La Dra. Esperanza Sánchez, del Hospital QuirónSalud.

La Dra. Esperanza Sánchez, del Hospital QuirónSalud. E.E. Sevilla

Salud

Médicos de Sevilla advierten sobre el síndrome del niño zarandeado, que puede lesionar a los bebés solo con agitarlos

Entre los síntomas más comunes se encuentran los vómitos repetidos, el llanto excesivo, las convulsiones o la somnolencia. 

Más información: Cáncer de pulmón o colorrectal: estos son los tumores que más se verán este 2025, aunque las buenas noticias ganan terreno

Sevilla
Publicada

Los especialistas del Hospital Quirón Salud han advertido sobre las consecuencias del síndrome del niño zarandeado. Es la consecuencia de la excesiva agitación por parte de los padres. Según explican, puede llegar a ocasionarles lesiones sin que haya impacto directo.

La caída de los bebés desde la cuna, la cama de los padres, la trona o el carrito es una situación "bastante frecuente", señala la neuropedriática Esperanza Sánchez, especialista de dicho hospital.

Este tipo de altercados -en el que el menor se golpea la cabeza y que tienen lugar sobre todo durante el primer año de vida- puede acabar con un traumastismo craneocenfálico. Sin embargo, a diferencia del síndrome del niño zarandeado, en estos casos "hay señales externas del golpe".

En el caso del mencionado síndrome, ocurre cuando un niño pequeño es sacudido bruscamente sin el impacto de un golpe directo. Dichos movimientos hacen que el cerebro se golpee con las paredes del cráneo y se originen lesiones celebrales. 

Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), en España de los 450.00 niños nacidos al año, unos 100 pueden padecer el síndrome del niño zarandeado. 

Según explica la doctora Esperanza Sánchez, el motivo más frecuente de que esto ocurra suele ser el llanto inconsolable y prolongado de algunos bebés, que provoca la frustración y el enfado del cuidador, que finalmente zarandea al niño.

Las posibles causas

Otra causa frecuente es el intento de reanimarlo ante una situación crítica, como puede ser un atragantamiento, un ataque de tos o un espamos del sollozo. Este síndrome afecta principalmente a bebés y a niños menores de dos años con mayor frecuencia.

No obstante, la doctora del QuirónSalud insta a tener "especial cuidado hasta el año de vida, dado que es la edad en la que son más vulnerables por sus características físicas, su falta de movilidad" y la falta de madurez de su cerebro.

Entre los síntomas más comunes de este síndrome se encuentran los vómitos repetidos, el llanto excesivo, las convulsiones o la somnolencia

Las lesiones cerebrales causadas a raíz del zarandeo varían. En algunos casos, los daños pueden ser permanentes y afectar al niño a lo largo de su vida y, en función de la gravedad, estos pueden ocasionar incluso la muerte del bebé.

Esperanza Sánchez advierte de que -entre otras muchas consecuencias- el menor puede perder la visión, sufrir daños en las conexiones cerebrales e interferir en el movimiento y desarrollo cognitivo. 

Las consecuencias

La neuropedriatra indica que todas estas consecuencias neurológicas van a
variar en función de la intensidad del traumatismo, de la rapidez del diagnóstico y de la intervención médica. Por lo que es decisivo acudir a un centro médico cuanto antes. 

"Si las lesiones cerebrales son leves pueden ser reversibles y no dejar secuelas, pero algunos niños que sobreviven a este síndrome pueden sufrir retraso en el desarrollo en áreas como el lenguaje, las habilidades motoras, la coordinación y la función intelectual", subraya.

Además, la especialista del QuirónSalud concluye que "estos niños pueden desarrollar problemas emocionales y conductuales como transtornos de ansiedad, estrés postraumático y dificultad a la hora de establecer relaciones sociales".