El Español
Treintayseis
Economía
|
Comercio

Etimoe en A Coruña: La tienda-taller con almacén en la naturaleza y peixes con segunda vida

Esta original tienda de diseño cumple 25 años en la ciudad con su colección "La Mar Salada" como producto estrella, unas originales esculturas de peces elaboradas con maderas recicladas recogidas del mar y otros materiales
Mónica y Santiago con sus exclusivos "peixes".
Quincemil
Mónica y Santiago con sus exclusivos "peixes".
Ofrecido por:

Desde hace 25 años A Coruña dispone de una exclusiva tienda-taller de diseño con inspiración atlántica y la sostenibilidad por bandera, dado que sus responsables recogen regularmente maderas perdidas en el mar y de los árboles de los bosques para elaborar originales piezas como mesas de corteza de eucalipto o "peixes", es decir, esculturas de Palometas, Sargos, San Martiños o incluso peces globo voladores, añadiendo así un toque más fantástico a las elaboraciones.

Las manos que hacen posible tener en casa objetos muy personales que no se pueden encontrar en otro lugar que no sea su tienda de la calle San Sebastián de A Coruña, son Santiago Bataneiro y Mónica Coto. Ambos comparten su pasión por el diseño y la filosofía ecológica y coinciden en que "la naturaleza fabrica y no contamina nada", razón por la que apuestan a la hora de proveerse de materiales para sus piezas de los propios entornos naturales con el máximo respeto.

Una de sus colecciones estrella desde hace aproximadamente seis años es la de "La Mar Salada", una serie de animales elaborados con madera y otros objetos recogidos del mar con llamativos colores que se colocan sobre un soporte, también reciclado, a modo de decoración en los hogares. Otra de las opciones es poner estas piezas en suspensión y los creadores cuentan que han tenido compradores sobre todo de España y Portugal y también de países lejanos a la comunidad como Alemania o Estados Unidos.

Un trozo de mar en casa y homenaje a la gente que vive de él

Coto asegura que la colección "La Mar Salada" fue bautizada así porque los elementos que integran las esculturas vienen del mar "y están salados". Se trata de pedazos de madera encontrados en el agua a los que se le da una segunda vida convirtiéndolos en peces de colores que llevan a las casas de los compradores "un trozo de mar". "Es muy importante que las figuras tengan color, como en las escamas por ejemplo, porque es lo que les da luz y es como notas musicales para los ojos", comenta, a la vez que detalla que todos sus trabajos siguen esa línea, como sus collages, donde utiliza madera reciclada y saca las fotografías de revistas en papel.

Tanto Coto como Bataneiro se confiesan unos enamorados del mar y llaman a sus piezas "peixes" para darles una connotación distinta y dicha por un gallego. "En cualquier ciudad o pueblo costero todos tenemos algún conocido que vive del mar o sabemos de alguien que desgraciadamente se murió faenando. Los peces son un objetivo en la lucha por la vida y detrás de ellos hay mucho sufrimiento y tragedias porque luchar contra el mar es luchar contra un gigante", explican, al mismo tiempo que hacen hincapié en la "morriña" de mar que tiene la gente que es del litoral y en cómo lo echan de menos cuando está lejos "porque lo llevan en la sangre y el estado de ánimo".

"Nuestros peixes son un homenaje a la gente del mar y son animales casi fantásticos. Si nos contasen las historias que han vivido alucinaríamos y yo trato de representar animales viejos y adultos que tienen una historia detrás", apunta Bataneiro, que a menudo cuenta la apasionante vida que se imagina de los peces en su cuenta de instagram acompañada de una imagen de sus creaciones. "Creemos que somos distintos a los peces pero en realidad somos iguales porque donde acaba nuestro mundo empieza el suyo y todos sufrimos, padecemos, tenemos hijos...aparte de que nos alimentan y en cierto modo deberíamos adorarlos", matiza el artista.

Los materiales de los que están compuestas las esculturas son maderas viejas "que tienen un pasado" y también trabaja con metales como el cobre que habitualmente compra en las chatarrerías. "Me parece muy adecuado el minimizar de alguna manera los residuos y sacar de algo que tiene escaso valor otra cosa que valga más", dice Bataneiro, mientras recuerda la importancia de la tarea que realizan en Etimoe con "maderas que estaban desahuciadas y residuos forestales" evitando que "toda esa energía acabe en la basura y aplicándola en los muebles y esculturas".

Fauna marina de Galicia y compradores para todos los gustos

Bataneiro y Coto acuden regularmente a playas o montes para proveerse de materiales para sus diseños e incluso ella ha llegado a crear colgantes sostenibles en forma de pez a partir de piedras que ha encontrado en arenales que contienen mensajes positivos. "El árbol de esta pez estaría contento de verse siendo valorado como decoración de una casa", señala Bataneiro con uno de sus peixes en la mano, elaborado a base de pino recogido del mar. Otros materiales con los que crea y que encuentra en este medio también son el roble o la teca.

Por su parte, Mónica elabora unas creaciones más fantasiosas bajo la inspiración que supone para ella la frase de García Lorca "Me he inventado unas alas para volar y vuelo" y sus figuras se distinguen porque a menudo tienen aletas o escamas de llamativos colores o incluso alas. Ambos, pero sobre todo Bataneiro, intentan hacer esculturas de peces gallegos para representar el denominado "sentir atlántico", sobre el que matizan que "cada vez se percibe más y está más latente en Galicia y en el resto de regiones europeas".

En cuanto a los compradores de los diseños de la colección "La Mar Salada", los responsables de Etimoe sostienen que "son diversos". Algunos se hicieron con sus piezas en ferias de arte, otros son amantes del mar o de profesiones relacionadas con este medio (buceadores, cocineros...), al margen de aquellos que conocen de su arte a través de verles piezas a conocidos en sus casas o por el clásico boca a boca. "La gente busca cosas diferentes que le hagan sentir", concluyen.

Un "hueco" en el mercado con productos competitivos

Coto y Bataneiro reconocen que se dedican a "hacer otras cosas" poco tradicionales, porque lo que se hace en muchas tiendas de diseño "ya se realiza muy bien" y quieren diferenciarse. Esta manera distinta de trabajar podemos encontrarla en algunas de las colecciones de muebles de las que disponen, donde por ejemplo utilizaron corteza de eucalipto para hacer tablones. "Este material en el monte era un problema porque contiene trementina que acidifica el suelo, no se descompone y contamina. Lo que hicimos fue convertir a esta especie de enemigo de la tierra en amigo integrándolo en nuestros muebles", exponen, mientras destacan otras creaciones respetuosas con el medio ambiente como la figura de un congrio elaborada a partir de modificaciones en una rama.

Este aprovechamiento de los recursos lo llevan al extremo y lo demuestran en su taller, donde utilizan un bidón que encontraron en el mar como lavabo donde limpiar los materiales gracias a unas modificaciones que le realizaron. Los profesionales son conscientes de que lo que elaboran son "piezas únicas diseñadas con su propio concepto para una minoría" y admiten que tratan de encontrar su hueco en el mercado y ser competitivos en los precios. "Basamos los precios principalmente en las horas de trabajo que suponen las piezas, somos honestos y realistas y no nos basamos en vender un caché", añaden.

De cara al futuro, en Etimoe son ambiciosos y confiesan que seguirán apostando por sus originales creaciones, además de por proyectos como la línea de camisetas La Mar Salada de Mónica Coto (en la que traslada a las prendas sus collages) y un proyecto de "remasterización de hogares", porque apuntan que en muchas ocasiones "la gente se preocupa más por su vida exterior que de su propio nido donde conviven con sus familiares y más allegados y hacen vida".

TEMAS:
Economía