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Condenado un ganadero gallego por inocular una bacteria a sus vacas por una indemnización

El hombre buscaba la indemnización de más de 100.000 euros que le sería adjudicada al tener que acabar con la vida de 144 reses
Imagen de archivo de una vaca
Pixabay
Imagen de archivo de una vaca
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Un ganadero de Lugo ha sido condenado por el Tribunal Supremo a 5 meses de cárcel por un delito de estafa en grado de tentativa. El hombre inoculó cepas vivas de brucelosis a 144 vacas de su explotación ganadera para poder cobrar la indemnización establecida para casos en los que se detecta esa bacteria y se sacrifica al animal.

En el año 2012 la Audiencia Provincial de Lugo, según recoge Europa Press, ya dio por probado que el ganadero utilizó en sus reses vacunas que estaban prohibidas desde 1988. El objetivo era que los servicios de saneamiento de la Xunta de Galicia detectaran a la bacteria. "Pretendía de tal modo y desplegando el engaño ya señalado, acceder a las indemnizaciones fijadas en la orden de 27 de diciembre de 2011", explica el Supremo.

De esta forma, al tener que sacrificar a las vacas, el hombre se llevaría de indemnización unos 102.640 euros en concepto de ayuda por el sacrificio más una cantidad que variaría entre 30.121,91 y 48.327,46 euros por lucro cesante.

Tendrá que pagar a la Xunta por los gastos de laboratorio

Durante la tramitación de esta indemnización, la Xunta comenzó a investigar lo que consideraban un brote de brucelosis surgido en la explotación, debido al gran número de animales infectados, cuando en los últimos años no se había detectado ningún caso en Galicia. De esta pesquisa concluyeron que la bacteria se correspondía a las cepas vacunales S19 y REv1, por lo que no se trataba de una "infección natural".

El ganadero tendrá que indemnizar a la Xunta con 22.000 euros por todos los gastos de laboratorio. El caso llegó al Supremo ya que el hombre recurrió la sentencia del Tribunal de Lugo, alegando errores en las pruebas y poniendo en duda la cadena de custodia de las diferentes muestras. Estas acusaciones no fueron probadas y el Supremo añadió que el ganadero se desinteresó del cuidado de la explotación, sin llevar a cabo las desinfecciones pertinentes hasta el año 2015. De esta forma, el Supremo concluye que la única intención del hombre al suministrar las vacunas a sus vacas era "defraudar".

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