Imagen de las quemaduras provocadas en el cuero cabelludo del joven.

Imagen de las quemaduras provocadas en el cuero cabelludo del joven. Cedida

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Un menor va al peluquero de su pueblo a que le tiña de blanco y le abrasa el pelo: 7.000€ de multa

"Las lesiones se produjeron por la aplicación inadecuada del tratamiento", detalla el fallo favorable al joven, que reside en Iznalloz (Granada).

3 noviembre, 2020 02:23

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Cabeza quemada, calvo, fraile... Son algunas de las burlas que a diario sufrió un menor de edad de Iznalloz (Granada) y que obligaron a sus padres a tomar la difícil decisión de que su hijo dejase de acudir a clase para evitar tales menosprecios.

“Durante un mes llevé la cabeza vendada: las bromas me hacían sentir muy mal”, admite a EL ESPAÑOL este adolescente que padeció todo tipo de mofas por las lesiones físicas y las secuelas estéticas que sufrió tras acudir a una peluquería de su pueblo a tintarse parte de su larga melena -negro azabache-.

“Me quería teñir el pelo para Pascua. Vi un tinte de color blanco en Instagram y me gustó”. Por aquel entonces, Manuel -nombre ficticio- tenía 13 años. El resultado de la visita al barbero no fue el mismo que la foto que vio en aquella red social. Acabó en el servicio de urgencias del Hospital Virgen de las Nieves de Granada con quemaduras de segundo grado. 

“Estaba amargado”, insiste Manuel sobre los efectos psicológicos que le causó aquella visita a una peluquería de Iznalloz y que se acaba de saldar con una condena al barbero. El Juzgado de Primera Instancia número 6 de Granada ha fallado que el peluquero debe indemnizar al adolescente con 7.192 euros.

"Como si fuese paja"

“Le dije que me escocía mucho la cabeza. Veinte veces le pedí que me quitase el tinte y no me hizo caso”, explica ahora el chaval. Aquel 26 de diciembre de 2017, este menor tardó bien poco en comenzar a quejarse del tinte después de sentarse bajo una lámpara de calor, con el producto químico esparcido por su cuero cabelludo, cubierto con papel de aluminio. “Me molestaba tanto que me lo quité todo, me enjuagué la cabeza con agua fría y mi pelo se empezó a caer como si fuese paja”. 

La melena tupida del adolescente acabó literalmente abrasada. “Al regresar a casa llevaba la cabeza con roales sin pelo, como si le hubiesen mordido cabras, le salían pompas en la piel porque la tenía en carne viva y estaba sangrando”, corrobora Marcos, el cuñado de Manuel, y que a la postre se encargó de inmortalizar los efectos del tinte tomando varias fotos que fueron presentadas como prueba en el juicio.

“El chiquillo tenía ilusión de decolorarse de color blanco el casco de la melena y el resto dejársela negra”, explica. El resultado fue una ‘tonsura’, el corte de pelo circular que antaño lucían los monjes, pero con la salvedad de que las quemaduras químicas que presentaba el menor en la coronilla y el resto del cuero cabelludo obligaron a sus padres a llevarle de urgencia al hospital.

Informe de salud mental

“Desde que eso pasó, me acomplejé”, asegura el adolescente, que padece problemas auditivos. Y no exagera. Durante el juicio del que bien podría llamarse el ‘caso tinte’ se aportó un informe de salud mental que determina que este chico padece una “reacción de adaptación”.

Todo ello, según los forenses, como consecuencia de las burlas que sufrió al acabar en la diana de algunos compañeros de colegio por el vendaje que le pusieron en la cabeza y las secuelas estéticas que le causaron las mechas. “Esta reacción de adaptación, de forma somera, puede entenderse como un trastorno de adaptación, constituyendo una reacción emocional o de comportamiento ante un evento o un cambio estresante (...)”, señala el citado documento.

El abogado Joaquín Perales Puertas ejerció la acusación particular en representación de la víctima.

El abogado Joaquín Perales Puertas ejerció la acusación particular en representación de la víctima. Cedida

Los familiares de Manuel exponen a este diario que el menor dejó de ir a clase en el curso 2017-2018 para no sufrir mofas e insultos. “Los profesores le enviaban los deberes a casa”, ejemplifica Andrés, el hermano mayor del adolescente. “El peluquero vino a casa a pedir disculpas, a devolver los 20 euros del tinte y se ofreció a pagar la gasolina por los desplazamientos para el tratamiento médico de mi hermano”.

En la práctica ofreció una indemnización de cero euros para un crío que durante una temporada recibió curas en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada y en el Centro de Salud de Iznalloz. "Mi cuñado es un chico tímido porque tiene un sesenta por ciento de sordera, y lo que ocurrió le afectó porque el pelo le tardó tres meses en volver a crecerle: dejó de salir a la calle y se peleaba con sus padres para no ir a clase", recuerda Marcos sobre el calvario que pasó su familiar.

Sin seguro 

La familia del menor optó por contratar los servicios del abogado Joaquín Perales Puertas. “En este caso tuvimos que recurrir a la vía judicial porque el peluquero inicialmente dijo que tenía un seguro de responsabilidad civil, pero luego no fue así y ejercimos acciones legales”, aclara el letrado del despacho Perales Abogados de Granada.

La acusación particular, al no poder llegar a un acuerdo con el barbero, acogiéndose al baremo de los accidentes de tráfico exigió al dueño de la peluquería que indemnizase a su cliente por las lesiones que le causó con 6.692 euros. También reclamó otros 3.000 euros en concepto de daño moral por el riesgo que para la salud del menor supuso el incidente. En total, al peluquero le reclamaba 9.692 euros por un tinte de pelo mal puesto. 

El dueño de la barbería negó lo sucedido. Así lo recoge la sentencia a la que ha accedido este diario: “En el interrogatorio del demandado, declaró que el menor acudió solo a su local y que durante todo el tratamiento siguió el procedimiento diligentemente, sin que, en ningún momento, el menor le advirtiera de que estaba sufriendo quemadura alguna. Añade que el menor padecía una discapacidad auditiva y que sería por esta razón por la que no le hizo indicación alguna. Asimismo, señaló que terminó el tratamiento adecuadamente sin que se produjera ningún incidente, teniendo conocimiento de los hechos al día siguiente”.

La magistrada del Juzgado de Primera Instancia número 6 de Granada, Montserrat Peña, desmonta la versión del peluquero. “Ahora bien, existen en el proceso pruebas que contradicen lo expuesto por el demandando. En primer lugar, existe un criterio cronológico básico, consistente en que el menor asistió al Servicio de Urgencias el mismo día de los hechos, pocas horas más tarde de haberse producido el incidente. Así, en el informe de urgencias consta que el menor tenía quemaduras de segundo grado en el cuero cabelludo donde se le había aplicado el tinte (...)”. 

Reconoce daño moral

En el fallo la magistrada se adhiere íntegramente al informe técnico pericial aportado por la acusación particular que establece que el origen de las lesiones de Manuel “eran unas quemaduras químicas resultantes de aplicar un producto químico en el pelo (...)”.

El juzgado estima parcialmente la demanda, de forma que condena al peluquero a abonar el importe total de la indemnización que le reclamaban (6.692 euros), así como 500 euros por daño moral.

“En conclusión, atendiendo a lo señalado con anterioridad y a la orfandad probatoria atribuible a la parte demandada, debe de determinarse que las lesiones se produjeron por la aplicación inadecuada del tratamiento al menor”.

El letrado Joaquín Perales Puertas resalta que “no tengo constancia de que en la provincia de Granada se haya emitio un fallo así”. Y lo explica: “Para cualquier tipo de sucela estética, fisiológica o cualquier otro daño personal, siempre se recurre al baremo de tráfico, pero la novedad de esta sentencia es que además el juzgado ha reconocido un daño moral complementario de 500 euros por el riesgo para la salud que corrió el adolescente tras acudir al hospital por el tinte”.

La familia del menor está agradecida a la justicia por la sentencia condenatoria pero lamenta que desde que Manuel sufrió esas secuelas estéticas por abrasarle el cuero cabelludo con unas mechas no ha vuelto a comportarse igual: “Apenas tiene vida social, solo sale de casa para ir al instituto”.