Forman uno de los tándems más infalibles del cine español, y ahora también de la televisión. Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña se han convertido en ese dúo artístico que haga lo que haga estará bien. Lo demostraron con Stockholm, Que dios nos perdone, El reino, Madre y ahora lo confirman con una serie tan contundente que cuesta creer que sea su primera incursión en la pequeña pantalla. Los dos han creado Antidisturbios, un proyecto que era un campo de minas. Se nota que les pone el riesgo, y esta serie de seis episodios para Movistar+ tenía riesgo para dar y regalar.

Una viaje dentro de una ‘lechera’ para conocer por dentro a esas moles que sólo vemos en las noticias pegando porrazos, y la investigación a la que les somete una agente de Interior cuando una persona muera en un desahucio. Una serie que huye del maniqueísmo y con el que han logrado un trabajo redondo. Tanto que hasta el propio director del Festival de Cine de San Sebastián, José Luis Rebordinos, ha reconocido que se planteó dinamitar las normas de los festivales y permitir que compitieran por la Concha de Oro. Al final se ha presentado fuera de concurso, pero haciendo el ruido suficiente para que todos la tengan en su radar el día de su estreno, el próximo 16 de octubre.

¿Ha cambiado vuestra forma de escribir al ser la primera serie?

Rodrigo Sorogoyen: No ha cambiado nada excepto por el volumen, lo que repercute en el tiempo, pero no ha sido nada distinto. Hemos incorporado a un guionista más, Eduardo Villanueva, pero nos lo hemos tomado, aunque a muchos no les guste, como una película de cinco horas.

Isabel Peña: A ver, hay dos diferencias, la primera es que hemos disfrutado del tiempo y espacio extra para desarrollar personajes, y después el hecho de capitular, que es algo que te permite dosificar la trama de otra forma. Son herramientas nuevas.

Tráiler de Antidisturbios

Rompéis con ciertos tópicos o prácticas ya manidas de las series, como lo de acabar en alto, el famoso cliffhanger.

I.P: Es que nos pusimos como norma no hacerlo.

R.S: No lo hicimos porque nos aburre... es que yo no veo series.

I.P: Ves muy pocas.

R.S: Poquísimas, y el otro día empecé a ver una que me recomendaron y es que hay algo que me aburre. Me da pereza enfrentarme a esos mecanismos durante tanto tiempo, pensar que se va a repetir tanto en el futuro, y creo que por eso hicimos esto. Y también sabíamos que era una serie de seis capítulos, confiábamos en el material y no teníamos que hacer el cliffhanger todo el rato.

I.P: Yo sí veo series, y las que me gustan, las que vería dos veces, esas tampoco lo hacen. Se abusa de esas herramientas y dejan de ser divertidas.

Y dentro de esas series, cuáles eran los referentes, me imagino que uno claro era The Wire.

I.P: Es que dices ese título y la gente se asusta, pero sí, The Wire es referente para todo, para la vida, pero hay muchos.

R.S: ¿Hay muchos?, ¿cuáles?

I.P: Pues por ejemplo, hablamos de Mad Men en el retrato de personajes.

R.S: Mad Men me flipa.

Veo poquísimas series. Hay algo que me aburre. Me da pereza enfrentarme a esos mecanismos durante tanto tiempo

¿Hubo investigación e inmersión en el tema de los antidisturbios?

R.S: Hubo porque nos divierte y porque sabemos, por todas las películas que hemos hecho, que sacamos muchas ideas nuevas y mucho material, así que era obligado reunirnos con ellos. Y cuando empezamos la preproducción mucho más, de hecho, teníamos un asesor en el rodaje para preguntarle dudas o ver cómo se utilizaban ciertos elementos policiales. Además, hemos visitado la comisaría de Moratalaz y hemos visto esas habitaciones, esos despachos, y eso ha sido oro para nosotros

Al tratar un tema como los antidisturbios parece que se os exige ser blanco o negro, algo que desde el comienzo dijisteis que no. ¿Cuál fue vuestro posicionamiento moral?, ¿creéis que se os va a atacar por no posicionaros en uno de los lados?

R.S: No creo que vaya a pasar nada, es que si alguien ve la serie, y la ve bien y con la mente abierta, no creo que nadie vaya a decir que es un blanqueo ni lo contrario. A nosotros nos sale cómoda nuestra posición, que no sé si sería moral, que es lo que siempre hacemos y es que no juzgamos a nuestros personajes. Son señores que desayunan, van al baño y se dedican a lo que se dedican. Unos cruzan un límite y otros no, eso nos interesa. Y que un mismo personaje sea capaz de hacer las dos cosas.

Fotograma de Antidisturbios.

¿Cómo espectadores queremos que nos den la razón en lo que creemos?

R.S: Por supuesto, y es horrible.

I.P: Y queremos entender todo lo que está pasando y adelantarnos y decir que me siento listo por ello.

R.S: El espectador antes quería lo contrario, que le sorprendieran, pero ahora necesitan que todo se adecue a su pensamiento

¿No cambia? Se dice que es la edad de oro de la ficción.

R.S: La edad de oro se referirá a otra cosa, A que son series de mucha calidad, de producción muy seria, con gran factura, pero lo otro va a peor totalmente.

Unos señores que durante 12 horas al día están en un trabajo con mucha tensión y muchas veces violento, pues eso tiene que salir por algún lado,

Repetís un tema que estaba en El reino, las cloacas del estado.

I.P: Es que las cloacas son fascinantes, y ya ves en que momento histórico estamos, es la hostia lo que está saliendo y lo que va a salir. Nos parecía que era una forma narrativa interesante de contar cosas que queríamos contar, como que los antidisturbios son herramientas del estado. Y con esta trama de que los encorbatados los usan para conseguir sus objetivos lo hacíamos.

Y luego está el plano secuencia del último episodio, que más allá de la virguería me parece que resumen en diez minutos todas las relaciones de poder entre ellos y la violencia que se genera.

R.S: Pensamos que por lógica, unos señores que durante 12 horas al día están en un trabajo con mucha tensión y muchas veces violento, pues eso tiene que salir por algún lado, porque estás manejando violencia todo el rato.

I.P: Es otro de los temas que queríamos contar, que para esas personas la violencia es su material de trabajo y no todos están preparados para ello, ni están cuidados como deberían.

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