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La sala Yago de Santiago: un pasado glorioso y un futuro incierto

La Sala Yago albergó la sede de Correos hasta 1946. Más adelante acogió actividades teatrales y un cine que echó el cierre en el año 2007. En 2011 y 2014 sufrió diferentes ocupaciones y actualmente se encuentra a la venta por 3 millones de euros
Sala Yago
cargocollective.com
Sala Yago

Si uno pasea por la compostelana Rúa do Vilar no tardará mucho en percatarse de que en el número 51 hay un bajo, en estos momentos tapado con unas planchas de madera, en el que hay signos de un pasado mejor. Si ustedes alzan la vista verán que se trata de un gran edificio de estilo neoclásico y aire noble, a 50 metros de la Catedral y en un emplazamiento único.

Visita guiada por la Rúa do Vilar (Fuente: santiagoturismo.com)

El local en cuestión es nada más y nada menos que la emblemática Sala Yago que muchos de ustedes recordarán como cine pero que tiene una historia digna de ser contada. El edificio del Vilar fue levantado en el año 1906 después de que los propietarios, la familia Carrero, hubiesen adquirido  las tres casas de pequeñas dimensiones que ocupaban el solar. Allí se levantaron 3 alturas, un bajo y una zona abuhardillada.

La cultura, su principal inquilina

Correos ocupó parte de esa casa durante muchos años, en concreto hasta el año 1946 y ahí se firmó un contrato por 20 años con Espectáculos Capitol y en ese momento nació el origen de la Sala Yago, en donde se acometieron obras para deshacerse de la primera y la segunda planta, dotando de altura al cine.

Cine en la Sala Yago (Fuente: cargocollective.com)

Ese contrato se prorrogó en varias ocasiones hasta que la aparición de diferentes salas de  multicines y la crisis económica produjo que la Sala Yago en la que se albergaba el cine tuviese que echar el cierre.

En 1997 un nuevo plan urbanístico indicaba que el edificio del 51 del Vilar tenía un uso cultural y la familia propietaria entendió que se trataba casi de una expropiación al no ser ni si quiera consultados en los trámites de calificación. Este plan indicaba que los propietarios solo podrían alquilar el edificio para actividades relacionadas con la cultura o, definitivamente, venderlo. 

Sin embargo estuvo funcionando durante una década más a cargo de Teatro Cachirulo y Teatro do Noroeste quienes, finalmente, cesaron su actividad en 2007 después de diferentes problemáticas entre ellos y los propietarios.  

La sala antes de su cierre en 2007 (Fuente: titeresante.es)

A finales del mes de junio del año 2007 la sala cerraba sus puertas dejando atrás su actividad de teatro, cine en versión original y títeres 

Refugio de ocupas y mendigos

Después de esto llegaron hasta en dos ocasiones las ocupaciones por parte de colectivos que realizaron actividades culturales de todo tipo en los más de 1.200 metros cuadrados que posee el teatro. La policía actuó en las dos ocasiones vaciando el inmueble, la primera en el año 2011 y la segunda en febrero de 2014 en diferentes intervenciones con cierta polémica, sobre todo en la primera ocupación.

Un colectivo ocupa la sala reivindicando su reapertura como centro cultural
(Fuente: cargocollective.com)

Desde entonces la Yago se convirtió en techo para algunos mendigos habituales del Toural que buscaban resguardo en sus soportales pero también en esta ocasión se producía conflicto entre estos y los comerciantes por las problemáticas que acarreaban. Actualmente unas tablas de madera cubren la entrada de la Sala pero el estado de abandono, al menos del exterior de la propiedad, es más que evidente.

Un futuro en venta

Por su parte, la familia Carrero decidía en el año 2019 poner a la venta el inmueble por 3 millones de euros después de proceder a diferentes tasaciones y de manifestar en reiteradas ocasiones que la mejor opción sería que el Concello de Santiago adquiriese el inmueble para darle el uso pertinente insistiendo en que podría ser usado como museo o fundación y han reiterado su pesar por lo que consideran un abandono por parte del ayuntamiento. 

Lo cierto es que las salidas de este edificio son escasas, primero porque sigue vigente el uso para actividades socioculturales y recreativas que se impuso con la recalificación del plan urbanístico y en segundo lugar por la normativa que prohíbe nuevos pisos turísticos y hoteles en el casco histórico compostelano.

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