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El cine París de A Coruña: Un icono de la Calle Real

El edificio del Cine París contiene dentro de su estructura la historia del cine en la ciudad. Tras dos reformas sucesivas a cargo de los arquitectos Florián calvo y Eduardo Rodríguez-Losada, el edificio mantiene aún su estética y esencia. A pesar de todo lo que ha sucedido dentro y fuera de él
Puerta principal del Cine París de A Coruña.
Nuria Prieto
Puerta principal del Cine París de A Coruña.
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Hay una frase de la historia del cine que resume una forma de entender la vida “¿Qué haría Lubitsch?”. El director Billy Wilder (1906-2002) la tenía enmarcada en su despacho como recordatorio constante que moldeaba su manera de escribir. Wilder trabajó para Lubitsch al principio de su carrera, destacando su intervención como guionista en la divertidísima Ninotchka. Por entonces ese hacían pases de prueba en los que se solicitaba al público que escribiese su opinión sobre la misma. Wilder relata en su entrevista con Cameron Crowe que el comentario más positivo sobre una obra suya fue precisamente sobre Ninotchka. Uno de los espectadores había escrito en la tarjeta: “Una película muy graciosa. Me he reído tanto que me he hecho pis en la mano de mi novia”. Quizás no fuese ese precisamente el famoso “toque Lubitsch”, pero sí refleja la importancia de la relación que el espectador establece con la película a través del espacio diseñado para la proyección cinematográfica. 

La inmersión en la experiencia cinematográfica crea una emoción real a través de una narrativa ficticia. La mirada del cine es la de un escritor que quiere contar su historia con algo más que palabras. Un Jep Gambardella en La Gran belleza paseando por Roma en busca de estímulos, de vida. El color, la luz, la música, la interpretación…son trucos con los que el cine crea una ilusión de realidad. 

“Termina siempre así, con la muerte. Pero antes, hubo vida. Escondida bajo el bla, bla, bla. […] Por lo tanto, que dé comienzo esta novela. En el fondo, es solo un truco. Sí, es solo un truco”.

París en la calle Real, 8

Calle Real. El edificio con ventanas en arco, es el Salón París.

La historia del cine en la ciudad de A Coruña, está ligada a nombres propios como José Sellier, pero también a Eduardo Villardefrancos y Lino Pérez. Sellier comenzó proyecciones de imágenes en movimiento en su estudio, Lino creo su popular pabellón y Eduardo Villardefrancos transformó una tienda de ropa en una de las salas de cine más antiguas de España. 

"Louis, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad" Rick (Humphrey Bogart) en Casablanca (Michael Curtiz, 1942)

En la Calle Real, 8 se construyó a principios de siglo XX (en el año 1900) un edificio singular muy sencillo. Esta pieza que se encontraba en un punto fundamental del barrio de la Pescadería, en la intersección entre la Calle Real, Calle Riego de Agua y Calle Barrera, era un espacio amplio que fue utilizado inicialmente como taller de carpintería para ser transformado posteriormente en un salón de moda. Fue en ese momento en que recibió el nombre de “Salón Villa de París” una referencia romántica a la capital francesa y su tradición vanguardista en el diseño de moda.  A los pocos años, Eduardo Villardefrancos (1872-desc) compró el inmueble y encargó un proyecto de remodelación al arquitecto ciudadrealeño afincado en Madrid entonces, Florián Calvo (c.1865-1922). La sala se inauguró el 17 de Junio de 1908.

Salón Vila de París, proyecto de Florián Calvo

Teatrito tan chic y tan bien emplazado en la calle Real […] Maravillosa proyección sin igual, por un novísimo y reciente procedimiento no conocido ni usado en España sino por esta empresa. Limpieza, fijeza y delicada visión en que la gráfica cinematográfica adquiere toda realidad y vida” La Voz de Galicia, 1908.

La razón por la que la prensa se refiere a este espacio como teatro y no como cine, es porque a pesar de que en él se realizaran proyecciones puntuales, su uso principal aún seguía siendo el de sala de variedades. En 1909 Villardefrancos encuentra apoyo en la promotora francesa Pathè y en 1916 invierte en una pequeña remodelación que convierte a la sala en un cine de manera definitiva. De alguna forma el edificio fue creciendo a medida que la propia disciplina cinematográfica se desarrollaba. 

La primera proyección de cine tuvo lugar el 28 de Diciembre de 1895, en París. Las conocidas imágenes de los trabajadores saliendo de una fábrica (propiedad de los Lumière) y el tren en la estación de Ciotat, eran tan fascinantes y realistas que, estas últimas, provocaron el asombro y la huida de los espectadores. La tecnología del cine avanzó a gran velocidad, incorporando el sonido y el color apenas unas décadas después. Mientras, en A Coruña, Villardefrancos llegaba a un acuerdo con Triángulo Keystone tras la puesta a punto de la sala en 1916 con la compra de un proyector Lumière Zeiss. Villardefrancos había sido profesor de dibujo y librero, su incursión en el mundo del cine tiene que ver con su curiosidad artística y cultural, ya que él mismo tenía una cámara con la que salía a grabar y fotografiar la ciudad al igual que su amigo Sellier. 

"Cuando quieras señor DeMille, estoy lista para rodar" Norma Desmond (Gloria Swanson) en El Crepúsculo de los Dioses (Billy Wilder, 1950)

Arquitectura y cine

El edificio del Cine París, no fue conocido con este nombre hasta 1951.  Hasta esta fecha, la sala alternaba las proyecciones de cine con otros espectáculos como teatro, vodevil o actuaciones musicales. La oferta cultural de la ciudad se completaba poco a poco a través de estas iniciativas, constituyéndose el Cine París como la más antigua de todas ellas. La historia de este cine no sería comprensible sin el contexto arquitectónico del edificio y sus transformaciones.

Reforma de Eduardo Rodríguez-Losada década de los 40

El edificio era una construcción de 1900 que fue reformada en 1907-1908. Esta primera transformación definió una planta baja diáfana, que permitiera un uso más flexible que el comercial. Dejando la primera y segunda con un esquema distributivo más convencional. Será en 1944 cuando el edificio es objeto de una modificación sustancial. El arquitecto Eduardo Rodríguez-Losada Rebelón recibe el encargo de la remodelación del volumen que inicialmente incluye una sala de cine de 220 butacas, una primera planta, casi un altillo con 110 butacas más, tres pisos y un ático, los cuales se destinarían a hotel.

Planimetría incluida en la publicación “Salón Villa de París” de Emilio Martín. Boletín Académico 11-9

Por entonces, las plantas superiores estaban ocupadas por las oficinas de Aguas de Coruña, a quienes se les solicita su traslado. Finalmente se abandona la idea de utilizar las plantas superiores como hotel, y estas terminan convirtiéndose en el estudio Fotografía Celeiro. Esta modificación permite además ampliar el número de butacas del anfiteatro, llegando a contar con 143 en lugar de 110, y un bar. Interiormente el volumen del edificio es casi diáfano en planta baja y primera, acumulando en la parte frontal y en la posterior todas las fragmentaciones que crean la constelación de espacios auxiliares que sirven al cine. La sala de cine incorpora un pequeño apéndice lateral que permite suplementarla.

Alzado principal del Cine París (Foto: Luis Santalla)

Los alzados del volumen responden a la función del edificio. El alzado principal incorpora más decoración, así como la característica tipografía de las salas de proyección que reservaba un espacio para los carteles pintados de los estrenos.

El alzado lateral, es más modesto, con una decoración ligera, que incorpora falsas pilastras adosadas y recercados con volutas alrededor de los huecos. A pesar de que Rodríguez-Losada era un arquitecto ecléctico que incluía en sus proyectos elementos neoclasicistas, como en la casa Cortés o el Edificio Escariz, la percepción de esta obra, quizás debido al uso tan vanguardista que acogía: una sala de cine, es la de un edificio racionalista. 

El alzado lateral, es más modesto, con una decoración ligera, que incorpora falsas pilastras adosadas y recercados con volutas alrededor de los huecos
(Texo y fotos: Nuria Prieto)

París-Coruña

La sala se mantuvo en funcionamiento hasta el 17 de Octubre de 1999, aunque por una noche volvió a convertirse en cine, el 10 de mayo de 2012 en la noche blanca.

El cierre de esta sala constituyó también el cierre de una etapa en la tipología cinematográfica arquitectónica de la ciudad. El Cine París era la sala de proyecciones más longeva de la ciudad y una de las más antiguas de Europa. Desde el primer teatro permanente inaugurado por Nicolás Settaro en la actual Plaza del Humor (siglo XVIII), sustituido por otro similar en el Patio de la Provisión tras el incendio del primero, pasando por el Teatro Rosalía de Castro, Teatro-Circo Pardo Bazán o el Pabellón de Lino, la tradición arquitectónica del teatro y el cine en A Coruña se cierra con la desaparición del Cine París como sala de cine. 

Foto: Luis Santalla

“Toto, me parece que ya no estamos en Kansas” Dorothy (Judy Garland) en El Mago de Oz (Victor Fleming, 1939)

Tras su cierre, el edificio del Cine París se convirtió en una tienda de ropa que será sustituida próximamente por un negocio de uso hostelero. El volumen del edificio mantiene su morfología original, especialmente su estética exterior a pesar de que la magia del cine haya abandonado su interior. Al margen de la mudanza funcional del Cine París, el edificio constituye una pieza patrimonial que incluye además un valor testimonial de la historia del cine en la ciudad. 

 "Abróchense los cinturones. Esta va a ser una noche movidita" Margo Channing (Bette Davis) en Eva al Desnudo (Joseph L Mankiewicz, 1950)

Durante el rodaje de La Reina de África, los actores y todo el equipo sufrieron  problemas intestinales debido a un virus presente en el agua. Todos menos John Huston y Humphrey Bogart que bebían exclusivamente alcohol. Sea como fuere Bogart era un intérprete magnífico a pesar de sus problemas personales, sus abusos con el alcohol y el tabaco, su vocalización inexistente o su gestualidad acotada.

El Cine París al igual que Bogart resistió el paso del tiempo a pesar de todo lo que sucedía dentro y fuera de sí. Una atmósfera irónica envolvería al cine si en él se proyectase por una última vez la película Casablanca, con un Bogart impertérrito musitando con voz ronca un "siempre nos quedará París"

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