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Videoclub Europa: El "ultimo superviviente" del alquiler en Santiago de Compostela

Situado en la calle de Santiago de Chile, este histórico negocio cuenta con alrededor de 30.000 títulos de cine independiente o clásico, entre otros géneros
Fachada del Videoclub Europa en Santiago de Compostela.
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Fachada del Videoclub Europa en Santiago de Compostela.
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Bajando por la calle de Santiago de Chile hacia la rotonda de la Galuresa, se encuentra en el número 32 un establecimiento, a día de hoy, un tanto peculiar. ¿Siguen existiendo los videoclubs en el 2021? La respuesta es sí.

El videoclub Europa abrió por primera vez en el 1990 de la mano de Manuel Gil y Margarita Méndez, en un momento en el que sólo existían dos televisiones nacionales y los jóvenes iban al cine para nutrirse audiovisualmente. Además, Santiago en aquel momento era el epicentro universitario gallego, ya que las universidades de A Coruña y Vigo estaban comenzando a gestarse.

El videoclub comenzó con un servicio de socios en los que los clientes se registraban y pedían la cinta que quisieran ver o comprar, "de la misma manera en la que funciona una biblioteca". Al principio empezaron anotando a los socios con papel y bolígrafo, pero a medida que fueron pasando los años y comenzó la era tecnológica, crearon una base de datos con los títulos de las piezas y los socios del local. En sus mejores años, llegaron a tener alrededor de 20.000 socios en una ciudad que roza los 100.000 habitantes.

Uno de los pasillos del Videoclub Europa, en la calle de Santiago de Chile. Cedida

30.000 títulos en sus estanterías

Con la llegada de las plataformas de streaming, el mercado del videoclub tradicional se vio entre la espada y la pared, pero aún así el videoclub Europa sobrevive y cuenta con alrededor de 30.000 títulos (Netflix en España con 4.622). "Tenemos mucho cine independiente, cine español, clásicos... el mercado de los videoclubs es ahora un poco más para el sibarita y no para el que busca estrenos del montón", afirma Méndez.

Cuando empezaron en los 90, el tiempo que tardaba en llegar una película del cine al formato cinta era de unos seis meses, más o menos. "Hay que darse cuenta de que por aquellos años por no haber, no había ni televisión. Por lo tanto, los cines le sacaban el mayor partido que podían a los largometrajes, y cuando tocaba cambiar la cartelera era cuando las películas llegaban a los videoclubs y a los puntos de venta", dice Méndez.

Sin embargo, ahora las películas llegan al videoclub al mismo tiempo que se estrenan en las plataformas de streaming (las de los cines todavía siguen tardando un poco más). ¿La diferencia? Algunas plataformas, como Amazon Prime Video, tienen un catálogo muy extenso por el que hacen pagar más al cliente si quiere ver un título en concreto.

Interior del Videoclub Europa, en Santiago de Compostela. Cedida

Máquina-cajero para alquiler de cintas

En el Videoclub Europa se pueden alquilar y comprar las cintas que se desee y el precio del alquiler oscila entre los 2 y 3 euros. "El tiempo de alquiler depende de si es un título nuevo (un día), si no lo es (2 días) o si es una serie (una semana)", cuenta la encargada. Además, cuentan con una maquina-cajero desde la cual se puede alquilar la cinta que se prefiera en cualquier momento, sin necesidad de tener que esperar a que abra el local.

Aunque los ingresos fueron decayendo con el tiempo, Méndez asegura que lo que "más les hundió fue la pandemia". "Al no salir de casa, la gente que aún no tenía cuenta en plataformas streaming acabó haciéndose una. Es un sector que se quedó un poco colgado", manifiesta. Además, sostiene que algunos clientes que solían ir por el negocio dejaron de hacerlo a causa de la pandemia.

Para atajar estas pérdidas, el videoclub decidió buscar ingresos por otra parte y parte de la solución la encontraron en las máquinas 24 horas que instalaron en la entrada del local. De todos modos, para ellos lo importante es seguir con el comercio de piezas audiovisuales aunque sea una batalla dura contra los gigantes del mundillo, "que cada día nos comen más el terreno".

Asimismo, Méndez expone que "el mercado es cíclico y las modas vuelven a resurgir de sus cenizas". "Hay gente que vuelve para recuperar ese recuerdo del trato personal que había antes con el encargado y de salir por la puerta del establecimiento con la película entre las manos", rememora la propietaria con nostalgia.

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