El gallo canta pese a que el sol ya está bien alto sobre el cielo de Navarredonda. Su cacareo es casi lo único que se oye en este pequeño pueblo de la sierra norte de Madrid. Eso, y un murmullo cargado de misterio en boca de todos los vecinos: el resultado de las elecciones autonómicas. Por primera vez, el PSOE y el PP han empatado a votos en una localidad tradicionalmente de izquierdas. Tanto, que se la conoce como la “pequeña Rusia”. El mote se debe al clima y al pie del que cojea —ideológicamente, entiéndase— casi toda su pequeña población.

31 a 31. Así quedaron Ayuso y Gabilondo en Navarredonda y San Mamés (ambos están bajo la misma administración pese a que les separan un kilómetro y medio y la clásica rivalidad entre pueblos hermanos). Nunca había pasado, si bien es cierto que el bloque de izquierdas suma más que la derecha. Aún así el cambio es notable.

En las anteriores autonómicas, las de 2019, los socialistas cosecharon 47 votos; Más Madrid, 13; y Unidas Podemos, seis. El bloque de la derecha cosechó en total 37 (20 Ciudadanos, nueve el PP y ocho Vox), es decir, que las tres derechas no alcanzaban al PSOE. Algo similar a lo ocurrido en estas elecciones en toda la comunidad, pero al revés.

Sin embargo, en los comicios del pasado martes la cosa está mucho más repartida: la izquierda suma 56 votos y la derecha, 44. EL ESPAÑOL ha visitado la pequeña Rusia para intentar hallar una explicación a este extraño cambio de tendencia y para descubrir su peculiar historia.

La campana de la iglesia da la una mientras el pequeño Arek juega en la Plaza de la Constitución bajo la atenta vigilancia de su madre, Cristina. Arek es el vecino más joven del pueblo, solo tiene un año y medio. Lo será ya durante muy poco tiempo, porque su madre luce una generosa barriga de siete meses. También tiene un primo en camino. “Aquí, repoblando”, bromea la mujer.

Arek, el vecino más joven de Navarredonda y San Mamés, de solo un año y medio. Jaime Susanna

“Los vecinos siempre han sido más rojos, por así decirlo. Este es el único pueblo que resistió el ataque de los franquistas”, cuenta Aarón, padre del pequeño Arek y encargado del bar La Ronda, que comparte edificio con el Ayuntamiento de la localidad. La explicación que él ve a este cambio es que “se ha empadronado gente nueva”.

Belén González, concejala de Cultura, certifica esto. En el último año, a causa de la pandemia, se han instalado en Navarredonda y San Mamés “unas 14 o 15” personas. Pero también hay más explicaciones posibles: “Ha fallecido gente que tradicionalmente votaba a la izquierda y ha habido traspaso de votos de Ciudadanos”. El partido naranja no se libra del batacazo ni en los rincones más remotos de la comunidad: solo le han votado 3 personas.

“No me gusta un pimiento el resultado”, lamenta Maria Luisa, otra vecina nacida en la localidad y orgullosa votante de izquierdas. Paradójicamente, en Navarredonda los vecinos más mayores son los votantes mayoritarios de izquierdas. Alejandra, de 87 años y madre de la citada concejala, es un buen ejemplo.

El Ayuntamiento de Navarredonda y San Mamés, que comparte edificio con el bar La Ronda. Jaime Susanna

“En las municipales, los socialistas ganan por mucho. La gente que somos de aquí, muy pocos son de derechas. La gente nueva, ya no sé”, explica la anciana vecina. “Sé que ha habido 10 votos a Vox, que ya tiene cojones la cosa”, añade otro vecino que pasa por ahí y es testigo de la conversación.

“Yo sabía que Gabilondo no iba a salir, aunque le voté. Hay que tener un poco de carisma, pero él no lo tiene. Es muy soso, él mismo lo dijo”. Pese a todo, Alejandra muestra su vena demócrata aceptando deportivamente la derrota que ha sufrido la izquierda en la comunidad capitalina: “La culpa será tuya, mía o del vecino, pero Ayuso ha arrasado. Yo sabía que iba a salir, pero no por tanto”.

—¿Le puedo hacer una foto?

—¡Pero bueno! ¿Tú no sabes que una foto mía cuesta mucho dinero? (Risas). Anda, sácala.

Click.

Alejandra, de 87 años, vecina nacida y criada en Navarredonda. Jaime Susanna

Aclaradas las razones de este empate electoral que nadie esperaba, queda otra duda por resolver: ¿Por qué Navarredonda y San Mamés son tan de izquierdas? ¿Cuándo se convirtieron estas localidades en la pequeña Rusia? La explicación está en la historia. Retrocedamos 85 años en el tiempo.

La sombra del tío Carolo

En 1936, cuando estalló la Guerra Civil y España se dividió en zona fascista y zona roja, a Navarredonda le tocó lo segundo, al instalarse un destacamento republicano en la iglesia del pueblo. Mientras tanto, los sublevados habían triunfado en los pueblos adyacentes. El pueblo estaba bajo la alcaldía de Carolo Municio, de tendencia derechista. El hombre estuvo a un paso de la muerte, si no fuera por un grupo de republicanos que intercedió por él. Esto sería clave tras el fin de la guerra.

Las bombas empezaron a caer en el pueblo, provenientes de La Serna, a nueve kilómetros. La localidad fue evacuada. Muchos vecinos se fueron a Pinilla de Buitrago o a Colmenar Viejo. Navarredonda se convirtió en un núcleo de resistencia donde solo había soldados republicanos, que tenían la iglesia como puesto de mando. Esto dio pie a un episodio de lo más paradójico: los franquistas quemaron la iglesia para acabar con quienes se refugiaban en ella.

El templo fue reconstruido en 1962 y hoy sigue en pie, con una cigüeña anidada en el campanario, que parece condición sine qua non para que un pueblo castellano sea considerado tal.

La iglesia de Navarredonda, quemada en la guerra y reconstruida durante el franquismo. Jaime Susanna

El alcalde —conocido como tío Carolo— volvió a su puesto acabada la guerra. Los supervivientes de la quema de la iglesia fueron condenados a muerte, o a un campo de concentración, vaya usted a saber. Pero el tío Carolo no había olvidado lo sucedido cuatro años atrás y no se quedó quieto. Mandó cartas a varios altos mandos del ejército y pudo salvar la vida de algunos de ellos.

“No eran ideas políticas lo que había. Mi abuelo no sabía leer ni escribir, el pobre. Ya me contarás qué ideas políticas podía tener. Pues ninguna. Le tocó estar con los rojos, pues estuvo”, explica Belén, la concejala. A los navarros —ese es su gentilicio— no les importaba si el vecino ondeaba una rojigualda, una tricolor, una rojinegra o ninguna de las tres. Se trataba de salvar la vida de tu primo, de tu hermano, del vecino con el que compartiste patio de colegio.

El tío Carolo, el alcalde salvado por 'los rojos' y salvador asimismo de otros tantos. Cedida

La historia pervivió en la memoria de los vecinos que lo vivieron y contaron. Todo ello fue recogido por la periodista oriunda del pueblo Raquel Rubio, autora de la página de Wikipedia de Navarredonda y San Mamés, que unificaron sus nombres y administraciones en 2001.

El alcantarillado y el agua corriente llegaron a mediados de los setenta; la fibra óptica, en diciembre del año pasado. “¡Ahora se puede trabajar en el pueblo!”, celebra Belén, que vive a caballo entre su localidad natal y Madrid. Es concejala por amor al cargo, ya que ningún concejal cobra. Solo el alcalde tiene una pequeña partida de 200 euros mensuales asignada.

El partido que gobierna —de izquierdas, por supuesto— es la Agrupación Independiente de Navarredonda y San Mamés (AINS). Desde el fin de la dictadura nunca ha gobernado la derecha en Navarredonda. El orgullo de haber formado parte de la resistencia pervive en el pueblo, aunque el efecto Ayuso se haya dejado notar.

Ahora cuenta con 151 vecinos censados y 137 de ellos pueden votar. No hay cuartel de la Guardia Civil, aunque sí un consultorio médico que abre dos veces a la semana. “Aquí hay una tranquilidad y una libertad que no hay en una ciudad. Aquí te puedes dar una vuelta sin mascarilla. No te vas a cruzar con nadie”, asegura Aarón, el dueño del bar.

Con lo que sí se cruza uno al salir del pueblo en dirección a Madrid es con la ermita de San Mamés, un hermoso templo de mampostería y ladrillo datado de finales del siglo XIII. Una placa en sus muros afirma que aquí fue coronada Juana I de Castilla. De poco le sirvió, ya que la Loca nunca gobernó de facto, solo de iure.

La ermita de San Mamés. Jaime Susanna

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