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Farmacia Couceiro, tres siglos de vida para la farmacia más antigua de Galicia

Hay constancia documental de su existencia desde el 1719, siempre situada en el número 8 de la calle Plateros de Betanzos y siempre perteneciente a la misma familia. Hoy está en manos de María Sánchez, la novena generación
Farmacia Doctor Couceiro, situada en Betanzos, es la más antigua de Galicia.
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Farmacia Doctor Couceiro, situada en Betanzos, es la más antigua de Galicia.
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La calle Plateros de Betanzos, en A Coruña, acoge a la farmacia más antigua de toda Galicia. Desde hace más de 300 años, el número 8 corresponde a la farmacia Couceiro, que no ha cambiado de ubicación a lo largo de tres siglos. Al menos, según se tiene constancia documental.

Lo que tampoco ha cambiado es la familia a la que ha pertenecido durante este tiempo y cuyos brazos se alargan hoy hasta la novena generación. "Siempre ha estado regentado por la misma familia, aunque sí que ha cambiado el apellido del titular, porque no se ha heredado siempre de padre a hijo", matiza María Sánchez, la actual propietaria, que cuenta a Treintayseis algunos de esos trasvases familiares, como el caso de Don Cosme que "solo tuvo hijas, ocho en total, y se la dejó a la mayor, pero la botica la regentó su marido, porque las mujeres en aquella época no estudiaban".

Aquel hombre era Fermín Couceiro Edreira, que decidió estudiar la carrera de Farmacia ante la herencia ganada, aunque ya era licenciado en Jurisprudencia. De hecho, formó parte de la primera promoción de Farmacia en la Universidad de Santiago de Compostela con 36 años en 1857 y, por tanto, primer farmacéutico ya que hasta el momento eran boticarios. Falleció joven, por lo que su mujer quedó como regente hasta que sus hijos cumplieron la mayoría de edad.

Fermín Couceiro Edreira, segundo sentado por la derecha. Foto: Cedida

La fecha de "nacimiento" de la farmacia se data en el año 1719 por un documento encontrado por la tía de María, Marisa Couceiro, anterior titular, en su afán de conocer la antigüedad exacta del negocio familiar. Se trata de un pleito entre dos boticarios en el que el propietario de esta farmacia tenía 43 años de edad. "Es una edad muy avanzada para empezar un negocio así, por lo que se entiende que se puede fechar a finales del año 1600", explica María. Para ampliar la búsqueda había que seguirla en Madrid, ya que los documentos anteriores a esta fecha se encuentran sin catalogar a nivel nacional, pero suponía una empresa lo suficientemente complicada como para frenarla ahí.

La "obligación moral" de ser farmacéutico

María confiesa que "era de letras", pero que acabó estudiando Farmacia por esa "obligación moral" que sintió, como hermana mayor, de seguir la saga familiar, ya que sus dos tías que la regentaban no habían tenido hijos. "No sé si suena muy romántico, pero ahora me siento con la obligación de que siga en la familia, pero habrá que esperar a ver si alguien quiere estudiar Farmacia", dice señalando a las generaciones más jóvenes. Ella empezó trabajando con sus tías en el año 97 y adquirió la titularidad en el 2010.

¿Hay relevo generacional? María espera que sí y confía especialmente en una de sus sobrinas, Victoria, a la que le encanta ir a la farmacia a ayudarla e incluso tiene una bata blanca de su talla. "La pobre dice que no quiere tener presión, que a lo mejor luego cambia de opinión", cuenta María entre risas, "pero yo espero tener relevo".

Una visión romántica que aleja la centenaria botica de la idea de un negocio sin más. "Aposté por mantener la tradición y mantenerla como era, más que por el negocio. Te guías por el amor que le tienes, yo no lo concibo de otra manera", sentencia. Y es que la botica mantiene la decoración y el estilo del siglo XIX, convertida en una farmacia más guiada a la expedición de medicamentos que a la parafarmacia, un giro empresarial al que tienden la mayoría de los establecimientos.

"Yo de momento puedo permitírmelo, no sé si la siguiente generación podrá hacerlo", advierte, tras resumir en una frase su idea de la farmacia que regenta: "Lo que expongo no lo vendo, y lo que vendo no lo expongo"; es decir, no hay expositores de productos, sino que las estanterías de madera están repletas de frascos de porcelana.

Una farmacia, pero también un museo

La farmacia Couceiro se convierte en un local con tintes museísticos, lleno de retazos de su propia historia expuesta en el local, utensilios clásicos de las boticas, con sabor añejo y que respiran el aire de otros siglos, como balanzas de precisión, "acristaladas para que ni las corrientes de aire puedan alterar los pesajes". "Las pesas se cogían con pinzas para que la grasa de las manos tampoco afectasen las medidas", explica María. También un microscopio monocular, un autoclave que generaba el calor con carbón o una balanza de gran tamaño, como una mesa, para los días de feria, cuando los productos se vendían a granel.

También el recuerdo de las "pomadas de fuego", un preparado de Fermín Couceiro Serrano que llegó a recibir un premio en la Expo Universal de París, recordada porque tuvo como broche de oro la torre Eiffel construida para la ocasión. Las fórmulas magistrales y la elaboración de todo tipo de pomadas y productos cosméticos formaron parte del día a día de la farmacia, aunque ahora ya solo se hacen bajo petición del médico.

El valor de esta farmacia la convierte en un punto de referencia cultural y social de Betanzos, pero también de la provincia de A Coruña e, incluso, de Galicia. De hecho, es habitual la parada de turistas que llegan, principalmente, de dos fuentes. Por un lado, los peregrinos del Camino Inglés que pasa justo delante del local, de los que destaca que suelen llegar con ganas de verla y hacen muchas preguntas sobre la historia de la farmacia; por otro, los turistas que llegan en crucero a A Coruña y acuden con visitas guiadas.

"Tengo la sensación de estar en la cámara fotográfica de todo el mundo", sentencia entre risas María para escenificar en lo que se convierte en esos momentos el negocio familiar, repleto de turistas ávidos por inmortalizarlo como parte de sus recuerdos del viaje.

Medalla de Plata de Betanzos y de Galicia

Que forma parte del patrimonio cultural y artístico de Betanzos es una realidad, y con este motivo se les entregó la Medalla de Plata de Betanzos en 2019. Se hizo coincidiendo con el 800 aniversario del pueblo que, casualmente, era también el año en el que la farmacia, siguiendo la fecha del documento encontrado, cumplía 300 años. En 2002, recibía la Medalla de Plata de Galicia que entrega la Xunta. Su tía, María Luisa Couceiro, también fue reconocida en 2013 con otra de las farmacéuticas del pueblo, Amalia Leis, con el premio Úrsula Meléndez de Texeda que les otorgó el Concello por contribuir a la igualdad.

De momento, con María detrás del mostrador, la farmacia Couceiro tiene garantizado seguir cumpliendo años y décadas; lo hará sin cambiar su decoración y sin moverse de su ubicación, como un árbol milenario que ha asentado sus raíces con fuerza en una tierra que no quiere abandonar. En la mano de las próximas generaciones de la familia está continuar la saga de un local que no sólo expende medicamentos, sino que forma parte de la historia de Galicia.

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