basta con quitar dichos cojines y sacar el mando a distancia de entre la pelusa, unos gusanitos, algunas palomitas y el suficiente dinero en monedas como para una hora de parking. Pero ¿tiene patas y se esconde? El caso es que no: de movernos en el sofá se va escurriendo hacia el interior, el roce con los cojines consigue que se vaya desplazando. Y como al levantarnos solemos apagar la tele desde la propia tele al día siguiente no localizamos el mando.

Las puertas que de repente rozan contra el suelo

Esebene iStock

Hay una puerta en tu casa que jamás había hecho ruido. Fina al girar, suave en sus goznes, ni el más leve sonido. Y de repente roza contra el suelo o, también, no encaja bien en el marco. No hay duda, la puerta está viva. Y quizá sea tal que así.

La puerta y el marco son de madera, un material que sufre los cambios ambientales adaptándose a ellos en tamaño. Esto es, en verano la madera se hincha, también con la humedad. Por lo que es probable que, cuando haga más calor, la madera roce con el suelo porque tampoco tenía demasiado espacio de tolerancia

¿Dónde están mis gomas del pelo?

El baño es el lugar de aseo y de "puesta a punto" para salir a la calle. Por eso resulta lógico que las herramientas para la tarea estén en ese mismo sitio, incluidas las gomas del pelo. Pero no falla: desaparecen. El culpable es el Duende Heavy, un animal doméstico de larga cabellera que debe amarrarse el pelo para no pisárselo. O quizá exista una razón más lógica.

Sí, no hay más culpable que tú. Como las gomas del pelo (y otros objetos personales de uso similar) las llevas siempre encima resulta habitual que las pierdas ya que seguramente te sueltes el pelo fuera de casa. Se pierden, las puedes dejar en otra parte, te las quitas en un baño público y las dejas allí porque sales con el pelo suelto... En definitiva, simples despistes que desproveen de gomas del pelo el aseo de tu casa.

¿Qué otros misterios domésticos se te ocurren? Después de desentrañar estos siete ejemplos seguro que te hemos tranquilizado para la próxima vez que te ocurran. Aunque quién sabe, quizá sí viva alguien más en casa aparte de ti y tu familia.

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