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"Manoliño Nguema", el hilo que une Galicia y Guinea con arte

La pieza sobre el actor, circense y escritor Marcelo Ndong, "de sangre ecuatoguineana y alma gallega" proyecta una mirada positiva sobre la inmigración, que ha sido premiada en los Mestre Mateo
Manoliño Ngumea ha sido premiado con el Mestre Mateo como mejor documental
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Manoliño Ngumea ha sido premiado con el Mestre Mateo como mejor documental
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Cuando Marcelo Ndong (Ebebiyín, Guinea, 1955)llegó a Galicia, no había muchos negros en la comunidad. "¡Es que tenéis una cara tan difícil!", cuenta en el documental que narra su vida. El guineano aterrizó en Bemposta (Ourense) en 1969 con solo 14 años y una beca para formarse en la Ciudad de los Muchachos fundada por el padre Silva, para posteriormente ser una de las estrellas del circo del mismo nombre.

Ahora, gracias a la pieza audiovisual, que acaba de ser galardonada en los premios Mestre Mateo como mejor documental, la vida y el legado artístico de Manoliño Nguema, nombre con el que se conoce popularmente al veterano formador,está al alcance de todos.

Un regalo al público de la ONG Waka Films y la productora Filmika Galaica, con la colaboración de la Asociación Galega de Reporteiros Solidarios (AGARESO), que proyecta una mirada positiva sobre la inmigración y recuerda el impacto positivo que puede tener para ambos países, el que acoge y el originario.

"En cuanto puede, cualquier inmigrante vuelve a su tierra", dice el director de la pieza, Antonio Grunfeld Rius, que conoció casualmente a Manoliño en Guinea y, tras revelarse la conexión de ambos con Galicia, se arrancaron a cantar el himno gallego juntos. "Él dice que es de sangre ecuatoguineana y de alma gallega", confirma Antonio.

La relación entre Marcelo y Antonio desembocó en un trabajo realizado por "amor al arte" en el que se aprecia el cariño de Manoliño por nuestra tierra. "Él nos enseño que hay que crear cultura aunque no haya medios. Todo el equipo lo hizo sin cobrar un duro, de forma altruista", afirma el director de una obra que ha sido premiada, además de por la academia gallega, por el Festival MiradasDoc de Tenerife. Tras los reconocimientos, charlamos con Antonio Grunfeld, que nos da las claves para entender una obra que destila magia y que rompe fronteras.

¿Como surgió idea documental?

Rocio Cadahía, la guionista y yo, vivíamos en Guinea Ecuatorial. Fue justo en el 2012 y en ese momento me llamaron para hacer la dirección de fotografía de un corto que iban a hacer unos chavales de una escuela de cine de allí. Les dije que sí y me vinieron a recoger con una furgoneta destartalada, llena de bártulos para grabar y me dicen que a continuación vamos a recoger al protagonista de la pieza. Entonces se sube Marcelo y se sienta justo a mi lado. Empezamos a hablar, me pregunta de dónde soy y le cuento que de Alicante, pero que mi chica es gallega y que me han adoptado en Galicia. En ese momento me suelta: "Eu son galego", y yo: "Pero para que te adopten allí tienes que saber el himno". Y de repente ya nos ves a los dos cantando el himno gallego en Guinea. A partir de ahí empezamos a conocer más de su vida y decidimos que había que contar su historia.

"Marcelo es una persona que no quiere destacar, él quiere seguir trabajando, formando a gente, y por eso ha mantenido siempre un perfil bajo"

Antonio Grunfeld, director del documental

¿Hasta ese momento no sabías nada de la historia de Marcelo?

No, de hecho es una persona tan humilde que le cuesta mucho contar su historia. Hemos ido descubriendo las cosas poco a poco, de hecho hace nada nos ha dicho que él entrevistó a Charles Chaplin y a Gabriel García Márquez. Luego otro día nos contó que conoció a Dalí y a Picasso. Es una persona que no quiere destacar, él quiere seguir trabajando, formando a gente, y por eso ha mantenido siempre un perfil bajo. Es reconocido dentro del mundo de la cultura, en Guinea Ecuatorial ha formado como profesor de teatro y circo a unas cuatro generaciones, allí es reconocido como el bisabuelo de la cultura, pero su historia más personal y sus logros los han conocido con el documental.

¿Cómo pasó de Marcelo a Manoliño?

Él estuvo 25 años en Galicia, entre Bemposta (Ourense); con el circo de la Ciudad de los Muchachos; y en Santiago; en donde estudió después y se convirtió en el "Mimo negro" siendo muy querido y reconocido por el Concello. A pesar de estar encantando en Galicia decidió volver a Guinea para devolverle a su comunidad todo lo aprendido. Pensó que iba a ser más útil y se fue a su pueblo, en mitad de la selva, y montó un centro cultural en el que hacía magia, y de hecho lo acusaron de hacer brujería. Allí se lo encontró un miembro del equipo de cooperación española. Marcelo era uno de los tres tops de la Ciudad de las Muchachos, tal y como decía el padre Silva, era un talentazo, entonces ese miembro de la cooperación española se lo lleva con él a Malabo, la capital, y comenzó a trabajar ahí. No solo formando en las escuelas, sino siendo un motor de desarrollo cultural de todo el país. Él siempre dice que es de sangre ecuatoguineana y alma gallega.

Acabáis de ganar el premio Mestre Mateo a mejor documental, ¿os lo esperabais?

La verdad es que no. Sí que es verdad que cuando nos nominaron la gente nos decía: "Os lo vais a llevar seguro". Pero nosotros no nos esperábamos ni el Mestre Mateo, ni el de Tenerife. Ya nos parecía mucho el estar seleccionados.

"Los premios son como la prueba de que valió la pena todo el esfuerzo"

Antonio Grunfeld, director del documental

¿Qué significan para ti estos reconocimientos?

Bueno, tú piensa que fue un proyecto en el que nadie cobro un duro. Todo el equipo trabajo de manera altruista y voluntaria. Entonces los esfuerzos los dedicamos a que estuviésemos a gusto durante el rodaje, que durmiésemos cómodos, que comiésemos bien y de repente nos llegan estos reconocimientos... Sobre todo en mi caso, que fui quien los lié a todos, es como de mira: "Os lo dije". Les agradezco que pusieran toda su confianza en mí, a pesar de que se nos cerraron puertas, y de que fue un camino largo. Ahora, los premio es como la prueba de que valió la pena todo el esfuerzo.

En alguna ocasión has comentado que en España hay mucho desconocimiento sobre Guinea Ecuatorial, ¿a qué crees que se debe?

Sí, ya de África en general, que se ve como un país cuando es un continente con muchos países diversos, pero sobre todo de Guinea Ecuatorial se sabe muy poco. Fue colonia española, fue la primera autonomía de España y allí se celebraron elecciones libres en 1968, cuando en España todavía no votábamos porque aún nos quedaban 8 años hasta la muerte de Franco. La gente más mayor sí sabe eso, pero en nuestra generación se ha olvidado esa conexión, y es algo que no es casual, sino que se ha hecho a propósito. En esas elecciones había tres candidatos y España apoyaba a dos, pero el que ganó fue el otro, Francisco Macías Nguema, que era una nacionalista. Se proclamó la independencia y se echó de allí a los españoles. Desde ese momento, España corta toda comunicación sobre Guinea y dejamos de saber del país. Con el paso de los años llega Obiang al poder, que continúa en la actualidad, y pide ayuda a España, pero esta se la deniega. Es curioso como para ellos en Guinea somos un referente, como sus padres o abuelos, y aquí no sabemos esa conexión entre ambos países.

El trabajo es un alegato a favor de la inmigración sin exhibir típicas imágenes como las de la entrada de inmigrantes ¿Por qué?

Justo. Nos estamos acostumbrando a ver ese tipo de imágenes como de invasión, en las que vemos a la gente llegar en manada en barca, o intentando saltar la valla. Solo vemos muchas cabezas negras que se nos presentan como una masa uniforme, pero detrás de cada cara hay una historia súper valiente de una persona que ha sacrificado un montón de cosas, no solo para conseguir el dinero y poder irse de su país, sino también personal porque asumen un riesgo en los desplazamientos y ponen en juego su vida. Ahora algunos políticos nos los presentan como el enemigo de esa forma, deshumanizándolos y por eso creemos que con esta historia, que sale del enfoque convencional informativo, la gente pueda ver la historia real de una persona que ha emigrado y ha vuelto a su tierra. Porque la gente a veces se olvida, pero obviamente cada persona que llega en cuanto pueda va a regresar a su casa. Tenemos como un hilo invisible que nos une a nuestra tierra, obviamente por la familia, amigos etc. Nadie se va por gusto.

"Nos estamos acostumbrando a ver imágenes de invasión, de la gente llegando en manada. Detrás de cada cara hay una historia Algunos políticos nos los presentan como el enemigo deshumanizándolos de esa forma"

Antonio Grunfeld, director del documental

Habéis empezado con el documental, pero la iniciativa se ha expandido hasta representarse la obra de teatro. ¿Cómo ha ido evolucionando?

Cuando empezamos a pensar en el documental necesitábamos estructurar la trama, entonces se nos ocurrió la idea de que Marcelo viniera a representar aquí la obra de teatro y de poner luego a otros dos actores para interpretar las etapas de su juventud. Lo que no sabíamos es que la obra fuera a gustar tanto y, que una vez finalizado el rodaje para el documental, se siguiese interpretando. Se ha hecho de verdad y es la hermana del documental, es otra forma diferente de contar la historia, pero con un contenido parecido.

¿Qué os falta por conseguir?

Nos gustaría lograr que esas becas, como la que trajo a Marcelo a Galicia, se recuperasen. De hecho, cuando le propusimos hacer el documental nos dijo que no, porque no quería algo como una biopic sobre él, pero en cuando le explicamos que el sentido era apoyar a las nuevas generaciones ya entró en el proyecto. Ahora estamos trabajando en eso, en intentar reabrir esa línea de ayudas. De hecho, Russo, que participa en el documental y que es el nieto artístico en Guinea de Marcelo, ya está estudiando en MITEU (Muestra Internacional de Teatro Universitario de Ourense) y queremos ver si él se puede encargar de esa parte institucional para retomar el proyecto y conseguir que vuelvan esas bolsas.

"Nos gustaría conseguir que esas becas, como la que trajo a Marcelo a Galicia, se recuperasen"

Antonio Grunfeld, director del documental

¿Qué ha significado este trabajo para ti?

Ahora mismo supone un punto de inflexión, pero ya lo supuso el proyecto en sí por trabajar con Marcelo, descubrir su humildad y, como dice él, "crear cultura aunque no haya medios". Si tienes algo dentro, lo creas, y eso hicimos. Porque antes de que conseguir la subvención de Agadic estábamos dispuestos a grabarlo sin dinero. Por supuesto, la ayuda nos sirvió para pagar los gastos del viaje, pero Marcelo nos enseñó que si tienes un proyecto tienes que hacerlo. Ahora, seis años después, es otro punto de inflexión con la llegada de los reconocimientos. Luego, personalmente, estoy descubriendo otro mundo, el de los festivales, y el de los medios. Es un gran aprendizaje y lo recordaré todo la vida.

¿Cómo definirías, además de como una persona humilde, a Marcelo?

En el documental él se define como una peonza, porque toda su vida se la ha pasado dando vueltas por el mundo. De hecho sigue así, llevaba 10 años en Guinea y acaba de volver a España. Está en Leganés trabajando allí en el proyecto de la Ciudad de los Muchachos. Sigue aprendiendo y sigue nutriéndose de cultura.

¿Cuál sería el mayor reconocimiento para él?Él considera Ourense su casa, cuando llegó allí la obra de teatro al MITEU y el público la recibió tan bien se llevó una alegría. Le encantaría estar en Galicia, pero la vida da muchas vueltas y le ha llevado ahora a Leganés.

Tras la obra de teatro, ¿veremos alguna cosa más?

Si podemos, la idea es acabar de grabar la banda sonora con unas pistas de fusión entre instrumentos gallegos y africanos.

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