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El vendedor de castañas de la calle Real de A Coruña, "el hombre más rico del mundo"

No confiesa lo que lleva ahorrado después de 59 años trabajando, pero tiene algo claro: si se jubila, se aburre. Por mucho que Manolo Rivas diga que, por delante de Amancio Ortega, está la riqueza de Sergio Gallego
Sergio Gallego, 59 en la misma esquina
AN
Sergio Gallego, 59 en la misma esquina
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Desde 1960, Sergio Gallego ocupa la misma esquina en la calle Real cada otoño. Ya van 59 años desde que, con solo 13 años, fundó dos empresas: la de las castañas para los inviernos, y los helados La Ibi para los veranos. Toda una vida trabajando, pero a Sergio y a su mujer, Pura Gómez, no hay quien los jubile. Ni aún siendo "los más ricos del mundo".

"Un secreto a voces en Coruña de lo que no se enteró Forbes: Amancio Ortega es el segundo hombre más rico del mundo. El primero es un vendedor de castañas con carro en la calle Real", escribió Manolo Rivas hoy, cuando se conocía precisamente la actualización de la lista de las mayores fortunas del mundo, en la que el fundador de Inditex vuelve a ocupar el primer puesto a nivel España, y sexto a nivel mundial.

Sergio tampoco se sorprende demasiado cuando le contamos la afirmación lanzanda a través de Twitter por el escritor coruñés. "Solo un poquito, me hizo una donación hace poco", dice con chispa, riéndose sin dejar de remover las castañas que se tuestan al calor de la leña. "Ahora no es como antes, con tener para vivir holgadamente, tener para comer y para beber, nos es suficiente".

Leña, cucuruchos y castañas, la materia prima del negocio (AN)

Después de tantos años trabajando, algún dinero hay ahorrado, pero ni se plantea lo de retirarse. "Si me quedo en casa me aburro. Quedarse en el sofá es para que venga antes la muerte. Cuanto más pronto te jubiles, más pronto mueres", sentencia Sergio, y vuelve a rebuscar en la bandeja por si hay alguna castaña quemada.

Suelen traer las castañas de la Ribeira Sacra. "Este año, como tardaron en dar las licencias, fuimos a por ellas al Barco del Valdeorras". Su mujer, Pura, que siempre lo acompaña en las jornadas de venta, remacha que Sergio ya no está "para andar solo por las carreteras ni cargando sacos, ahora va acompañado del hijo".

Pura Gómez, siempre trabajando codo con codo con Sergio en la calle Real (AN)

Aunque dice que no es cliente suyo, se acuerda de Amancio Ortega, sí, de los tiempos en que vendía camisas en Gala. ¿Le comprarías alguna camisa? "¡Qué va! Si de aquella no tenía para comer, ¿cómo le iba a comprar camisas?". Sergio cuenta que también vendió barquillos y churros, "había muchas bocas que alimentar en casa". Y si hay que opinar sobre el fundador de Inditex, Pura dice: "Que no nos falte nunca Amancio, es un orgullo para la ciudad".

Sergio atiende a los clientes entre risas (AN)

Recuerda Sergio que cuando le tocó cumplir el servicio militar solo quería que lo mandaran al calabozo: "Así podía venir a casa y vender". Desde luego que si la riqueza va de pasión por el oficio, Sergio y Pura son inmensamente ricos. Y por si hubiese algo más que aclarar sobre su riqueza, Pura apostilla: "Somos ricos de salud, mujer, de momento".

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