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Fisterra, el nombre que (casi) recibe la provincia de A Coruña

El geógrafo y político Fermín Caballero propuso en el año 1842 una ordenación provincial muy diferente a la actual, que distribuía Galicia en cinco provincias: Fisterra (A Coruña), Miño (Lugo), Ulla y Tambre (Santiago), Atlántico (Vigo) y Avia y Limia (Ourense).
Distribución provincial de Galicia según el proyecto de 1842 de Fermín Caballero
Cedida por Jesús Burgueño
Distribución provincial de Galicia según el proyecto de 1842 de Fermín Caballero
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Las cuatro provincias gallegas no serían las actuales si la propuesta del geógrafo y político Fermín Caballero hubiera sido aprobada a mediados del siglo XIX. Su trabajo garantizaba la fuerza eclesiástica de Santiago de Compostela, que pasaba a tener provincia propia. Y, además, sustituía el nombre del resto de provincias por referencias geográficas y no por el topónimo de las ciudades más importantes de cada una de ellas, como es en la actualidad. Así, A Coruña hubiera pasado a llamarse Fisterra.

Una propuesta del geógrafo Fermín Caballero de 1842

Jesús Burgueño, catedrático de la Universitat de Lleida y autor del trabajo La invención de las provincias, explica a Quincemil que la propuesta elaborada por Caballero, que iba a sustituir la ordenación de 1833, se embarcaba en la estela de la tradición política francesa y, entre otros objetivos, buscaba una ordenación del país que limitase y desincentivase el poder de los provincialismos y localismos.

“Este modelo eligió nombres con referencias geográficas para no suscitar tantos provincialismos y localismos"

Jesús Burgueño, catedrático Universidad de Lleida

Así, en vez de elegir el nombre de la ciudad más importante de la región, se apuesta por nomenclaturas que hacían referencia a áreas territoriales, montañas o ríos. “Este modelo eligió nombres con referencias geográficas para no suscitar tantos provincialismos y localismos, buscaba la asepsia para evitar que la ordenación estableciera diferencias”; explica el experto en Geografía.

El propio Fermín Caballero, recoge el licenciado en Derecho Rafael Rodríguez Vara en su trabajo La organización territorial española del siglo XIX, justifica la nueva ordenación provincial para conseguir una mayor atención de las autoridades, de las empresas y de los particulares a menores espacios. Además, pretendía alcanzar una mejor eficacia de los gobiernos provinciales o la elaboración de mejores censos o estadísticas.

Santiago de Compostela, la quinta provincia gallega

Un buen ejemplo de esta filosofía es el nacimiento de la quinta provincia gallega, con capital en Santiago de Compostela. Jesús Burgueño, señala en su artículo Fermín Caballero y el proyecto de División Provincial de 1842, que esta novedad se establece por su importancia urbana y volumen de población. Además, la incursión del norte de Pontevedra en la nueva provincia santiaguesa, Ulla y Tambre, tenía como meta procurar una “reducción de la excentricidad de Vigo, que se designaba como nueva capital”; explica el geógrafo en su trabajo.

Esta ordenación no llegó a término, recuerda Burgueño, por la convulsión política que caracterizó a la época. De hecho, el trabajo de Caballero nunca se presentó a las Cortes, porque el Gobierno que se había comprometido con él cayó en junio de 1842. Un acontecimiento político casual que echó por tierra la nueva organización. Sin embargo, Burgueño entiende que si se hubiera aprobado el proyecto, se hubiera aceptado de manera rápida, a pesar de las suspicacias que generan cambios territoriales como este.

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