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Una parcela de A Coruña, el teatro Linares Rivas y el Cine Avenida

La historia de una parcela con suerte en la que primero se construyó el Teatro Linares Rivas y posteriormente el Cine Avenida. Dos edificios y un lugar en la ciudad.
El Teatro Linares Rivas y el Cine Avenida, dos edificios que ocuparon la misma parcela.
El Teatro Linares Rivas y el Cine Avenida, dos edificios que ocuparon la misma parcela.
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A veces unos profesionales miran a otros sin que eso parezca plausible. Era algo muy conocido en la California de los cincuenta que Billy Wilder en su despacho tenía un cartel que ponía ''What would Lubitsch have done?'' (¿Qué habría hecho Lubitscht?). Parece ser que el gran director se preguntaba cómo lo haría su apreciado maestro, a pesar de que tan sólo los separaban un par de décadas. Esta relación de admiración y respeto entre Wilder y Lubitsch es una materialización de la herencia cultural que está por encima de estilemas, y pretende profundizar en el avance de la propia disciplina. Un diálogo diplomático que no siempre ocurre entre los profesionales del arte, pero a veces, casi como una errata, dos maestros se dan la mano, se levantan el sombrero o al menos se dan las buenas tardes educadamente. 

Una historia parecida podría haber sido contada en el escenario de una de las parcelas con más suerte de A Coruña, la que ocupa actualmente el Cine Avenida. Se trata de un lugar común y, sin embargo, una finca especial. Unos metros más abajo hay restos romanos, parte de esa domus que se encontró durante la fase de cimentación del edificio Abanca. Unos cuantos siglos después se construyó el Salón de Espectáculos Doré, luego el Teatro Linares Rivas y finalmente el actual y abandonado Cine Avenida. Será quizás esa suma de trazas intensas la que da como resultado que el lugar sea tan especial y termine por convertirse en escenario en que arraigar piezas arquitectónicas de singularidad holística

Este es un relato que comienza en medio de la historia. Como muchas películas de estructura novelística, el punto de inflexión sucede en medio de un contexto general. Pumpkin y Honey Bunny dan el pistoletazo de salida de Pulp Fiction, generando no una trama, sino un universo en torno a una pequeña acción: una constelación de pequeñas historias que conforman un mosaico narrativo. De la misma forma, cuando el Teatro Linares Rivas se sustituye por el cine Avenida, se crea una antología en torno al lugar, que entonces ya cuenta con un contexto urbano sólido, pujante y enérgico.

El Teatro Linares Rivas en Los Cantones

Salón de espectáculos, teatro, cine

El teatro Linares Rivas se conserva en las fotografías (no sucede así con la salón de espectáculos) mostrando un espléndido estilo modernista muy arraigado en A Coruña, mientras que el cine Avenida que lo sustituyó presenta un lenguaje racionalista con algún elemento Art Dèco. Entre ambos hay muchas diferencias y, sin embargo, como a Billy Wilder y Ernst Lubitsch, tan sólo los separa un paso.

El Teatro Linares Rivas es una obra del arquitecto Leoncio Bescansa Casares (1879-1957), quien redactó el proyecto y dirigió su construcción en 1919 (la licencia se solicita el 14 de febrero y se le concede el 14 de marzo, comenzando la demolición de las construcciones preexistentes propiedad de la viuda de Vicente Valcarce que arrenda por 25 años la parcela). La estructura funcional del teatro es realmente sencilla, a pesar de una morfología muy estrecha que incorporaba una casa hacia la calle de la Estrella que se mantuvo y reconvirtió en guardarropa y almacén.

El espacio disponible se aprovecha incorporando en su interior 1170 butacas (576 en el foso y el resto repartidas entre palcos y anfiteatros) y un escenario que está diseñado para albergar obras teatrales (8,40 x 11m), pero también proyecciones cinematográficas, por entonces incipientes. Aunque inicialmente iba a mantener el nombre de Sala de Espectáculos Doré, el propietario del futuro teatro solicita cambiar su nombre por Linares Rivas en homenaje al dramaturgo compostelano, académico y político (primo segundo del alcalde coruñés Maximiliano Linares Rivas en 1922 y 1930-1931). 

Bescansa habla de las referencias a esta obra enmarcándola dentro de un modernismo de inspiración vienesa, desarrollado de manera muy expresiva por el arquitecto austríaco Otto Wagner. Observando el lenguaje de Wagner, es fácil detectar la misma sintaxis en la fachada diseñada por Bescansa. 

''La decoración de la sala corresponderá al destino del edificio y será reflejo fiel de la construcción utilizando al efecto los resaltos de pilastras para entrepañar y las líneas de suelos y techos para correr escocias, zócalos y cornisas, respondiendo el conjunto principal a la arquitectura moderna inspirada en las enseñanzas del sabio arquitecto austríaco Otto Wagner'' Bescansa, cita recogida por M. Paz Llorente en el artículo 'El salón de espectáculos Teatro Linares Rivas de la Coruña'

Imagen teatro de Linares Rivas

Hay elementos comunes: el gran arco muy similar al del pabellón de Wagner en Karlsplatz, los mascarones (inspirados en la modelo prerrafaelita Elizabeth Siddal) o las águilas. Si bien, la obra construida no tuvo tanta ornamentación como el alzado de proyecto. Además, el gobierno civil realiza varios comentarios al proyecto que, desde la mirada técnica actual casi ponen la sonrisa en cualquier arquitecto, ya que parecen extraídos ayer mismo de una ordenanza municipal o del Código técnico de la Edificación: definición de una escalera suave y con pasamanos, cabina de proyección de material incombustible o indicación de las 'salidas de urgencia' en todas las plantas. Aspectos que, por entonces, la norma no regulaba de una forma tan estricta como hoy en día. Al margen de sonrisas, el aspecto de mayor importancia en este proyecto es la protección frente a incendios, y es que a finales del siglo XIX y principios del XX fueron muchos los teatros que desaparecieron entre llamas. En casi todos los casos, estos incendios se debían a estructuras de madera obsoletas y decoraciones fácilmente inflamables. Cuando la catástrofe además incluía víctimas por encontrarse el edificio en uso, el desencadenante estaba relacionado con un pésimo diseño de las vías de evacuación, casi siempre debido al reaprovechamiento de edificaciones muy antiguas.

''En el siglo XIX el ministro francés Berthelot declaró tras el incendio de la Opera Cómica de París (1887) que los teatros estaban condenados a arder, tarde o temprano. La estadística señalaba que casi el 30% de los teatros eran destruidos entre el primer y el quinto año de apertura. El mayor grado de peligro surgía durante los preparativos de la representación y al finalizar la vigilancia tras la función, con las prisas del cierre. Tras el incendio del Ring Theater de Viena en 1881 se produce un verdadero empeño en el estudio de estos accidentes para mejorar la seguridad del público. Se establece en 1904 un Comité a través de la Asociación austriaca de Ingenieros y Arquitectos, encargado de realizar modelos de teatros.'' Andica en 'El incendio de teatros', para Diazcaro, 2014

Un cambio próximo del teatro al cine 

El teatro estuvo en uso durante muchos años, albergando numerosas obras, y siendo uno de los más frecuentados por la población hasta finales de los años 30, cuando fue demolido para dar paso a la construcción de un nuevo edificio: el Cine Avenida. La programación del teatro, que superaba ligeramente en aforo al Teatro Rosalía (entonces Teatro Principal), era homogénea salvo un breve período durante la Segunda República, en la que la iniciativa ''Viernes Atlas'' incorporaba la proyección de cine europeo alternativo y moderno. Fue en su momento la vanguardia de este tipo de cine en A Coruña. Las películas proyectadas en esos ciclos escapaban del cine de entretenimiento de Hollywood (más plano y carente de crítica), y eran de acceso libre para todo el mundo. Entre los títulos proyectados destacan: El camino de la vida (Nikolai Ekk, Rusia 1931), Hampa (Phil Jutzi, Alemania1931), Las maletas del señor (Alexei Granowsky, Rusia 1931) o la suiza Maternidad a la vida (Eduard Tissè, 1930). Este teatro se había convertido no sólo en una sala de espectáculos más, sino en la puerta de entrada de la modernidad europea y del debate cultural, político-social e incluso moral.

Mascarones: triste y alegre el teatro Linares Rivas por Nuria Prieto

"Del mismo modo que todo el mundo odia a Estados Unidos, todo Estados Unidos odia a Hollywood. Existe el profundo prejuicio de que somos tipos superficiales que ganamos diez mil dólares a la semana y no pagamos impuestos, que nos tiramos a todas las chicas, que tenemos profesores en casa que dan clases a nuestros hijos de cómo subirse a los árboles, que cada uno de nosotros tenemos dieciséis criados y que todos conducimos un Maserati. Pues sí, todo eso es verdad, aunque os muráis de envidia". Billy Wilder

El edificio del Cine Avenida

Durante la Guerra Civil el teatro Linares Rivas cierra sus puertas y ya no vuelve a abrirlas, porque es demolido en medio de este evento, en 1937. En 1935 Rafael González Villar había comenzado a proyectar una nueva obra en esta parcela, en la que el antiguo teatro comenzaba a estar fuera de escala, especialmente tras la construcción del Banco Pastor (1922). Este último edificio introduce la verticalización de la arquitectura en la ciudad, y supone el cambio en una fachada, la de los Cantones, que comenzará a ser una de las más significativas de la ciudad. El conjunto de la calle que se va completando poco a poco incluye al edificio de la Fundación Barrié (Vázquez Molezún, Olalquiaga, 1978), Edificio Granada (García de Paredes, 1974) o el Banco Hispano-Americano (Manuel  Ignacio  Galíndez  Zabala, 1951). 

Imagen del edificio del Cine Avenida

El edificio del Cine Avenida, obra del arquitecto Rafael González Villar, es el primero de la manzana en crecer en altura emulando al Banco Pastor. Con siete plantas de altura, el edificio ocupa en planta el mismo espacio que el anterior teatro, siendo la planta inferior dedicada a cine y las superiores a vivienda. El volumen se había fragmentado en dos, el bloque inferior se extendía hasta el final de la parcela respetando la altura de la calle posterior, mientras que el bloque superior ocupaba la mitad frontal y toda la altura que la normativa permitía. Los dos volúmenes se relacionan a través de la planta baja, mezclando ambos usos de una forma singular

González Villar desarrolla con gran detalle los dibujos para el edificio, prestando especial atención a la composición y al lenguaje próximo al art-dèco. El edificio de viviendas se diseña con una fachada dinámica, en la que una estructura tipo bow-window se convierte en el centro de la composición definiendo su simetría. En la parte superior aparecen algunos adornos en fachada que recuerdan nuevamente a Wagner, pero esta vez muy depurado, simplificado incluso. El proyecto da un paso más allá respecto a la dialéctica modernista incorporando el dinamismo a la fachada que, ya no es únicamente un soporte para la ornamentación, sino que ésta es propiamente un elemento orgánico que aporta movimiento a la imagen de la ciudad. 

Exterior del Cine Avenida
Interior del Cine Avenida
Pabellón en Karlsplatz por Steve Silverman

Dos edificios en el principio y el final de un estilo

Si Otto Wagner hubiese visitado A Coruña antes y después de la década de los 30, se vería sorprendido por encontrar dos edificios diferentes en la misma parcela y que ambos le producen una vibración muy personal. En la primera obra encontraría una sintonía armónica con su propio trabajo, comprendería el lenguaje, el magnífico diseño y quizás, si su carácter respondiese a la actitud de los ciudadanos de la Viena Imperial, se le escaparía una sonrisilla de superioridad (aunque quizás nerviosa) frente a una obra construida en una ciudad española... y de provincias. En la segunda, su actitud quizás sería aquella del maestro demasiado cansado que reconoce una obra como el camino necesario a seguir por los jóvenes arquitectos en los que aún se reconoce parcialmente reflejado. Otto Wagner nunca visitó estas obras, le hubiese resultado complejo ya que falleció en 1918, pero considerado como arquitecto modernista de la Sezession vienesa y precursor del racionalismo, su investigación personal, en la que cada arquitecto se hace adalid de su estilema, encuentra puntos en común con los dos edificios que ocuparon esta afortunada parcela.

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