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"La hostelería da color al barrio", dicen vecinos y comerciantes del Orzán coruñés

Quincemil da un paseo por una de las zonas coruñesas que últimamente se ha convertido en foco de atención de la Policía Local. Esto es lo que opinan algunos de los que residen y trabajan en este céntrico barrio de A Coruña.
Plaza de José Sellier, en el barrio de Orzán
LPR
Plaza de José Sellier, en el barrio de Orzán
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Prácticamente desierto, apenas hay gente que pasee por las calles y los que lo hacen se muestran sorprendidos al ver que en el barrio, hoy, apenas hay vida. Es viernes al mediodía y hay tal silencio en las calles que, sin apenas esfuerzo, podemos oír las conversaciones de los vecinos que a esas horas caminan hacia sus casas.

Ya casi es la hora de comer y en una de las plazas de más movida del barrio coruñés del Orzán no hay ni un solo ruido. Solo silencio. Un silencio que llega a incomodar a ciertos vecinos, quienes están acostumbrados al movimiento creado gracias a la hostelería. Estos días- cuando me pasé por allí- extrañaban el cierre (de manera temporal) de uno de los locales de hostelería más simbólicos: La Urbana.

La semana pasada este popular bar de la plaza de José Sellier permaneció cerrado por vacaciones. Un cierre que entristeció a vecinos de la zona pues, según me comentan ellos mismos durante mi paseo, "los bares dan vida a este barrio". En Quincemil hemos querido acercarnos hasta una de las zonas coruñesas que más miradas está atrayendo en la última época. Allí conseguimos hablar con algunos vecinos y comerciantes.

Esta zona de ocio que en los últimos meses se ha convertido en el foco de atención de la Policía Local de A Coruña es visto por estos vecinos desde otro punto de vista.

El problema es el botellón

"Yo no siento jaleo", me comenta una vecina de 88 años a quien lo que realmente le molesta es la presencia de jóvenes, adolescentes en su mayoría, realizando botellón en las inmediaciones de su portal. "Yo los tengo enfrente de mi habitación y eso sí que es terrorífico", asegura este mujer, para quien la presencia de bares, en concreto La Urbana, ha supuesto "un antes y un después" en su vida.

Esta mujer lleva más de 20 años residiendo en el barrio y ha vivido en primera persona las diferentes épocas del Orzán. Sin duda, para ella, el mejor momento del barrio es ahora: "A mí me ha cambiado la vida un mil por mil".

"Yo vengo todos los días a tomar el aperitivo", dice esta mujer, para quien en particular este local forma parte de su familia. Un sentimiento compartido por otro vecino, un joven que lleva ya varios años residiendo en este barrio y quien lamenta profundamente la "persecución" que está teniendo la hostelería.

"Esto no es normal. Tanto en la calle de la Barrera como en la calle de la Franja hay muchos bares, pero allí no pasa nada", compara este joven, quien reconoce que los bares han cambiado "brutalmente" la imagen del barrio.

"Ahora es un barrio que tiene mucho más color, hay mucha gente...", explica este vecino, a quien le basta con poner como ejemplo el panorama de esta pasada semana, con uno de sus locales de referencia cerrado. "El barrio está muerto", me comenta mientras echa una ojeada a la plaza donde lo único que se ven son mesas y sillas amontonadas.

Antes era "un barrio inhóspito"

Después de charlar durante cerca de media hora con estos dos vecinos me dispongo a entrar en una tienda cercana. Quiero saber ahora qué opinan algunos de los profesionales de la zona, los que a diario desarrollan allí su actividad laboral. ¿Y cuál es mi sorpresa? Resulta que todo lo dicho por estos vecinos es refrendado por este comerciante, también vecino del barrio.

"Yo ya vivía aquí antes de que abriesen tantos bares y, la verdad, es que el barrio cambió por completo". Esto es lo primero que me dice este comerciante al entrar por la puerta de su tienda. Una tienda ubicada en una calle por la que "antes apenas pasaba gente", pero sin embargo ahora es todo lo contrario.

Lo que antes era "un barrio inhóspito", se ha ido convirtiendo en una zona en la la hostelería poco a poco fue ganado terreno. Pese a reconocer que le gustaría que abriesen más tiendas y que esta pequeña zona adquiriese un tinte más comercial, reconoce que vive y trabaja en una "zona muy agradable".

"Ahora mismo es un barrio vivo", comenta este comerciante quien me cuenta como hace no tantos años la gente evitaba pasar por la calle donde tiene ubicado su negocio: "Iban por San Andrés o el Paseo, pero por aquí no pasaba nadie".

Pese a que es un barrio orientado al ocio, la hostelería atrae a gente a cualquier hora del día. No solo por la noche, una franja en la que reconoce que se junta "mucha gente". Pero, dice, "es gente tranquila". "Puedes escuchar algún murmullo de la gente que está en la terraza, pero nada molesto", explica.

Tras esta última charla me dispongo a abandonar el barrio, pero antes de cruzar el límite con San Andrés me encuentro con un grupo de jóvenes. Dos chicas y un chico que iban directos a tomar algo en unos de estos locales de hostelería de los que hablamos.

Amor o odio. Parece que son los dos términos que pueden definir a este barrio. Ahora.. ¿quién tiene razón en toda esta lucha? Algunos de sus vecinos y comerciantes parecen tenerlo claro: sin los bares el barrio "está muerto".

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