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¿Por qué está tan fría el agua del mar en Galicia?

Bañistas en la orilla indecisos sobre si meterse en el mar: una escena costumbrista que se da en los 1.500km de costa gallega y que augura la gélida temperatura del mar
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Galicia destaca, además de por su cultura, gastronomía e historia, por su extenso litoral paradisíaco que atrae cada verano a miles de turistas que llegan aquí buscando algunas de las mejores playas de España y del mundo. Y no es para menos, porque las fotos que cada verano muestran los medios internacionales nada tienen que envidiar al Caribe o a la Polinesia Francesa.

De hecho, cuando el reconocido diario británico The Guardian afirmó que la mejor playa del mundo era la de Rodas, en las Islas Cíes, el arenal se coló automáticamente en la Bucket List de millones de personas. Y al contrario de lo que sucede en zonas costeras masificadas, en las fotos de la Playa de Rodas no hace falta recurrir al Photoshop para mostrar sus aguas cristalinas sin apenas gente, porque por lo general ni una sola alma se atreve a meterse en el mar. Claro, es una de las playas más frías de España.

Playa de Rodas, en las Islas Cíes.

En el programa de observación satelital Copernicus de la Unión Europea, investigadores afirmaron que el agua de Galicia llega a alcanzar la misma temperatura del Mar Báltico o del Mar del Norte. Te contamos por qué y te proponemos una pequeña guía paso a paso para disfrutar de tu próxima escapada a la playa.

El fenómeno del afloramiento: paraíso de la biodiversidad

Por la costa gallega transcurren diferentes corrientes marinas de diversas temperaturas que dan lugar al afloramiento o upwelling, un fenómeno causado por el anticiclón de las Azores cuyo centro de acción está en las homónimas islas portuguesas. Este sistema de altas presiones afecta a la costa gallega trayendo vientos del norte, que desplazan el agua superficial del mar y favorecen que asciendan las aguas más profundas, que están más frías.

Explicación del afloramiento. Fuente: Bottlenose Dolphin Research Institute - BDRI.

Dichas corrientes gélidas, que están cargadas de nutrientes como el fitoplancton, forman la dinámica responsable de la gran riqueza de nuestras rías. De hecho, el litoral gallego está considerado como uno de los depósitos de fitoplancton más ricos del mundo junto con California, Chile o las Islas Canarias.

Lamentablemente, el cambio climático está provocando graves alteraciones porque cuanta más irradiación solar incide sobre el agua, más caliente está su superficie y más difícil es para las aguas profundas aflorar. Esto causa graves daños en especies como por ejemplo el pulpo, que acostumbrado a vivir a 300 metros de profundidad ahora debe comenzar a desplazarse para huir de ese calentamiento.

Cuanto más calor fuera, más frío dentro del agua

En Galicia no siempre hace frío, de hecho, la temporada estival alcanza los 25 grados de media, garantizando un verano agradable. Pero al hablar de agua la cosa cambia porque el ya explicado fenómeno del afloramiento baja la media de temperatura del mar a los 16 grados. Una aventura solo apta para valientes.

Cabe destacar que esa temperatura varía según cada territorio de costa. Así, aunque que en las Rías Altas predominan la nubosidad y las precipitaciones, la influencia de las corrientes del Golfo de México eleva la temperatura del mar a 20 grados. Todo lo contrario ocurre en la zona de las Rías Baixas, donde suele hacer más calor pero cuyas aguas rondan la escalofriante cifra de 13 grados. Un contraste altísimo que nada tiene que ver con los casi 30 grados que alcanza el arenal de El Postiguet, en Alicante.

Consejos útiles para valientes

Si quieres vivir la experiencia de bañarte en Galicia deberías hacerlo de golpe y sin pensarlo, con cabeza incluida. Pero como entendemos que hay personas que prefieren ir paso a paso, así que aquí van algunas directrices que te ayudarán.

Aunque el sol caiga a plomo y la arena queme, no te confíes porque es muy probable que el agua te sorprenda al tocar tus pies. Un paseo por la orilla siempre es un acierto, aunque ten cuidado con los más pequeños (no sienten el frío) y con las olas (no conocen el respeto). Otra opción es jugar a algún deporte con los pies dentro el agua, como por ejemplo a las palas. Y además si la pelota sale disparada ya no tendrás excusa porque deberás ir mar adentro al rescate.

Una vez aclimatados, caminar hacia el horizonte disfrutando de una vista al infinito Atlántico se vuelve relativamente fácil hasta que el agua comienza a superar las rodillas, se clava como cuchillas en la piel y entumece las articulaciones. Es en este preciso momento que se da un punto de inflexión en el que los bañistas deciden quedarse anclados, sin renunciar del todo pero pensando hasta qué punto compensa ese baño.

Tú continúa, piensa en ese calor que te abraza y agárrate a la idea de que merece la pena. Debes pasar por esto si vienes a Galicia.

Con el agua rozando las zonas más sensibles del cuerpo, puedes atenuar la sensación de frío y rigidez corporal humedeciendo brazos, nuca y estómago. Un ritual que aunque no está científicamente comprobado que funcione, parece que psicológicamente ayuda. Todo este proceso, claro, acompañado de respiraciones convulsivas y aspavientos mientras buscas una mirada familiar en la costa para se una a tu soledad en medio del mar.

Llegado el momento, verás que es muy típico hacer la inmersión de espaldas al mar para evitar mirar de frente a esas desafiantes corrientes gélidas. Una vez sumergido busca una fuente de calor interno - nada o bucea - y aguanta, porque te aseguramos que sí es posible disfrutar de un baño placentero en las limpias y cristalinas aguas de la costa gallega.

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