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Tribuna Abierta

Más de lo que parece: relaciones de simbiosis y Cher te explica qué es un parásito

La biotecnóloga e investigadora predoctoral del CSIC aprovecha el mensaje de autosuficiencia de los últimos hits del pop para reflexionar sobre las relaciones de simbiosis, repasando algunos éxitos de las últimas décadas que ya lo hicieron en su momento
Sonia Coves Mora
Por Sonia Coves Mora
Cher en el videoclip de la canción 'Strong enough'.
Cher en el videoclip de la canción 'Strong enough'.

Desde aquel “gran necio, estúpido, engreído” que Rocío Jurado maldecía en Ese hombre (1979) a la “escoria de la vida, adefesio mal hecho” que Paquita la del Barrio entonaba llena de inquina en Rata de dos patas (2004); pasando por el proceso de sanación que Gloria Gaynor relataba en I will survive (1978), muy al estilo del canto a la fortaleza de Cher en Strong enough (1998) o a la resiliencia de las Destiny’s child en Survivor (2001). Estas semanas en que el despecho y el abordaje de la ruptura amorosa desde la empancipación y el amor propio han encabezado tantísimas listas de éxitos, es difícil no revisitar los grandes clásicos del desamor con que tantos artistas han relatado distintas experiencias al llegar al fin de una relación. Hay tantos motivos por los que una relación puede no haber funcionado como formas de afrontarlo. Lo que está claro es que para que las cosas salgan bien y el vínculo resulte satisfactorio, ambos han de llevarse algo. Puede que suene algo frívolo pero lo cierto es que en toda relación existe un intercambio. A veces puede no ser demasiado evidente: tú me das atención y yo te hago sentir necesarix. Yo te doy lo que tengo y tú me haces sentir que lo que tengo sirve de algo. Si todo va bien, este intercambio se da de forma equitativa y hablaríamos de una relación de simbiosis de tipo mutualista. Es la que se da también en las micorrizas: la asociación producida entre un hongo (mycos) y las raíces de una planta (rhizos). Aquí la planta recibe del hongo principalmente nutrientes minerales y agua, y el hongo obtiene de la planta hidratos de carbono y vitaminas que por sí mismo es incapaz de sintetizar; mientras que la planta puede hacerlo a través de la fotosíntesis y otras reacciones internas. Los dos salen ganando. Además, una planta micorrizada es capaz de explorar más volumen de suelo del que alcanzaría solo con sus raíces al sumársele a esta labor la superficie del hongo, que también proporciona a la planta protección frente a algunos estreses ambientales como la salinidad o los cambios de temperatura.

El insecto polinizador que acude a alimentarse del néctar de una flor y a cambio contribuye a la reproducción de la planta o el ave que se alimenta de los restos de comida entre las fauces de un cocodrilo haciendo de higienista dental son también ejemplos de ese Win-Win del mutualismo.

Pero en las relaciones no siempre ganan todos. On being used, I could write the book decía Cher y Paquita la del Barrio lo sabe bien. Las dos hablaban de parasitismo. Es aquella relación en la que uno de los individuos se beneficia de la relación mientras perjudica al otro. Aquí no solo juegan viejos conocidos como garrapatas, pulgas, piojos o sanguijuelas. Algunas especies de muérdago son capaces de invadir los tejidos de las coníferas (pinos, abetos y cedros) para competir directamente por sus recursos. El gusano Leucochloridium Paradoxum ejerce sobre su huésped un parasitismo especialmente macabro: su ciclo reproductivo se inicia en el estómago de las aves, donde generan las larvas que salen al exterior a través de las heces. Los caracoles que comen estas heces quedan infectados y los gusanos crecen en el estómago del caracol, expandiéndose a través de su cuerpo hasta llegar a las antenas que convierten, estratégicamente, en una especie de tentáculos ondeantes. Estas nuevas y llamativas antenas son el cebo perfecto para que las aves devoren al caracol infectado y el ciclo se repita de nuevo.

Hay un tercer tipo de relación en la que entra en juego la indiferencia. Se trata del comensalismo: mientras uno de los individuos se beneficia, el otro no se ve afectado. Entrarían aquí las rémoras que se pegan a los tiburones con tal de protegerse y aprovechar los restos de los alimentos que este consume; o también las aves que construyen sus nidos en las ramas de los árboles obteniendo refugio sin trastocar demasiado los planes del árbol en cuestión

Las relaciones de simbiosis revisten nuestros días de forma decisiva y su influencia, explorada desde Rocío Jurado a Miley Cyrus, seguirá dando para mucho. Sea como sea, la comunicación y una buena asertividad juegan un papel esencial, tanto para no caer en el parasitismo como para no extremar la fusión y acabar en una de esas relaciones ‘hiper-simbióticas’ a lo Michi y Yoshirin. Al final, los hongos, las plantas y las Destiny’s child tenían en común más de lo que parece.

Sonia Coves Mora
Sonia Coves Mora
Investigadora predoctoral en mejora genética de Brásicas de la Misión Biológica de Galicia - CSIC, biotecnóloga por la Universidad Miguel Hernández de Elche y posgrado en Genómica y Genética por la Universidad de Santiago de Compostela. Escritora novel entusiasta de la comunicación.