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El Valentín: viajar comiendo sin salir de A Coruña

Hace cinco años los hermanos Silva convirtieron un bajo en desuso en la plaza de San Nicolás en un local único. Hoy es un punto de referencia para aquellos que quieren probar platos de los cinco continentes.
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Además de dar nombre a la celebración del amor, Valentín es algo más para Ana y Pablo Silva. Lo lleva siendo desde hace cinco años, cuando estos dos jóvenes alquilaron un local en desuso en la céntrica plaza de San Nicolás y lo convirtieron en un café-restaurante que ofrece una experiencia única a sus clientes.

Ana pone la experiencia en hostelería y Pablo se dedica a los números. Con estas división de tareas, estos dos hermanos apostaron por montar su propia negocio de hostelería. Y no les va nada mal. "Ofrecemos una oferta muy amplia, asequible y muy cambiante", nos cuenta Pablo.

Las paredes desconchadas, los restos de papel pintado, el ladrillo, las puertas, la piedra... Todo lo encontramos aquí, en un local que, desde la historia que guardan sus paredes, nos traslada a un viaje gastronómico por los cinco continentes.

Es por la tarde y en el interior de este céntrico local nos espera Pablo. Hablamos con él mientras su hermana Ana atiende las mesas de la terraza.

El Valentín, el proyecto de dos hermanos

Interior del Valentín

¿Cómo surgió el proyecto del Valentín?

Este negocio es de mi hermana y mío. Mi hermana se dedicó toda su vida a la hostelería: se formó como cocinera y repostera y trabajó durante mucho tiempo en locales para otra gente. Hace cinco años se vio con ganas de montar su propio local, pero le daba miedo la parte del proyecto económico. Como yo venía de trabajar en el audiovisual haciendo presupuestos para pequeñas producciones, le eché un cable y montamos el Valentín.

¿Por qué os decantasteis por esta ubicación?

Buscamos un local cerca de donde vivíamos y cuando vi que este local se alquilaba llamé inmediatamente. La persona que me atendió me dijo que no estaban interesados en montar algo de hostelería, así que me vi obligado a explicarle el proyecto, y le gustó.

Ubicado en un edificio del siglo XIX, la decoración del Valentín guarda el encanto de antaño.

El local llevaba 30 años cerrado.Lo tuvimos que reformar e intentamos dejar muchos de los elementos originales. Era un bajo vivienda y en cuya parte delantera hubo un negocio: unos dicen que había una tienda de reparación de lámparas y otros, una tienda de filloas.

Interior del local

¿Por qué el nombre de Valentín?

Ana siempre tuvo la broma de que cuando tuviera un bar lo iba a llamar Valentín, porque en nuestra casa familiar, en el campo, siempre veíamos a un "zorrito" y mi hermana lo llamaba Valentín. Y ahí quedó. Cuando pensamos en tener un negocio ella ya pensó en que "iba a ser un zorrito y se iba a llamar Valentín".

¿Cómo ha evolucionado el local?

Cuando empezamos buscábamos un local más pequeño pero surgió este y no lo pudimos dejar pasar. Empezamos seis personas trabajando y ahora somos once. Al segundo mes de abrir tuvimos que contratar a gente porque no habíamos medido bien la carga de trabajo.

Trabajamos muchas franjas horarias, desde las nueve de la mañana hasta las doce de la noche. Damos todos los servicios: desayuno, comidas y cena. Todo esto genera mucha presencia en el barrio.

"Ofrecemos una oferta muy amplia, asequible y muy cambiante"

En vuestra carta apostáis por platos de los cinco continentes.

Ofrecemos una oferta muy amplia, asequible y muy cambiante. Tenemos mucha oferta de comida mediterránea, africana, oriental... Pero también tenemos los bagels que son típicamente americanos. Nuestra idea siempre fue hacer una taberna, en el sentido más popular del concepto, en la que pudieras viajar comiendo.

Uno de vuestros fuertes es la repostería.

La repostería nos gusta mucho. Trabajamos con postres propios que nos hace un obrador y, ademas, al ser mi hermana de formación repostera siempre le hemos dado importancia. Trabajamos mucho con cafetería, por ello la repostería es uno de nuestros puntos fuertes.

El Valentín es un local pet-friendly, ¿qué tal lo acogió la clientela?

Muy bien, aunque bien es cierto que al principio había gente un poco "descolocada". En nuestra casa siempre tuvimos animales y sabemos lo complicado que es no poder ir a los sitios con tu perro. Vimos que en otros sitios estaba permitida la entrada de perros y lo instauramos en el Valentín.

La terraza, seleccionada entre las mejores de España, es otro de los encantos del Valentín. ¿Qué tiene de particular?

Está en una ubicación privilegiada. Le da el sol prácticamente todo el día, es recogida... La gente está encantada.

El Valentín ha revitalizado esta zona de San Nicolás.

Gracias a los negocios que abrimos en esta zona probablemente se haya revitalizado. Es genial, porque es una zona muy bonita.

¿Cuál es el público del Valentín?

Es muy diverso. En nuestra clientela hay muchas mujeres, y de todas las edades.

¿Cuál es el secreto del Valentín para mantener el éxito del principio?

Mi hermana, es el alma del local.

¿Algún otro proyecto en mente después de la buena experiencia con el Valentín?

Ojalá. Muchas veces lo pensamos, pero como invertimos tanto en este, a veces no nos queda ni tiempo ni fuerzas. Si montásemos otro local, nuestra metodología de trabajo sería la misma.

Y como buen empresario de hostelería...

¿ Eres de caña o de vermú? Yo soy de todos los alcoholes, pero prefiero la caña.

¿El café solo o con leche? Solo

¿La tortilla, con o sin cebolla? Sin cebolla

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