El coronel Quesada lee un fajo de papeles bajo un cuadro Felipe VI. Su despacho, de paredes blancas y lisas, evoca ese espíritu militar propio de los oficiales del Ejército del Aire y del Espacio que aspira a la sobriedad y al pragmatismo. Lleva poco tiempo al frente del Centro de Experimentación de El Arenosillo (CEDEA) y del Centro de Ensayos para Unmanned Systems (CEUS), dos entidades que, unidas bajo el paraguas del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), constituyen uno de los entornos de experimentación de drones no tripulados de uso militar y civil más avanzados de Europa.
Afuera, el sol y las nubes juegan al claroscuro; ni siquiera este entorno privilegiado del parque natural de Doñana, en Mazagón, Huelva, se salva del azote de la lluvia. "Pero estoy seguro de que podremos despegar", asegura el oficial, ya en pie y en dirección a la sala de control. "Vamos a ver el lanzamiento del SCRAB II, un blanco aéreo". Las tres estrellas bordadas en dorado en las vueltas de su puño señalan su reciente ascenso, y las decenas de medallas y condecoraciones que cuelgan de su uniforme evocan un prolífico pasado como jinete del aire.
Antes de servir en el CEDEA-CEUS, el coronel Quesada fue jefe del Destacamento Aerotáctico en Yibuti, enmarcado en la Operación ATALANTA; allí pilotó un mastodóntico P-3 Orión de 35 metros dedicado a la patrulla marítima y a la guerra antisubmarina. Hoy cambia los gigantescos Lockheed que sobrevuelan las peligrosas aguas de Somalia por la calma administrativa al frente a la costa onubense.

El coronel Quesada posa junto a uno de los aparatos que realizan el seguimiento de los drones una vez están en vuelo. E. E.
En el lado derecho de su traje refulgen bajo el sol las alas doradas de la aviación naval estadounidense, donde se formó como piloto. "Es el mismo pin que lleva Tom Cruise en Top Gun", bromea el militar. A su lado, completan el cuadro honorífico los reconocimientos de la operación Libertad Duradera, de la diplomatura del Estado Mayor y un distintivo que certifica las 4.000 horas de vuelo. Su impecable trayectoria le convierte en un candidato ideal para dirigir una de las apuestas aeroespaciales de vanguardia en España.
"Aquí se realiza investigación básica y aplicada tanto en el terreno de las energías renovables como de la transformación de energías fotovoltaicas en hidrógeno, así como su posterior uso como energía eléctrica para propulsión", comenta el coronel mientras un grupo de ingenieros revisa en sus pantallas las zonas "sensibles" por las que pasará el SCRAB II. "También nos centramos en realizar ensayos con vuelos reales de prototipos para las calificaciones de los sistemas aeronáuticos, espaciales y de Defensa".
En el CEDEA se prueban componentes y sistemas y se realizan experimentos con drones civiles y militares. "Los primeros están destinados a la agricultura, a la inspección de infraestructuras y a las emergencias, mientras que los militares pueden tener funciones de vigilancia, de reconocimiento o incluso el potencial de participar en misiones de combate".
Las plataformas de despegue del CEDEA-CEUS son utilizadas por numerosos sistemas aéreos no tripulados (UAS) pilotados por control remoto (RPAS) desde salas de operaciones supervisadas por ingenieros aeronáuticos. A través de unos potentes teodolitos ópticos de seguimiento –unos instrumentos de alta precisión similares a telescopios– rastrean visualmente la trayectoria del objeto en vuelo y recogen los datos de su navegación, lo que se conoce como análisis trayectográfico. Los datos obtenidos garantizan una evaluación precisa del rendimiento del vuelo, lo que permite optimizar tanto las características técnicas de los sistemas probados como su operatividad en misiones futuras.
Así ensaya Defensa con drones para interceptar misiles balísticos en el CEDEA-CEUS
"A mediados de año empezaremos a operar el dron táctico SIRTAP, de Airbus, que servirá en las Fuerzas Armadas tanto para el Ejército de Tierra como para el Ejército del Aire y del Espacio. Después llegará el famoso Eurodron, mucho más estratégico". Ambos están clasificados como 'grandes drones'. Entre los de fabricación propia del INTA se encuentra el MILANO, un sistema aéreo táctico español no tripulado y de gran autonomía que opera a altitudes medias. Su objetivo es realizar misiones de reconocimiento, vigilancia y adquisición de blancos.
Sin embargo, el SCRAB II que está a punto de despegar es un dron mucho más ligero. Se trata de un blanco aéreo diseñado para simular amenazas en el aire durante los ejercicios militares. Esto permite el entrenamiento y la evaluación de los sistemas de defensa antiaérea y los propios sistemas de defensa de las aeronaves. Es, en esencia, un señuelo para ensayar con sistemas de defensa como misiles.
"Tenemos la capacidad de caracterizar y evaluar misiles Tierra-Aire, Aire-Aire, Aire-Tierra y Tierra-Tierra. Por ejemplo, probamos prototipos de misiles balísticos e infrarrojos para analizar si un blanco aéreo consigue zafarse de su agresor; también realizamos ensayos con aeronaves que disparan bengalas para despistar misiles. Para ello, utilizamos misiles telemétricos sin carga explosiva, aunque en etapas de mayor madurez tecnológica podemos usar equipos reales. Además, en nuestro centro realizamos las calificaciones de misiles [una suerte de certificación u homologación] para todas aquellas empresas amigas –además del Estado– que requieran de nuestros servicios".
Desde la sala de control, el piloto del dron se prepara para el lanzamiento. Abajo, en una plataforma de despegue, que no es sino una suerte de catapulta de lanzamiento neumático, el motor del SCRAB II ruge con fuerza. Es pequeño, pero potente. Puede llegar a alcanzar hasta 100 metros por segundo, es decir, 360 kilómetros por hora, y su autonomía en vuelo es de 30 minutos. "Aunque hoy haga de blanco, también se le pueden colocar cargas explosivas y operar de manera ofensiva", señala uno de los operarios.

Logotipos del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y del Centro De Experimentación De El Arenosillo (CEDEA). E. E.

En el interior de una de las salas de operaciones del CEDEA, un centro dependiente del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). E. E.
"Listos para el despegue inminente", proclama el piloto desde la sala de control. El primer lanzamiento falla por un pequeño error en el despliegue del paracaídas. El SCRAB cae sobre la arena de la playa. "Por eso, siempre que se realiza una prueba de estas características debe despejarse la zona de lanzamiento y reservar el espacio sobre el mar en el que se va a ejecutar el ensayo", continúa el coronel Quesada.
El militar señala de nuevo una de las pantallas. "Ahí va el segundo SCRAB". Esta vez, el despegue es impecable y, en cuestión de segundos, el aparato se convierte en un insignificante punto negro a unos 6 kilómetros de distancia.
De la NASA al Miura 1
El CEDEA nació en 1966 en el marco del creciente interés que tenía España de promover la investigación aeroespacial. Su construcción surge a partir de un acuerdo de colaboración entre el INTA y la NASA estadounidense para realizar lanzamientos de cohetes de sondeos atmosféricos.
Esta alianza permitió a España acceder a tecnología y conocimiento puntero de la época. La ubicación en Mazagón, a escasos metros de la costa de Huelva, fue estratégica: las condiciones meteorológicas, la cercanía del mar y el amplio espacio aéreo no transitado de la región se volvieron factores clave. Es por eso que este espacio cuenta con 1 millón de hectáreas de exclusión aérea.
Desde entonces, la actividad del CEDEA se ha centrado en el lanzamiento y prueba de cohetes-sonda utilizados para investigaciones científicas de la atmósfera y el espacio cercano, así como en el desarrollo de tecnología aeroespacial y de defensa puntera. A lo largo de su historia, se han realizado más de 600 lanzamientos.
El centro, que figura como Organismo Público de Investigación (OPI), desempeña, además, un papel crucial en la medición atmosférica, en la observación meteorológica y en el ensayo de sistemas con instrumentación de seguimiento y trayectografía, es decir, el análisis de la trayectoria de un objeto en movimiento para evaluar su comportamiento en vuelo. Con una infraestructura avanzada que incluye plataformas de lanzamiento y sistemas de rastreo ópticos y por radar, el CEDEA actúa como un laboratorio de referencia internacional.

El coronel Quesada frente a un antiguo cohete. E. E.

Varios operarios del CEDEA montan un SCRAB II, un sistema aéreo no tripulado pilotado de forma remota, sobre una plataforma de lanzamiento neumática. E. E.
Una de sus colaboraciones más destacadas la realiza con el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) de Francia, donde los españoles desempeñan un papel clave en el seguimiento de lanzamientos desde la Guayana Francesa. Esto se realiza mediante un radar de trayectografía avanzado, esencial para el análisis y seguimiento preciso de trayectorias de vehículos aeroespaciales.
El CEDEA forma parte de una red de infraestructuras tecnológicas. Esta incluye radares de vigilancia aérea y marítima, así como sistemas de rastreo que garantizan la precisión en los ensayos de cohetes, misiles y drones. Además de su colaboración histórica con la NASA, ambos han participado en proyectos de investigación atmosférica y desarrollo espacial conjuntos, lo que incluye el lanzamiento de cohetes-sonda para estudios de la ionosfera y fenómenos meteorológicos extremos provocados por el cambio climático.
Uno de sus grandes hitos tuvo lugar el 7 de octubre de 2023, cuando el cohete Miura 1 despegó verticalmente con éxito desde sus instalaciones. Este lanzamiento marcó un antes y un después en la historia aeroespacial española, al ser el primer cohete desarrollado íntegramente en España por una empresa privada y lanzado desde territorio nacional. Desarrollado por PLD Space, reforzó el liderazgo del CEDEA como plataforma de lanzamiento y ensayo para misiones pioneras.
Por otra parte, la construcción complementaria del CEUS –Centro de Ensayos para Unmanned Systems, es decir, sistemas no tripulados– concluyó en octubre de 2024. Su principal protagonista es una descomunal pista de despegue de 2 kilómetros de largo y 60 metros de ancho diseñada para el desarrollo y validación de vehículos aéreos no tripulados (UAVs). Este centro cuenta con instalaciones únicas en Europa para la simulación, ensamblaje y seguimiento en tiempo real de drones de gran tamaño y peso.

El coronel Quesada posa de brazos cruzados en la novedosa pista de despegue de 2 kilómetros del Centro Europeo de Unmanned Systems (CEUS). E. E.
"Una de sus principales características es que, al tener una pista tan grande, podemos hacer despegues horizontales, lo que nos da mucha más versatilidad. La creación de este enclave responde a la gran demanda que existe por parte del sector de los drones de una instalación de vanguardia. Hoy nos hemos vuelto una parte esencial en este tipo de centros en toda Europa", sentencia el coronel Quesada.
El impacto de la constelación CEDEA-CEUS trasciende el ámbito técnico, consolidando a España como un referente en la experimentación aeroespacial. Este centro ha posicionado al país en el mapa global de la innovación tecnológica, convirtiéndose en un punto de encuentro para la colaboración internacional en el desarrollo de sistemas aeronáuticos y espaciales. "España demuestra así su capacidad para liderar avances tanto en la industria pública y privada como en las aplicaciones militares".
Este artículo ha sido elaborado con la Leica Q3 43, una compañera de confianza que ayuda a nuestros reporteros a elevar la narración periodística visual a otro nivel.
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