Los Premios Goya, a pesar de las extrañezas de este año pandémico, han empezado fuerte, con un monólogo sentido y de tono perfecto de Antonio Banderas, tan querido y respetado en el cine español -y en el internacional-. Ha empezado, en primer lugar, a agradecer a todos los grandes talentos que no pueden estar físicamente en el Teatro Soho Caixa Bank de Málaga, pero acompañan a la industria de forma virtual. “Se os echa de menos mucho”, ha guiñado el actor malagueño.

“Sabéis que no hay mayor pesadilla para todos los que somos parte del mundo del cine que la pesadilla de las salas vacías, por lo demás: no podéis imaginaros la ilusión que nos hace recibiros en este teatro por primera vez y también recibir al grueso del cine español representado por la Academia por segundo año consecutivo aquí en Málaga”, ha sonreído Banderas. “Durante estos largos meses de pandemia no he dejado de preguntarme cuál era mi papel y cuál era el papel del mundo del cine y del arte y de la cultura frente a la pandemia, frente a la cantidad de acontecimientos que hemos recibido como un tsunami”.

Y ha continuado así: “Somos contadores de historias y eso inevitablemente, es lo que haremos: contar nuestra historia. La historia de estos días, la de cada uno a su manera, para tratar de entender la dimensión de lo que nos ha sucedido y cómo nos ha afectado esta realidad”, ha enunciado. “La profundidad de esta herida abierta, qué fue aquello que nos emocionó y qué nos hizo llorar. Qué nos enfadó o nos asustó, y por qué. Reflexionar sobre las circunstancias tan complejas que la vida nos ha puesto por delante, haciendo un esfuerzo para entender las cosas mirándolas cara a cara, dando sentido a las contradicciones con las que nos hemos visto obligados a convivir”.

Todo eso se resume en la “naturaleza humana a la que llamamos arte, en este caso, arte cinematográfico”: “Esta puede ser nuestra contribución. Dejar testimonio de lo vivido. Eso quizá no nos eleve a las categorías esenciales, pero sí a la categoría de convenientes o necesarios o convenientemente necesarios. O a la categoría de los que quieren ayudar y arrimar el hombro”.

Aquí la parte estelar: “Para vivir la vida hay que mirar hacia adelante, pero para entenderla hemos de mirar hacia atrás”. Ha recordado entonces que se encontraban en el teatro en el que se levantó el primer cine que hubo en Málaga, allá en 1907, con el “curioso nombre de Pascualini”.

114 años, nada más y nada menos. “Fue destruido en dos ocasiones, la primera, con una bomba en 1937 y la segunda, en un incendio que hubo en 1988. Pero esta pequeña historia encierra una metáfora que nos puede dar una clave muy simple para afrontar la vida: caer y levantarnos, renacer de las cenizas y continuar hacia adelante”. Ha pedido, por último, un emotivo minuto de silencio para las víctimas de la pandemia.

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