En Semana Santa y Feria viajaré y no estaré en Sevilla. Necesito descansar tras meses de intenso trabajo y saldré a la búsqueda del silencio y el sosiego. Mi dedicación principal será la lectura de buenos libros y escribir algunas líneas. Ante esta firme decisión, algunos amigos me han advertido que no puedo marcharme de Sevilla en estas señaladas fechas de primavera.
- ¿Cómo que no vas a estar aquí en Semana Santa? ¿Cómo te vas a perder la Feria de Sevilla?
- Me voy aprovechando esos días en que no suelen señalar juicios y hay pocos casos urgentes.
- Pero te quedarás algún día aunque te vayas el jueves o el viernes a la playa ¿No?
- Lo que busco precisamente es la tranquilidad, huir del ruido y de las conversaciones habituales.
- ¡Un sevillano no puede hacer eso, Luis! ¡Me resulta muy raro!
- No es la primera vez que en esos días he viajado a Nueva York, Londres o el Algarve.
- Ya sé que no eres aficionado a los toros ni a las sevillanas y además no bebes, pero no puedes dejar de asistir a las procesiones al menos los primeros días de la Semana Santa.
- Aunque yo esté a cientos o miles de kilómetros de Sevilla, rememoraré muchas semanas santas que he vivido desde mi infancia y seré consciente de lo que celebramos esos días, como cuando salía de nazareno o era monaguillo.
- ¡Te vas a perder el ambiente tan bonito de la Semana Santa en el centro! Además, dicen que este año no va a llover.
- No dejaré de recordar a Sevilla aunque esté paseando por Hyde Park, nadando en la piscina cubierta del Real Automóvil Club o comiendo en Selfridges.
- No puedes decirme que vas a vivir la semana sagrada en Londres.
- Así lo hice cuando estuve estudiando en Londres al finalizar la carrera, llevaba Sevilla en mí. Y desde allí quizás vea las cosas más claras y viva mejor lo que significan esos días.
- Vas a comer fatal y no vas a estar con tus amigos y tu gente.
- Solo con estar conmigo mismo me encuentro bien, es más estoy muy a gusto y descanso como es debido. Y lo más importante, puedo leer a Scott Fitzgerald, Hemingway, Saramago y a otros autores cuyos libros llevaré en mi maleta.
- ¿Viajas solo?
- No, voy con mi mujer. Mis hijos tienen otros compromisos.
- ¿Y no os aburriréis los dos solos?
- Ciertamente, observo cómo muchos matrimonios necesitan salir siempre acompañados de otras parejas amigas o de la familia. Hay personas que no pueden salir a comer o tomarse un café solos, mucho menos viajar.
- ¡Te gusta la soledad!
- Me gusta comer en un restaurante del Algarve y que no se sienten detrás mía unos sevillanos u onubenses que comiencen a criticar a su hermano, su cuñada, su ex mujer, su sobrino o a la vecina que hace tanto ruido. Prefiero oír hablar en portugués, inglés o alemán. Eso me relaja más.
- Bueno, no siempre serán así las conversaciones.
- Casi todas. Además, suelen hablar de los problemas con las herencias, de pleitos, de infidelidades o deudas, personas a las que no les dirigen la palabra o las que tampoco hablan con ellos, de porfías y quereles.
- Ahora me estoy acordando de una vez que fui a Chipiona a descansar, entramos en un bar y estaban allí dos vecinos míos de Sevilla. Era lo mismo que si estuviese en Sevilla.
- Por eso yo no veraneo ni en playas de Cádiz ni las de Huelva.
- Luis, te vas a convertir en un solitario si sigues así.
- Al contrario, yo estoy toda la semana rodeado de gente: mis compañeros de bufete, mis clientes, los funcionarios, mis colegas y por supuesto, mi familia.
- ¿Y tu caseta de la Feria? ¿Cómo no vas a ir en toda la semana?
- Pues sí, hace años que solo he podido escaparme a partir del jueves. Este año no pisaré la caseta.
- No me lo puedo creer ¿Y tus compromisos?
- No tengo compromisos. Si te refieres a los amigos que invito o me visitan, este año me gastaré el dinero que ahorraré en invitaciones en mi estancia bien lejos del mundanal ruido.
- ¡Yo no me puedo perder una Feria, con lo bien que se pasa!
- Este año no sudaré bajo mi chaqueta y los toldos de mi caseta, no me dará dolor de cabeza tanto ruido, seguiré tomando agua con hielo y limón, un buen café o una taza de chocolate. Correré en la playa y disfrutaré del sol y el mar.
- Pues sabes lo que te digo ¡Te envidio!