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El Auditorio de Galicia: un homenaje a la arquitectura gallega en Santiago de Compostela

En una ciudad como Santiago, dominada por el esplendor del Casco Histórico, también destacan apuestas contemporáneas como el Auditorio de Galicia, un homenaje a la arquitectura gallega.
El exterior del Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela.
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El exterior del Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela.

La arquitectura de Santiago de Compostela está marcada por grandes obras del pasado más lejano, con la Catedral como epicentro de un glorioso Casco Histórico. Sin embargo, a finales del siglo XX también se dieron interesantes apuestas contemporáneas, como es el caso del Auditorio de Galicia.

Su construcción se planteó a mediados de los años 80 con un doble objetivo: en lo cultural, Santiago necesitaba un equipamiento con las características del auditorio, con salas de gran formato, mientras que en lo arquitectónico buscaba un edificio en el que conviviesen en armonía la modernidad, el paisaje y la tradición.

El Auditorio de Galicia desde el Parque da Música (Compostela Verde).

El elegido para afrontar aquella tarea fue el arquitecto Julio Cano Lasso, quien ya había sido el responsable del Burgo das Nacións, levantado 20 años antes en el emplazamiento del auditorio.

Así, Cano Lasso redactó en 1986 un proyecto al que denominó "Aquellos grandes muros de piedra" en el que buscaba expresar la admiración que sentía de joven al caminar por las calles de Santiago.

El aire moderno se ve reflejado en su luminosidad: frente a los "oscuros y sombríos" muros conventuales de sillería, la propuesta del arquitecto, según él mismo detallaba, apostaba por "animar" la construcción con "el toque delicado de las galerías acristaladas".

La otra vocación, de acuerdo con el respeto a "los invariantes de la arquitectura gallega", era respetar el impacto en el paisaje, de tal modo que se plantearon dos fachadas: una cerrada y precedida por un soportal -la actual entrada-, y otro abierto al paisaje y de carácter más natural, con praderas y arbolado, en la parte que da al lago.

El propio arroyo que discurría por la zona fue represado para dar forma al lago, una parte inseparable de la imagen del Auditorio de Galicia que lo conecta con el Parque da Música, inaugurado a principios de los años 90 para complementar este equipamiento cultural.

Sobre el lago destaca, por encima de las grandes galerías acristaladas, el muro de más de 20 metros de altura del cuerpo central, recubierto de granito tostado en sillares de 16 centímetros de espesor.

El proyecto, con un total de unos 7.900 metros cuadrados, fue cofinanciado por el Ministerio de Cultura, la Xunta de Galicia, el Concello de Santiago y diversas entidades privadas, contando con un presupuesto total de unos 5,36 millones de euros.

La sala Ángel Brage del Autorio de Galicia (Compostela Cultura).

La distribución interna consta de una sala principal de auditorio -la Ángel Brage, con 1.002 plazas- y una secundaria -la Sala Mozart, con 260 plazas-, así como una sala de exposiciones -la Isaac Díaz Pardo-, una zona de seminarios -la Sala Circular- y su cafetería.

Julio Cano Lasso defendió en múltiples ocasiones su diseño del Auditorio de Galicia, la última obra que proyectó en Santiago después de haber dejado su huella con el planeamiento del barrio de Vite o con la conversión del Hostal dos Reis Católicos.

“El edificio de Santiago ha de ser un edificio noble en una noble ciudad de piedra: podría haber sido de acero, cristal y alta tecnología, pero aunque hubiéramos dispuesto de medios para ello, cosa que no ocurría, me pareció más interesante recuperar el uso de la piedra y tratar de hacer una arquitectura en línea con los valores intemporales de la gran arquitectura gallega", aseguró años después en una conferencia.

Así, y con el colofón final del diseño acústico a cargo de Lothar Cramer, el 20 de octubre de 1989 fue inaugurado el Auditorio de Galicia, que sigue gozando de buena salud tras más de treinta años de vida. Desde 1996 es la sede permanente de la Real Filharmonía de Galicia.

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