La carrera de David Lowery puede ser una de las más heterogéneas, sorprendentes y eclécticas del cine de los últimos años. Salta de las películas más personales e inclasificables a grandes producciones para Disney sin despeinarse. No se arrepiente de ninguna de ellas, las defiende con uñas y dientes y hasta consigue arañar varios rasgos autorales y personales en todas ellas. Nadie podía decir cuando le descubrimos con aquel western con ecos de Terrence Malick llamado En un lugar sin ley que su siguiente obra sería la versión de acción real de Peter y el dragón.

Lo curioso de Lowery es que no ha usado su cine indie como catapulta para llegar a un cine más ambicioso como ha pasado como Colin Trevorrow, por ejemplo, sino que su carrera es un zig zag en el que alterna unos y otros sin prejuicios, lo que le convierte en un director impredecible y por ello, siempre interesante. Tras la intimidad de A ghost story y ese regalo en forma de despedida actoral para Robert Redford que fue The old man & the gun, había curiosidad por ver con qué nos salía el director.

Como siempre, pocos pudieron adivinar que su siguiente proyecto (que estrena Amazon Prime Video) sería algo como El caballero verde, una revisión de la leyenda artúrica que coge como base una historia de caballerías que le obsesiona desde joven y que ha convertido en una película única, original y con voz propia. Sí, a veces está demasiado ensimismada, se recrea demasiado y es bastante consciente de estar epatando todo el rato, pero nadie puede dudar de la personalidad arrolladora de una película cuya premisa se resume en unas pocas líneas: la historia de Sir Gawain (Dev Patel), el temerario y testarudo sobrino del Rey Arturo, que se embarca en una valiente búsqueda para enfrentarse al Caballero Verde, un desconocido gigante de piel esmeralda que pone a prueba a los hombres.

Fotogram de 'El caballero verde'. Amazon Prime Video

Lowery consigue una mezcla en la que cabe lo íntimo, lo reflexivo y hasta contemplativo, pero todo en un contexto de aventura fantástica con gigantes, hombres árboles, peleas con espadas y todo el imaginario que se espera de una gran producción. Su capacidad de juntar lo íntimo y lo épico funciona y uno entiende que le hayan ofrecido grandes producciones. Si con un presupuesto tan reducido puede hacer una obra que luzca tan bien y tan grande como El caballero verde, qué no será capaz de hacer con un cheque en blanco.

Aunque en lo narrativo recurra a temas que siempre están en su cine, sí que el filme acusa una trama demasiado escueta y austera, pero Lowery siempre se las apaña para darle la vuelta con una imagen tan potente que hace que reconectes con el filme. Ahí radica su punto fuerte, su apuesta visual que es apabullante. Hay tantas ideas visuales, tanto buen gusto y tanto riesgo que uno no puede apartar la mirada de El caballero verde. Da igual que uno no conecte del todo con su historia, o que incluso le parezca una excusa, su derroche estético es tan brutal que merece la pena quedarse hasta el final para ver todo lo que sale de la cabeza de un director tan impredecible.

Una versión adulta de un cuento de caballeros andantes con la que pone los dientes largos de cara a su siguiente filme y el más ambicioso hasta el momento, una nueva versión de Peter Pan para Disney con la que querrá demostrar que es capaz de ser personal también trabajando en grandes producciones y que lo de Peter y el dragón no fue una excepción.

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