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Personas y talento, principal ventaja competitiva

Una reflexión sobre la agilidad empresarial por parte de Óscar Naveiras Picos, socio fundador de Kelea
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Decía Pedro Miro, CEO de Cepsa, que en el mundo en el que competimos, en el cual las materias primas son las mismas para todos y la tecnología está al alcance de la mano, que la diferencia la marcan las personas. Y es que si hace 20 años, el acceso a la financiación para la compra de maquinaria marcaba la gran diferencia, hoy todo el mundo es consciente que el talento humano es la principal ventaja competitiva de las organizaciones. 

Por este motivo, los últimos años hemos estado viendo como empresas de todos las industrias y sectores, grandes y pequeñas han empezado su transformación a modelos ágiles de trabajo. La revolución que empezó en las áreas de tecnología, hoy está calando de lleno en las áreas de recursos humanos, áreas que por su función sistémica y transversal, tienen la capacidad de influir y de impulsar agile en toda la organización,  logrando entre otras cosas, mejorar la agilidad de sus negocios.

¿Qué es la agilidad empresarial?

Todo el mundo es consciente que en el mundo animal, no es la especie más fuerte la que sobrevive sino la que mejor se adapta al cambio. Lo mismo sucede hoy en día con las empresas. En ese sentido, la agilidad se ha ganado por méritos propios, el reconocimiento de ser el mecanismo para que las organizaciones logren la adaptabilidad y flexibilidad que sus mercados complejos y dinámicos necesitan.

El ingrediente principal de la receta para logra la agilidad, está formado por un conjunto de principios y valores, que se acompañan por una serie de comportamientos, prácticas generales, modelos de trabajo y herramientas. Todo esto permite a las organizaciones responder rápidamente frente a los cambios que se producen en sus entornos. 

En el año 2001 el manifestó agile sentó los principios sobre los que se basan los diferentes marcos de trabajo: personas en el centro, aportación de valor temprana, colaboración con el cliente y la adaptación al cambio. Los marcos agiles más conocidos seguramente sean Scrum y Kanban que, si bien tomaron gran relevancia para equipos de tecnología, cada vez están más extendidos a otros ámbitos como la parte de negocio, educación, etc. Estos marcos de trabajo buscan ayudar a los equipos a autoorganizarse, facilitar el detectar impedimentos o cambios en el entorno y adaptarse a estos y a interactuar con el usuario o cliente para recibir feedback temprano y así tenerlo en cuenta en el trabajo del equipo.

Por nuestra experiencia los principales retos organizativos con los que se encuentran los directivos para lograr esta rápida capacidad de adaptación son los siguientes:

  • Cadena de valor fragmentada en silos y dependencias entre equipos, lo que genera problemas de comunicación y colaboración.
  • Gran cantidad de interrupciones lo que provoca una perdida importante de foco y por lo tanto de eficiencia en el trabajo de nuestros colaboradores.
  • Poca claridad en los objetivos lo que genera un cambio de prioridades constante desencadenando un excesivo nivel de multitarea.

En resumen, la agilidad en su esencia, busca dar respuesta a todos estos retos.

HR como agente de cambio

Como hemos comentado, la alta competitividad y dinamismo que existen en los mercados, demandan una adaptación constante y una evolución a todos los niveles de una organización. Desde el departamento comercial, pasando por la operación, hasta las áreas corporativas o de servicio, requieren de esta evolución. La mayoría de retos que esta necesidad de transformación genera, se encuentran dentro de la agenda de los directores de recursos humanos para los próximos años.

Esto convierte a HR en una pieza clave, contribuyendo directamente al negocio y a los resultados de la compañía, aquí es donde los principios y valores ágiles funcionan como pegamento entre todas las áreas y funciones de la organización. Por ejemplo, desde un área de recursos humanos ágil se promovería la creación de equipos multidisciplianares y autorganizados, que rompen con los silos y jerarquías establecidos, reduciendo la burocracia y maximizando la eficacia y la entrega de valor. Y es que los objetivos nunca se logran con el resultado del trabajo de un individuo, sino con el resultado del trabajo colaborativo de un grupo de individuos que probablemente no pertenezcan al mismo departamento ni desarrollen la misma función.

Además de los cambios en los equipos, la agilidad actúa directamente sobre la forma en como la organización entrega valor, promoviendo la priorización constante y entrega iterativa en ciclos cortos, incluyendo también ciclos de feedback con usuarios o clientes finales. Todo esto con el objetivo de ser capaces de adaptarnos a sus necesidades en el menor tiempo posible y al menor coste posible.

Por último, al igual que para los departamentos de tecnología, referentes en el mundo de los recursos humanos han generado un manifestó con los principios y valores ágiles para esta función. Manifestó que promueve entre otras cosas, la creación de redes de valor, la transparencia, la adaptabilidad, la motivación, el compromiso así como la inspiración y ambición a todos los niveles de una organización.

Un antes y después de agile

Por nuestra experiencia en proyectos de transformación de este tipo, desde Kelea estamos viendo como la mayoría de personas que trabajan en organizaciones que promueve los principios y valores agiles, no estarían dispuestas a volver a trabajar en una organización con un modelo de trabajo tradicional. La agilidad rompe con muchos paradigmas establecidos, logrando equipos y personas más motivas, más comprometidas y alineadas con un propósito común.

Personalmente, si algo hemos aprendido estos últimos años, es que los empresarios y directivos debemos centrarnos en adaptar nuestras organizaciones al mercado, aunque no lo parezca, es mucho más sencillo que que el mercado se ajuste a nuestra organización.

Óscar Naveiras Picos
Socio fundador de Kelea

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