
Jesús Montoya, en una de sus últimas fotos antes de enfermar, en una imagen cedida por su familia. Cedida
Jesús también fue víctima de un mal diagnóstico en Melilla: tras dos meses empeorando, ingresó en Madrid y murió en 10 días
Con un diagnóstico de Crohn en mayo, e ingresado en el Hospital de Melilla, tras pedir el alta voluntaria lo atendieron en el Doce de Octubre, donde en un día dieron con que tenía Amiloidosis, ya muy avanzada, y falleció.
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Daniel Montoya escribe a este periódico: "Acabo de levantarme con la noticia que me enviaban mis hermanas sobre Abdel, un chico [con cáncer terminal] en Melilla. Me gustaría contarte el caso de mi padre (...). Su padre, Jesús Montoya, falleció el 5 de julio de 2024 en Madrid, tras dos meses agónicos ingresado en el mismo centro hospitalario que Abdel. A su padre se le diagnosticó con la enfermedad de Crohn.
Tras perder más de 30 kilos y presentar un deterioro masivo, la familia forzó el alta voluntaria de este hombre -64 años y bombero jubilado- y se lo llevaron al Hospital Doce de Octubre en Madrid. A las horas de ingresar ya habían descartado el Crohn y al día siguiente dieron con el diagnóstico correcto: Amiloidosis, una enfermedad rara que hace que una determinada proteína destruya los órganos si no hay tratamiento. Murió allí, a los pocos días.
La familia se encuentra trabajando ya en la reclamación previa a Muface, responsable de la sanidad en Melilla, como paso ineludible a la demanda posterior.
Jesus Montoya comenzó a perder mucho peso a finales de mayo del año pasado. "Era alto, y pesaba unos 94 kilos". Su hijo Daniel, Policía Nacional en Tenerife, cuenta que "a mí vino a verme a finales de marzo y ya le vi un poco más delgado, pero no le di demasiada importancia. Estando allí se puso mal, con diarreas, vómitos e inapetente, así que se volvio a Melilla e ingresó en el Hospital".
Lo atendía "un internista, aunque su médico era el Digestivo. Creo que el de Digestivo es el mismo que trató a Abdel", sostiene Daniel a EL ESPAÑOL. En mayo a Jesús le llegó el diagnóstico: enfermedad de Crohn. "Le mandaron unos sobres y unas pastillas y le dieron el alta a los diez días. Experimentó cierta mejoría, pero a la semana y media me llama mi hermana y me dice que me vaya a Melilla, que mi padre se está muriendo".
Recuerda Daniel que cada vez que le preguntaba a su padre por teléfono por cómo estaba le decía que estaba bien. "Pero me dijo mi hermana que llevaba 12 días sin comer, que no podía comer, y que lo habían vuelto a ingresar, pese a que de entrada no querían ingresarlo". Daniel vuela a Melilla, ve a su padre y se asusta al verlo.
En ese tiempo, sostiene, "fui testigo de muchos errores e irregularidades. Como darle una pastilla para la hipertensión cuando mi padre no era hipertenso. Para que evitar que se la tomara tuvimos un follón con la enfermera, que decía que sí la tenía prescrita. Al final teníamos razón y se descubrió que tenía mal anotada la medicación".
En el tiempo que estuvo Daniel junto a su padre "mejoró un poco, andaba, pero estaba muy débil. Nosotros no entendíamos nada. Lo que el médico nos decía es que la medicacion contra el Crohn es muy agresiva y que el cuerpo estaba asimilando los medicamentos". Tampoco entendía, sostiene, "cómo el de Digestivo se iba un viernes y volvía un martes. Eso era impresionante: cuatro días sin que lo viera el especialista".
Relata el hombre que un día "hablé con él sobre el tratamiento y conmigo fue amable. Luego me enteré que a mis hermanas y a la mujer de mi padre las había echado en ocasiones de la habitación porque decía que lo que él hablara con mi padre era algo entre él y mi padre, un paciente mayor de edad. Pero es que ese paciente mayor de edad no estaba al 100%, y la familia tiene derecho a ser informada", sostiene.
Pruebas y pruebas
detrás de todo aquello estaba que la familia intuía que algo no iba bien. Al paulatino deterioro de Manuel se unía "que no paraban de hacerle pruebas. De hacerle analíticas. Se las hacía el internista. Luego sabríamos que intuía que lo de mi padre no era Crohn".
Prosigue Daniel su relato contando que tuvo que regresar a Tenerife y a los pocos días le llamó su otra hermana. El estado del padre había empeorado mucho más. No se movía. No hablaba. Se alimentaba por sonda. Había perdido ya 30 kilos. "Aquí está pasando algo, me dijo. Así que movimos Roma con Santiago y hablamos con la Unidad de Crohn del Hospital Doce de Octubre, que nos dijeron que lo trasdáramos a Madrid".
Pidieron el alta voluntaria. "Se negaron. Al principio se negaron. Dijeron que iban a intentar derivarlo ellos a algún hospital, pero pasaron dos días en los que no hicieron nada, no lo trasladaban ni sabían, constatamos que estaban dando palos de ciego y mi familia firmó el consentimiento de alta".
Daniel llegó a Madrid desde Tenerife el mismo lunes de finales de junio en el que ingresó su padre. "Al verlo, ya me dije que no salía. No se movía, no hablaba, su estado era fragilísimo...". Al día siguiente descartaron la enfermedad de Crohn, y en menos de 24 horas dieron con el diagnóstico correcto: Amiloidosis, una enfermedad rara que hace que las proteínas amiloides se depositen en los órganos vitales e impida su funcionamiento.
"Es degenerativa. El tratamiento alarga la vida. Pero es que mi padre llegó sin ningún tipo de oportunidad". Le dieron un solo día de tratamiento, y por la extrema debilidad que presentaba, se decidió esperar un día para repetirselo. Falleció al día siguiente de iniciarlo. "Hubo que sedarlo por la tarde".

Jesús Montoya, en otra imagen cedida por su familia. Cedida
Al llevar el historial médico de Melilla, los médicos del Doce de Octubre "nos dijeron que, por las pruebas que iba pidiendo el internista, intuían que ya sospechaba que no era Crohn y que era Amiloidosis. De hecho, en el último de sus informes puso 'sospecha de Amiloidosis' para curarse en salud. Pero ya estaba sentenciado: cuando fue a morir, tres cardiólogos no le encontraban el corazón. Tenía los órganos deshechos".
"Por eso, tristemente, lo de Abdel no me sorprende", explica Daniel Montoya. "El año pasado la sanidad de Melilla no le dió oportunidad alguna a mi padre. Es una triste historia, mi padre era muy buena persona, exbombero muy conocido allí, con muchísimas ganas de vivir, hiperfamiliar, con cinco hijos y cuatro nietos, y era un corazón con piernas, un hombre bueno de verdad".
Cuenta Daniel, que es el mayor de los cinco hermanos, que en Melilla "se empeñaron con el Crohn, cuando el Crohn tiene su medicación y de vez en cuando da un brote. Su estado era incompatible con el Crohn. No sabían lo que tenía", sostiene.
"Es muy duro esto. Mi padre apagó muchos fuegos en Melilla durante 40 años, salvó muchas vidas, cotizó y pagó con sus impuestos la sanidad pública, de la que era un gran defensor... y cuando lo necesitaba, en Melilla le falló. Estoy preparando la reclamación previa a la demanda y en realidad no queremos ni que la estimen: reclamamos porque es el paso previo para ir a los tribunales, y vamos a pedir lo máximo que se pueda".