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El ejército lucha contra la Covid-19 también desde Pontevedra

Actualmente existen unos 150 rastreadores en la provincia de Pontevedra que hacen llamadas de 9 de la mañana a 10 de la noche, siete días a la semana
Rastreadores del Ejército de Tierra en la Misión 'Baluarte'.
Ejército de Tierra
Rastreadores del Ejército de Tierra en la Misión 'Baluarte'.
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La Base General Morillo del Ejército de Tierra se encuentra en Figueirido, a escasos ocho kilómetros del centro de Pontevedra. Desde aquí se coordinan y ejecutan varias de las actuaciones que las Fuerzas Armadas están llevando a cabo en Galicia para hacer frente a la pandemia, apoyando a autoridades civiles y a la población para aplanar la curva de contagios en la comunidad.

Operación Balmis

Con el inicio del estado de alarma en España y el confinamiento de la población, el Gobierno solicitó a los tres ejércitos ayuda para llevar a cabo dos tareas esenciales: vigilancia y desinfección. La bautizada como Operación Balmis comenzó el 15 de marzo y finalizó cuando lo hizo la "primera ola" de contagios. Ante un enemigo desconocido como lo es la Covid-19, el Ejército de Tierra se preparó para ayudar en todo lo que fuera posible.

En primer lugar se solicitó la actuación de la Compañía de Defensa NBQ (Nuclear, Radiológica, Biológica y Química) de la Brilat: ellos serían los encargados de desinfectar los lugares y edificios con mayor afluencia de público y, consiguientemente, de mayor riesgo de contagio. En más de cien salidas esta Compañía se encargó de desinfectar residencias de mayores, hospitales, centros penitenciarios, edificios públicos, el aeropuerto de Vigo y una fábrica textil de EPIs.

El segundo "brazo operativo" de la Operación Balmis fue el que desplegó patrullas de presencia en casi ciento cincuenta localidades gallegas, prestando apoyo a las autoridades civiles. Entre las tres bases que componen la Brilat (Pontevedra, Asturias y Valladolid) se llegaron a desplegar 1700 efectivos, entre los cuales se fijó una patrulla en la frontera con Portugal durante más de un mes para apoyar también a las autoridades lusas.

Operación Baluarte

Finalizada la Operación Balmis, el Ejército tuvo un breve período de "respiro", pues en poco más de un mes era la Xunta de Galicia la que solicitaba su ayuda para otra tarea: el rastreo de contagios. Con la llegada de la temida "segunda ola", el gobierno autonómico tuvo que recurrir a la Brilat para poder hacer frente a la creciente cantidad de positivos en Galicia.

Esta tarea requirió una formación específica que se impartió en un tiempo récord, que en muchos casos no superó una semana. Información básica sobre la Covid-19, nociones jurídicas de protección de datos personales y gestión de información, o técnicas de comunicación con el paciente fueron algunos de los cursos que se impartieron a principios de septiembre en la Base General Morillo.

Una vez formados, los militares pueden desarrollar su tarea con total autonomía, con el asesoramiento de los sanitarios destinados en Pontevedra, quienes apoyan el operativo. Actualmente, existen unos ciento cincuenta rastreadores militares solo en Pontevedra, que hacen llamadas desde las 9 de la mañana hasta las 10 de la noche siete días a la semana.

"Comprobamos si se está cumpliendo la cuarentena impuesta por las autoridades sanitarias en el caso de los contactos estrechos y preguntamos por síntomas específicos en caso de hablar con un posible contagio", asegura uno de los soldados del operativo. Nos dicen que ellos solo son intermediarios, dependen del SERGAS para saber a quién llamar y de las autoridades civiles (Policía Nacional o Local) en caso de que algún paciente no esté cumpliendo la cuarentena, "se comunica al organismo que corresponda y ellos llevan a cabo el seguimiento in situ".

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