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Historia de dos calles de A Coruña: calle Cuento y travesía de la Cormelana

La calle Cuento ostenta un nombre muy peculiar, mientras que la travesía y plaza de la Cormelana parecen recordar a otro nombre. A veces, la ciudad cuenta historias a través de sus nombres, estas no están exentas de curiosidades y, en algunos casos, de ciertas ilegalidades
Nuria Prieto
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Había una viñeta del ilustrador gallego Fernando Quesada en la que se reflejaba de manera clarividente el impacto de la normativa en la arquitectura. La imagen en cuestión mostraba dos viviendas separadas por un muro de ladrillo a media altura. En una de las parcelas había un árbol, alto y retorcido, que de forma paradójica metía la parte superior de su tronco en la casa del vecino, pareciendo formar parte de la segunda vivienda. En primer plano aparecían dos figuras, una de ellas el propietario de una de las casas y la otra le interpelaba: ‘¿E qué tal? ¿Cómo vai o pleito?’

En arquitectura, la normativa es una capa de la que pocas veces se habla cuando se busca describir la atmósfera y la calidad de una obra. Sin embargo, es algo que está presente desde la génesis del proyecto, en la cabeza del proyectista. A ningún arquitecto se le escapan ciertas cifras que se repiten de forma constante a la hora de definir un espacio, como que un pasillo ha de tener al menos 90 centímetros de ancho, o que en el salón de una casa de nueva planta ha de poderse inscribir un rectángulo de lado 3.30 m en paralelo a la ventana.

‘En toda vivienda existirá, al menos, una estancia mayor. La superficie útil mínima de dicha estancia será la indicada en la tabla 1 y en su planta deberá admitir la inscripción de un cuadrado de 3,30 m de lado en la forma establecida en el apartado I.A.2.2.’ Normativa del Habitabilidad de Galicia. DECRETO 29/2010, de 4 de marzo de 2010

"Chispas da Roda" de Fernando Quesada
Imagen via Iberlibro,com

Pero la normativa afecta a la arquitectura a muchas escalas. Si bien, en muchas ocasiones se aprecian irregularidades, a diferentes escalas. Si bien la gran escala, la urbana, se suele asociar a delitos como la corrupción o el tráfico de influencias, las irregularidades normativas a pequeña escala suelen responderse con argumentos más mundanos. La insurrección a la normativa en la pequeña escala suele aparecer en viviendas unifamiliares o pequeños edificios en la ciudad pertenecientes a un solo propietario.

La finalidad de esa ‘interpretación creativa’ de la normativa o directamente su ausencia de lectura, suele ser la de aventajar al propietario o cliente. En algunas ocasiones se trata de rascar unos pocos metros construidos a una parcela, en otras esconder una altura más, algunas de ellas tienen un carácter inocuo en el organismo urbano y, o bien pasan desapercibidas o bien los servicios encargados de comprobar el cumplimiento determinan que no es algo relevante, o que en realidad no se trata de una ilegalidad. Otras, sin embargo, alteran de manera irreversible la morfología urbana, sin saber bien por qué se permitió su construcción. Quizás porque entones no existía normativa en la zona afectada, quizás porque la obra se había articulado a través de alguna intención subterránea moralmente reprobable.

Arquitecturas ilegales que han atravesado el tiempo

Resulta sorprendente cómo la historia de la arquitectura se encuentra llena de irregularidades que, sin embargo, han conseguido esquivar ciertas normas. La distancia histórica permite justificar algunos ejemplos que sin duda hoy, serian completamente censurables. Uno de estos ejemplos son los Trulli de la población de Alberobello y por extensión de la zona sureste de la región de Apulia. Estas singulares construcciones, los trullos o trulli, utilizaban precisamente la ilegalidad como argumento constructivo.

Trullos o "trulli" en Alberobello (Italia)
(Fuente: Shuttestock)

Un trullo era un refugio de planta circular, organizada en dos plantas culminados por una cubierta cónica sustentada por una clave. Eran los jornaleros que iban a trabajar quienes los construían, ya que los Acquaviva (condes de Conversano) que administraban ese territorio les permitieron asentarse en unos terrenos periféricos a los campos. Pero, en virtud de la prammatica de baronibus del reino de Nápoles (s.XV), la ley les impedía construir casas sin pagar tributo, algo completamente inviable en comparación con el jornal que recibían que apenas les permitía comer y comprar bienes básicos para el día a día. Por lo tanto, podían usar un territorio, pero no podían cobijarse en una zona en la que el invierno y el verano son muy duros. Así, los jornaleros tomaron la iniciativa de construir refugios de piedra seca (sin disponer mortero entre las juntas) muy elementales, que se podían derrumbar en cuestión de minutos al arrancar la clave de la cubierta. Si había rumores de la llegada al pueblo de algún inspector del reino, la estructura se convertía tan solo en una montaña de piedras, mientras los jornaleros negaban la existencia de tal asentamiento. Hoy en día estas construcciones ilegales son Patrimonio de la Humanidad y se convirtieron en el origen del poblado de Alberobello (s. XVI).

Obviamente, este es un ejemplo específico, y no justifica la ilegalidad, ya que las leyes, las perspectivas, la estructura social, la materialidad constructiva y tantas otras cosas han cambiado desde entonces. Pero hay un aspecto de estos que sí resulta interesante para la perspectiva contemporánea y es la morfología singular que esas construcciones fuera de la ley, han definido en la estructura urbana de Alberobello.

Dibujo de los trullos o "trulli", por Nuria Prieto

En A Coruña hay dos calles que, si bien no albergan construcciones manifiestamente ilegales, toman su nombre de ciertas irregularidades que tuvieron lugar hace ya muchas décadas y que hoy se han diluido en la dinámica urbana. La Calle Cuento y la Plaza Cormellana esconden dos historias construidas por el imaginario popular de la ciudad, cuya justificación puede ser o no cierta, aunque algunos documentos la apoyen, así como la propia memoria de los que las habitan. 

La Calle Cuento

La venta ficticia de un edificio dio nombre al mismo como "La Casa del Cuento", lo que convirtió a la calle en la Calle Cuento.
Foto: Nuria Prieto

‘’Un cuento, en última instancia, se mueve en ese plano del hombre donde la vida y la expresión escrita de esa vida libran una batalla fraternal, si se me permite el término; y el resultado de esa batalla es el cuento mismo, una síntesis viviente a la vez que una vida sintetizada, algo así como un temblor de agua dentro de un cristal, una fugacidad en una permanencia’’ Julio Cortázar sobre los cuentos

La calle que cierra la plaza de Montealto en uno de sus laterales (entre Avenida de Hércules y calle Forcarey), y que lleva este singular nombre, no parece albergar nada de especial. El nombre de la calle parece proceder de la tradición popular, que dio en bautizarla como calle Cuento. Si bien, en muchas ocasiones se refiere que, en la calle, los vecinos se reunían los días de buen tiempo para charlar, existe otra versión más interesante. Y es que, según la ficha de la calle, cuando se comenzó a urbanizar a zona el propietario de uno de los terrenos que daban a esta reclamó su titularidad porque un constructor había decidido comenzar a edificar allí. La edificación en cuestión que contaba ya con dos plantas fue objeto de una venta ficticia en la que no participó su propietario. Una situación confusa, y no exenta de dudas que parece revestida de ilegalidad, razón por la cual la gente comenzó a llamar al pequeño edificio ‘La Casa del Cuento’ y por extensión la calle se convirtió en la calle del Cuento según relata Alfonso García López.

Vista de la Calle Cuento
(Foto: Nuria Prieto)

La Cormelana

De la misma forma la plaza Cormelana (y la travesía próxima) toma su nombre de la tradición popular. Ya a mediados del siglo XIX se la denominaba con este nombre. Se decía que una mujer procedente de Corme ejercía la prostitución en este lugar. Algo plausible teniendo en cuenta el carácter de esta pequeña área del barrio de la Pescadería en aquel momento. La Cormelana debió de ser en aquel momento una mujer muy popular, quizás en parte por su profesión, por su carácter o alguna razón singular que se ha perdido en el tiempo. Ilegal o no, la actividad que la Cormelana ejercía en esta zona, como tantas otras mujeres para poder sobrevivir, dio nombre a la zona, apelativo que atravesó el tiempo hasta hoy.

La actividad de aquella mujer de Corme dio nombre a la zona hasta hoy
Foto: Nuria Prieto

Rumores

Las formas en las que la ciudad consolida su morfología son tan diversas que en ocasiones es difícil determinar, desde un punto de vista contemporáneo, cómo han logrado su imagen actual. Lo habitual es considerar el análisis urbano en términos históricos, funcionales, topográficos, tipológicos, lingüísticos o estéticos, y sólo al final de una lectura global, cuando ya sólo queda cambiar de escala y estudiar con cuidado los pequeños detalles, aparecen algunos testimonios de la cultura popular.

En un análisis pormenorizado de la imagen de la ciudad, los aspectos memorísticos propios de los relatos populares no resultan fiables en primer término, ya que el ‘teléfono roto’ que constituye la tradición oral puede haber transformado muchos datos. Sin embargo, como decía del coronel Hans Landa, personaje de la película ‘Malditos Bastardos’ (Quentin Tarantino, 2009) interpretado por Christoph Waltz: ‘"¡Adoro los rumores! Los hechos pueden ser engañosos; los rumores, ciertos o falsos, son muy reveladores.". Algo que puede aplicarse a la historia urbana de la ciudad, quizás haya hechos ciertos o falsos, pero, en cualquier caso, conocerlos puede resultar muy revelador.

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