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Tres años del estado de alarma en Galicia: del confinamiento a la "nueva normalidad"

En marzo de 2020 el Gobierno decretaba el estado de alarma que cambiaría el día a día de millones de personas de forma radical
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Este martes se cumplen tres años desde que el Gobierno central declarara el estado de alarma por la pandemia de Covid, el 14 de marzo de 2020, estableciendo un confinamiento domiciliario que se prolongó hasta finales del mes de junio. En este tiempo las medidas de seguridad e higiene han ido cambiando hasta alcanzar la "nueva normalidad", llegando a decretar el fin de la mascarilla en el transporte público el pasado febrero.

Lo que en un primer momento iban a ser 15 días de estado de alarma acabaron siendo más de tres meses en los que se vivió una situación insólita. El decreto de aquel 14 de marzo de 2020 dictaminó que solo podrían salir de casa aquellas personas que se dedicaran a profesiones "esenciales" (sector sanitario, transportes, mantenimiento, limpieza...), el resto debería permanecer en sus casas salvo para proveerse de productos básicos.

Además se cerraron las fronteras entre territorios, y no era posible salir del propio municipio sin una causa justificada, tampoco visitar las segundas residencias.

Galicia registró su primer caso positivo en coronavirus una semana antes, el 4 de marzo de 2020. Fue un hombre de 49 años que había viajado desde Madrid hasta A Coruña en un servicio de coche compartido. El varón tenía una neumonía bilateral y fue aislado en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC), mientras que 11 sanitarios que habían tenido contacto con él también fueron aislados en sus domicilios.

Desde entonces la pandemia ha dejado en la comunidad 4.080 fallecidos y 695.000 contagios, según los datos proporcionados por la Consellería de Sanidade. En el total de España, son 13.778.467 los contagiados y 119.618 fallecidos, según el Ministerio de Sanidad.

Calles desiertas y mascarillas

Durante aquellos meses recorrieron las redes imágenes de calles desiertas. Los centros de las ciudades se vaciaron dejando imágenes desoladoras e impresionantes. A esas imágenes se unió otra que ha formado parte de nuestras vidas durante todos estos años: las de las caras cubiertas por mascarillas.

No obstante, las mascarillas se introdujeron de forma paulatina y con reticencias. En un primer momento el Gobierno desaconsejó su uso, y después, durante los peores meses de confinamiento, cuando se registraban diariamente varias decenas de fallecidos, se vivió un desabastecimiento de mascarillas y otros equipos de protección, dejando también relatos como las de personas que cosían mascarillas en sus casas, o los sanitarios que se cubrían con bolsas de basura.

Labores desinfección de la Xunta

En esos meses se vivieron algunos de los momentos más duros de la pandemia, con varios cientos de contagios y muertos diarios que llevaron a abrir varios hospitales de campaña. En Galicia los centros elegidos para este fin fueron el recinto ferial de Expocoruña, en la ciudad herculina, y el Multiusos Fontes do Sar en Santiago de Compostela.

Además, la comunidad tuvo que retrasar los comicios que iban a tener lugar aquel 5 de abril debido a las medidas de seguridad sanitaria. Finalmente se celebraron el 12 de julio.

Más amable fue la rutina de aquellos días que sacaba diariamente a las vecinas y vecinos a las ventanas para aplaudir a los sanitarios y reconocer su labor, así como otras acciones que recordaban a los fallecidos.

El inicio de la desescalada

En el mes de mayo de aquel 2020 se inició la denominada "desescalada", que introdujo medidas para caminar hacia la "nueva normalidad", tal y como la denominaban desde el Gobierno.

La desescalada constaba de fases en las que se iban recuperando espacios y rutinas. Si bien, el estar en una fase u otra dependía del número de contagios, por lo que los municipios pasaron semanas moviéndose entre las fases según las cifras que obtuvieran y cómo se encontrara la ocupación de sus centros. Durante estos meses estuvo establecido además un toque de queda nocturno.

La fase "cero" contemplaba la reapertura de ciertos locales con cita previa, y permitía salir a la calle para pasear o practicar deporte en solitario o junto a los miembros de la unidad familiar en unas franjas horarias de mañana y de tarde. En esas franjas se establecía además un horario recomendado para personas de más de 60 años.

La fase 1 ya permitía abrir al pequeño comercio, las terrazas de los bares con limitación de aforo, así como museos y otros centros también atendiendo al aforo. Las fases 2 y 3 ampliaban estas medidas en tiempo y aforo y flexibilizaban paulatinamente la movilidad, además permitían la reapertura de los locales de ocio nocturno. Una medida que generó mucha controversia, dado que se apuntaba que esos espacios eran un gran foco de contagios entre jóvenes.

Foto de archivo de cribado de Covid-19 realizado en Poio (Pontevedra).

Las y los gallegos pudieron volver a moverse por toda la comunidad libremente a partir de junio, dando comienzo a un verano que fue quizás el más peculiar vivido en décadas, con una población que deseaba salir a la calle y celebrar, mientras se seguían produciendo contagios e iban modificándose las medidas y restricciones por territorios. Todo con la mascarilla aún obligatoria en la calle o incluso en las playas, donde se recomendaba quitarla únicamente para bañarse.

Además ese verano el Gobierno gallego puso en marcha su "registro de viajeros" que obligaba a los turistas a comunicar su llegada a la comunidad.

Participantes en la edición 2020 Travesía Costa

"La nueva normalidad": vacuna y fin de la mascarilla

Determinar cuando se alcanzó la "nueva normalidad" es difícil. El otoño de 2020 estuvo aún marcado por la oscilación en los datos de contagios, con la llegada de la segunda ola, que trajo un nuevo estado de alarma con su toque de queda. Los colegios retomaron su presencialidad con uso de mascarilla, y muchas oficinas llamaron de vuelta paulatinamente a sus trabajadores.

Las restricciones de movilidad entre territorios estuvieron vigentes durante todo el invierno de forma intermitente, permitiendo desplazamientos, por ejemplo, durante la Navidad, pero solo se levantaron definitivamente en mayo de 2021.

Si bien a finales de ese 2020 empezaron a llegar las primeras noticias positivas sobre el trabajo de distintos laboratorios en una vacuna para la Covid-19. La vecina de Guadalajara Araceli Hidalgo fue la primera española vacunada ese mes de diciembre. Nieves Cabo, residente del centro compostelano Porta do Camino, fue la primera gallega en recibir su dosis.

Nieves Cabo, de la residencia Porta do Camiño, recibe la cuarta dosis de la vacuna contra la covid-19.

El año 2021 siguió estando marcado por el vaivén en los contagios. Pasadas las navidades la Xunta endureció de nuevo sus medidas por el repute de contagios, batiendo su récord el 9 de enero con 1.000 casos en un día. Hacia finales de febrero la comunidad entraría en una nueva desescalada que se completó llegada la primavera con la expansión del calendario de vacunación.

Por su parte, la mascarilla dejó de ser obligatoria en la calle en febrero de 2022, pero se mantuvo en espacios cerrados y en el transporte público hasta hace un mes.

Aquel marzo de 2022 parece lejano, y lo ocurrido desde entonces, un mal sueño. Ahora parece que el fin de la pandemia está por fin cerca. Así lo cree al menos el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien ha asegurado este martes que la pandemia se acabará en "algún momento" de 2023.

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