De reformar una casa abandonada a una expropiación forzosa: la historia de resistencia de Ignacio Herrero

De reformar una casa abandonada a una expropiación forzosa: la historia de resistencia de Ignacio Herrero

Reportajes

Ignacio Herrero invirtió un año y 25.000 euros en reformar la casa de su abuelo y ahora lucha para que no se la expropien

Demarcación de Carreteras, dependiente del Ministerio de Transportes, planea darle sólo 7.500 euros para ampliar una autovía.

Más información: Alicia Framis, la catalana que se casará con un holograma por primera vez en la historia: "Tiene la voz de mi exnovio"

Bétera (Valencia)
Publicada

Ignacio Herrero jamás pensó que la mayor de sus ilusiones podría venirse abajo, literalmente, tan rápidamente. Tras un año de reformas que él mismo ha realizado y 25.000 euros invertidos en una casa de una finca de 2.000 metros cuadrados que fue de su abuelo, en la localidad valenciana de Bétera, una expropiación para ampliar la AP-7 ha acabado con su sueño de independizarse, pero también con su forma de vida.

Desde el principio, el creador de contenido mostró sus avances en Instagram, donde actualmente posee una comunidad de 160.000 personas que no solo le siguen, sino que le ayudan y aconsejan. Ahora, todo tendrá que cambiar.

Su abuelo falleció a finales de 2023 y la vivienda terminó en manos de su hija: "Llevaba abandonada unos 30 años y me dijo que, si la reformaba, sería mía. Siempre he sido muy apañado para este tipo de cosas, y me gusta restaurar, así que me lancé a ello, también porque quiero independizarme con mi pareja", cuenta a sus 27 años este community manager.

Como las ganas no están reñidas con el conocimiento, este joven asegura que todo le cuesta el doble. "Tengo primero que formarme para luego saber tirar una pared, o levantarla, y cómo hacer la instalación de electricidad o fontanería", ejemplifica.

Por eso, la comunidad de Instagram siempre le ha acompañado en su travesía a través de colaboraciones o simples consejos de personas que sí sabían un poco más de reformas. "El que me sigue desde el primer día sabe el esfuerzo que lleva, porque siempre he contado todo lo que he ido haciendo", comenta.

Ignacio Herrero, frente a la vieja casa de su abuelo que está reformando.

Ignacio Herrero, frente a la vieja casa de su abuelo que está reformando. E.E.

La expropiación

La frustración y la tristeza llegaron a él en forma de carta. A finales de este 2024, una misiva les indicaba que sus terrenos serían expropiados para colocar en ellos el tendido eléctrico que dará cobertura a la ampliación de la AP-7. "Nos lo comunicó la Demarcación de Carreteras, dependiente del Ministerio de Transportes, pero nosotros pensábamos que solo nos expropiarían 12 metros cuadrados", añade.

Herrero se refiere a una comunicación anterior, en la que señalaban que la expropiación solo afectaría a una docena de metros en zona de regadío, y en ningún caso afectaría a la vivienda. Ahora, la Administración les comunicaba que solo les pagaría 7.400 euros por la vivienda, de 60 metros cuadrados de planta, y los 2.000 metros cuadrados de finca.

"Es totalmente inasumible", remarca el afectado. Él mismo explica lo que sucedió: "Parece ser que mi abuelo, sin tener demasiado conocimiento de lo que sucedía, aceptó la tasación del terreno, pero en aquel momento vieron unas ruinas y unos matorrales, como yo me la encontré cuando llegué. Ahora la situación es diferente".

También incide en que la tasación recoge que todo el terreno expropiado es rústico, cuando hay parte de terreno urbano. "Yo entiendo que desde Carreteras trabajan con una antelación a largo plazo, porque esto pasó ya hace unos tres años, pero es que la realidad no es la misma", reitera el joven valenciano.

"Nos dijeron que mi abuelo estaba conforme y que el proceso siguió su desarrollo sin ninguna queja, así que tampoco podíamos realizar ningún tipo de recurso", se queja.

Un proyecto alternativo

Mientras tanto, Herrero se afanó en poder aportar una solución para instalar el tendido eléctrico sin que hubiera que derribar la casa. "Diversos estudios nos indicaban que si la torre de electricidad se movía tres metros más allá, no haría falta tirar abajo la casa y todo se solucionaría", sostiene.

A nivel burocrático no había nada que hacer, por lo que sus esfuerzos viraron a poder contactar con los responsables del proyecto de ampliación de la autovía. Nadie les quería escuchar, para mayor frustración de Herrero.

"Yo entiendo que los funcionarios hacen su trabajo y que los encargados de la ampliación solo ven planos sin conocer las historias que hay detrás, pero creo que este caso merece ser estudiado con detenimiento porque la solución es muy fácil y solventaría todos los problemas", repite.

Ignacio Herrero, frente a la vieja casa de su abuelo que está reformando.

Ignacio Herrero, frente a la vieja casa de su abuelo que está reformando. E.E.

A fin de cuentas, Herrero ni siquiera se opone como tal a la expropiación. Tan solo quiere que no conlleve el derribo de la casa a la que tanto cariño y empeño ha puesto en este último año. "Seguimos en contacto con abogados, pero nos dicen que todo está ya muy cerrado y que poco se podrá hacer. Solo llegando a los responsables y presentándoles la alternativa que hemos ideado se podría salvar la casa", se explaya.

"Era ya mi vida"

Cuando comenzó con esta andadura entre reforma y creación de contenido no sabía que las cosas se podrían torcer tanto. Ni siquiera a día de hoy han localizado el documento que acredita que su abuelo, quien falleció con más de 80 años, aceptó la tasación.

"Esto es mi actual forma de vida. Sabía que me quedaba aproximadamente un año de trabajo en la casa con la ilusión de independizarme después con mi pareja", relata Herrero.

La cuestión sentimental juega un papel importante en esta historia: "Es una casa a la que mi madre también le tiene mucho cariño. En la finca hay un árbol gigante, un algarrobo, donde hace muchos años se reunía toda mi familia, que también vive alrededor de esa zona, y es algo que no me gustaría perder", cuenta.

Volverla a construir con sus propias manos era una forma de demostrar su talante y espíritu de superación. "Para mí esta casa era ya mi vida", sentencia.

Tras la inversión en la reforma, a Herrero apenas le quedan ahorros, por lo que ha preferido guardarlos antes que seguir apostando por la reforma de una vivienda que con toda seguridad terminará echa añicos.

"Yo ya trabajo como community manager para algunas empresas, así que seguramente apueste por seguir ofreciendo mis servicios de esa manera. Eso es lo que me toca hacer ahora, pero en ningún caso lo que querría hacer", concluye.