Una veintena de personas acompañaron, el pasado jueves, al féretro del cura Modesto Romero.

Una veintena de personas acompañaron, el pasado jueves, al féretro del cura Modesto Romero. Cedida / Kiko Lara Troncoso

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La Covid acorrala a la secta de El Palmar: 4 muertos y 61 casos entre los 100 curas y monjas

Una visita en Navidad de fieles alemanes y británicos sin PCR pudo provocar un brote en la secta palmariana. La Junta ha cerrado el pueblo.

21 enero, 2021 02:46
El Palmar de Troya (Sevilla)

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El pasado jueves, los sepultureros de Utrera (Sevilla) enterraron al sacerdote palmariano Modesto Romero en el nicho 77, bloque 13, del cementerio de la localidad. El hombre tenía 65 años. A su entierro, celebrado entre boato, asistieron una veintena de personas. 

Tres días después, el domingo, los enterradores hicieron lo mismo con Ana Gladys, una monja colombiana de 82 años. A ella le tocó la tumba número 80, aunque su inhumación fue mucho más discreta.

Dos días más tarde, el martes de esta misma semana, los sepultureros utreranos inhumaron a otros dos hombres, los curas Michel Thomas, de 87 años, y Franz Tappeiner, de 79. A ellos les tocaron los nichos 82 y 83 del mismo bloque del camposanto. 

Los cuatro fallecidos residían juntos en las instalaciones de la Iglesia Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz, ubicada en El Palmar de Troya, una población que se independizó de Utrera en octubre de 2018.

Los tres sacerdotes y la monja murieron a consecuencia del brote del coronavirus SARS-CoV-2 detectado en el interior de la iglesia, cuyo perímetro está protegido por gruesos muros de una decena de metros de altura y vigilado por cámaras de seguridad.  

De los cinco muertos por la Covid-19 registrados hasta la fecha en El Palmar de Troya, cuatro eran fieles de esta iglesia a la que algunos ensayistas y expertos en religiones consideran una secta.

Entierro de un sacerdote palmariano celebrado el pasado jueves en el cementerio de Utrera (Sevilla).

Entierro de un sacerdote palmariano celebrado el pasado jueves en el cementerio de Utrera (Sevilla). Kiko Lara Troncoso

Desde el pasado domingo 10 de enero nadie puede entrar ni salir del recinto. Del centenar aproximado de clérigos que residen allí, al menos 61 de ellos están contagiados, confirman desde la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. 

Cifras dramáticas

Extramuros de la iglesia, en el resto del pueblo, este miércoles había sólo 17 casos diagnosticados, de un total de 78, entre sus alrededor de 2.300 habitantes censados. 73 de ellos se han registrado en los últimos siete días.

El brote detectado entre los fieles palmarianos ha provocado que el Gobierno andaluz cierre perimetralmente la localidad y sólo puedan abrir los negocios de primera necesidad, como colegios, farmacias, gasolineras y tiendas de alimentación. El resto, bares o papelerías, se encuentran cerrados desde ese día. 

La incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes en las dos últimas semanas en El Palmar de Troya ascendía este miércoles a 3.333 casos. Se trata de una cifra 13 veces superior a la barrera simbólica de los 250 casos detectados en los últimos 14 días, uno de los marcadores que sirven para indicar que el riesgo pasa de alto a extremo (aunque no es el único).

“La mayoría de los contagiados en el pueblo están dentro de la iglesia palmariana”, explica el alcalde de El Palmar, Juan Carlos González García. "Este es un pueblo cumplidor por lo general", añade.

La iglesia palmariana se encuentra ubicada a las afueras de El Palmar de Troya (Sevilla).

La iglesia palmariana se encuentra ubicada a las afueras de El Palmar de Troya (Sevilla). Andros Lozano

Visita en Navidad

El regidor señala que el brote dentro de la iglesia palmariana se pudo originar tras una visita multitudinaria de “fieles de otros países en la semana de Navidad”. En torno al 22 de diciembre, concreta. 

“Vinieron alemanes y británicos en coche sin que se les hiciera una PCR al llegar. Tras aquella visita, a principios de enero comenzaron a crecer los casos en los registros oficiales. Ya en esta última semana es cuando se han producido las muertes”, añade el alcalde.

El regidor de El Palmar confía en que este próximo lunes, cuando se cumplan las dos semanas de confinamiento colectivo en la iglesia palmariana, la cifra de contagios sufra un descenso significativo. A partir de ahí, la Junta de Andalucía decidirá si relaja las restricciones en la localidad. 

“No tenemos contacto con nadie del interior. No sabemos qué tal están el resto de contagiados, aunque las autoridades sanitarias provinciales nos informan de que muchos son asintomáticos. Si necesitan ayuda, saben que la tienen como cualquier otro vecino. Pero nadie ha llamado para pedírnosla. Ese es un mundo diferente. Seguimos las indicaciones sanitarias y nada más”, asegura Juan Carlos González.

A la derecha, todavía sin lápida, dos de los cuatro nichos ocupados por fieles de la iglesia palmariana.

A la derecha, todavía sin lápida, dos de los cuatro nichos ocupados por fieles de la iglesia palmariana. Andros Lozano

La iglesia palmariana es una escisión de la Iglesia católica. Para sus fieles, en cambio, el cisma no lo habrían producido ellos, sino la Iglesia romana, que se habría apartado de la verdadera fe. 

El 30 de marzo de 1968, cuatro niñas (Ana García, Rafaela Gordo, Ana Aguilera y Josefa Guzmán)de 12 y 13 años, dijeron que se les había aparecido la virgen María en la finca La Alcaparrosa, a un kilómetro de El Palmar. La iglesia fue fundada definitivamente siete años después, cuando una supuesta aparición de Jesús pidió la construcción de un santuario en aquellas tierras. 

Ginés Jesús Hernández y Martínez, el papa Gregorio XVIII -cuarto pontífice de la iglesia palmariana-, se ha referido a ella en ocasiones como “una especie de secta”. El hombre, un exseminarista y exmilitar murciano, abandonó su pontificado para casarse con una mujer.

"Perdí la fe. Me siento engañado porque todo resultó ser un montaje", le contó a EL ESPAÑOL en mayo de 2016. Dos años después, en junio de 2018, fue apuñalado al colarse encapuchado en la basílica junto a su esposa. En 2019, fue condenado a seis años de prisión por haber robado dentro y herido a dos sacerdotes.