
Imagen de archivo de Juan José Martínez Riera, coordinador general de Izquierda Unida en las Islas Baleares.
Al menos diez mujeres señalan a Juanjo Martínez, de Izquierda Unida en Baleares, por abusos sexuales: "Es un depredador"
Las víctimas sostienen que el dirigente les coaccionaba y engañaba sistemáticamente con fines sexuales en el seno del movimiento político.
Más información: Los desgarradores testimonios del libro de Cristina Fallarás: relata 1.500 casos, el 70% "de niñas" incluso de cuatro años.
El eco de una acusación siempre viaja con doble filo: el de la denuncia y el del silencio. En Izquierda Unida de las Islas Baleares, al menos diez mujeres han señalado a su máximo dirigente regional por presuntos abusos sexuales. Según ha podido recopilar EL ESPAÑOL, hasta el momento ninguna de ellas ha presentado una denuncia formal.
Pero sus testimonios, desgarradores, configuran un patrón de abuso de poder y violencia psicológica que, según afirman, era un secreto a voces dentro de la organización. Las historias, recogidas en redes sociales, coinciden en la figura de un hombre que, bajo el discurso progresista y feminista del espacio político al que pertenece, habría tejido una red de manipulación y coerción dentro de su partido.
Una de las denunciantes lo define con un término que, según ella, él mismo usaba: "afiliación vaginal". Otra, que asistió a una manifestación feminista y lo vio sosteniendo la pancarta, cuenta que sintió un ataque de ansiedad inmediato. "Pasan los años, pero sigo dudando de ir a las marchas. Si voy, lo hago con miedo, en alerta, por si está... porque sé que aún voy a temblar recordando todos los engaños, abusos, coacciones y amenazas que sufrí".

Captura de pantalla de algunos de los mensajes de las denunciantes.
Al momento de la primera publicación de este artículo, las víctimas con las que ha podido hablar EL ESPAÑOL habían preferido no difundir el nombre y los apellidos del presunto agresor. Sin embargo, horas después Podemos le cesaba del consejo de administración de la empresa pública por las denuncias anónimas, señalándole públicamente. Las declaraciones describen a un hombre que aprovechaba su posición para seducir, presionar, manipular y, en algunos casos, abusar de mujeres militantes.
Un agresor "protegido"
"Me trató como si fuese una pieza más de su maquinaria, diciéndome exactamente lo que sabía que quería escuchar para mantenerme ahí", cuenta uno de los testimonios anónimos. Descubrió, semanas después de su primer encuentro, que él tenía pareja. Tiempo después, supo que su historia no era única, que otras mujeres habían pasado por lo mismo, en una espiral de relaciones degradantes y vejatorias.
El abuso, según los relatos, no terminaba cuando las víctimas intentaban alejarse. Varias mujeres aseguran que él mantenía contacto insistente, enviando mensajes con insinuaciones sexuales incluso años después, aún estando en una relación. Una de ellas cuenta que tuvo que bloquearlo de todos lados porque no dejaba de escribirle. "Un verdadero lobo vestido de cordero", resume.
Los testimonios no sólo señalan al acusado, sino también al entorno que, según denuncian, lo protege. "Las asambleas feministas del partido trataron el tema y ni las propias mujeres dieron credibilidad a los relatos. Sin apoyo, era muy difícil que las víctimas se expusieran", dice una exmilitante. Otra, que acompañó a una mujer a denunciar, asegura que el acusado contaba con un abogado del partido y una estrategia minuciosamente preparada. "Su defensa fue intachable. La nuestra, improvisada".
El silencio institucional se repite en varios relatos. Muchas intentaron alertar dentro del partido, pero el encubrimiento fue sistemático. "No es una ni dos. Lamentablemente somos muchas las que hemos sufrido su modus operandi", dice una de ellas, que afirma conocer al menos seis casos de primera mano. Otra mujer intentó denunciarlo internamente y recibió como respuesta una advertencia velada: "Para no perjudicar al espacio de la izquierda, se hace guardar silencio indirectamente a las víctimas".

Europa Press Madrid
"Favores sexuales"
Pero el patrón de abuso iba más allá de lo personal. Según quienes lo conocieron de cerca, el político usaba el partido como una extensión de su vida privada, instrumentalizando causas sociales y utilizando el poder como moneda de cambio para favores sexuales. "Te ofrecía oportunidades laborales, contratos con horarios flexibles y calidad de vida, siempre que jugaras dentro de sus reglas", afirma una militante que, tiempo después, descubrió que no era la única a quien le hacía ese tipo de propuestas.
Hay quienes, sin haber sido víctimas directas, fueron testigos del ambiente que generaba su presencia. Un hombre que acompañó a una de las mujeres abusadas sostiene que "todo era vox pópuli, pero nadie hacía nada". Habla de fiestas donde el alcohol corría sin control y de un liderazgo basado en el carisma, pero también en el miedo. "Nosotros, los hombres, tenemos que ayudar y desmontar este sistema que maltrata sistemáticamente a las mujeres por el simple hecho de serlo".
Sin una denuncia formal, el caso aún no ha cruzado el umbral de la justicia. Pero el relato de estas diez mujeres, que ahora han decidido hablar, expone una realidad que se ha repetido demasiadas veces en espacios donde el discurso de igualdad no siempre se traduce en prácticas reales. "Por favor, dejad de ser cómplices y callar", ruega una de las denunciantes. "Dejarlo impune es condenarnos a seguir teniendo miedo".