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¿Cómo se recuperan los montes de Galicia tras los incendios de este verano?

Un suelo forestal puede recuperarse en un tiempo de entre tres y cuatro años, pero es necesario llevar a cabo acciones que prevengan la erosión
Vegetación en una zona arrasada por el fuego
Carlos Castro – Europa Press
Vegetación en una zona arrasada por el fuego
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Este ha sido de los veranos más difíciles que se recuerdan en los montes gallegos. De acuerdo con los datos del satélite Copernicus, este 2022 ha habido 717 incendios en España, y han arrasado un total de 149.344 hectáreas. En Galicia, incendios como el de Valdeorras, que arrasó 12.846 hectáreas, o el de Folgoso do Courel, con 13.566 hectáreas quemadas, pusieron en alerta a vecinos y equipos de emergencias durante días, y dejaron unas imágenes devastadoras de los montes de la región.

En total, este verano en Galicia se calcula que más de 44.500 hectáreas han sido calcinadas por los fuegos. La responsabilidad ahora de recuperar esa superficie de monte cae principalmente en la Consellería de Medio Rural y en las comunidades de propietarios particulares, que son dueños de un 68% del monte gallego. La recuperación de los suelos es un proceso que requiere de tiempo, mimo y paciencia, pero, por suerte, la situación de las laderas gallegas no es tan grave como parece.

Cristina Fernández, del Centro de Investigación Forestal de Lourizán, señala que ante todo hay que ver el lado positivo de una situación que, emocionalmente, arrasa el alma gallega como arrasa la vegetación. "Dentro do malo, a situación é boa. A maioría da superficie queimada tivo un impacto leve no solo, agás en algunhas zonas moi puntuais, que a afectación foi moderada o grave, os incendios este ano subriron máis en superficie que en severidade", explica.

Primeros pasos

Lo primero y ante todo, es analizar estos daños del fuego, algo que los técnicos de Lourizán llevan haciendo todo el verano. Galicia, explica Fernández, presenta una particularidad con respecto al resto de la península y es que se toman medidas urgentes sobre el terreno nada más extinguir un incendio. "O primordial é reducir o risco de erosión e tratar de reparar as concas hidrolóxicas, todo iso competencia da Consellería".

Evitar la erosión resulta crucial para no dañar aún más el suelo y permitir que mantenga los nutrientes que harán posible que vuelva a crecer la vegetación. El paso más importante para proteger la cuenca hidrológica y por tanto los cauces de agua que nutren el suelo forestal es evitar que las cenizas pasen a los ríos y fuentes. "Isto faise mediante unha técnica de mulching, colocando palla nas laderias para evitar que cando comece a chover forte os sedimentos se despracen". Con todo, una vez estos residuos llegan a los cauces poco más se puede hacer, por eso la celeridad en la actuación es clave para atajar estas situaciones.

Técnicos de la Consellería de Medio Rural aplicando la técnica 'mulching' en una ladera quemada.

En Galicia, las zonas gravemente afectadas donde se han tenido que ejecutar estas labores de prevención han sido sobre todo en Valdeorras, en O Courel y en Boiro, pero tan solo en zonas muy puntuales en las que los fuegos se ensañó especialmente con el paisaje. "En canto a espacio gravemente afectado pode haber unhas 100, ou 150 hectáreas en cada un destes incendios, a maioía dos solos, están queimados pero o impacto foi menor e non hai tanto risco de erosión".

Los técnicos Lourizán tienen su propio modelo predictivo que les permite conocer en qué zonas prestar más atención y, con cada fuego y sus hallazgos, van mejorando estos datos. "Na ciencia forestal e de prevención de incendios hai moitas cousas que aínda non se saben ou non se coñecen", reconoce Cristina. "Falta moita investigación, pero os nosos coñecementos caigan sobre todos los efectos dos incendios entón temos que esperar e ir acumulando datos sobre a marcha".

El futuro de un monte

Si hay suerte, un suelo forestal puede estar rehabilitado a los tres o cuatro años. Tras las actuaciones urgentes que se llevan a cabo, lo mejor es dejar que evolucione el terreno naturalmente, es decir, dejarlo solo. Una vez pasadas las primeras lluvias y antes de la temporada de incendios es cuando se puede volver a evaluar y decidir el siguiente paso.

Dentro del horror que es un monte quemado, puede presentar incluso una oportunidad para devolver a Galicia algunas de las especies arbóreas autóctonas que fueron suplantadas por el eucalipto. "Plantar especies autóctonas para repobrar a verdade e que é unha acción moi positiva pero ten o problema que son moito máis esixentes", explica Cristina.

El seguimiento y análisis del suelo es crítico en estos momentos, ya que permitirá decidir las medidas a tomar. "Depende do uso que se lle quera dar ó solo, a gran maioría do monte galego está en mans privadas e aí cada un terá que analizar qué utilidade lle quere dar".

¿Qué pasa si, como apuntan la mayoría de predicciones relativas al cambio climático, continúan subiendo las temperaturas el año que viene? Es difícil predecirlo. Normalmente un suelo seco y unas altas temperaturas son dos señales de riesgo de incendio, pero que arda una zona de nuevo, es raro. "É bastante difícil que volva a arder, pero pode pasar. Se ocorre o máis problable e que o impacto sexa menor porque non hai tanta biomasa que arder".

A pesar de esta dificultad, el suelo puede volver a arder y la única forma de evitarlo es llevando a cabo acciones de prevención. Limpiar la maleza, desbrozar las fincas ocupadas, todo lo que contribuya a reducir la cantidad de elementos que son más propensos a quemarse es crucial en la lucha contra el fuego. Aquí, concluye Fernández, es dónde más hay que concienciar a la ciudadanía. "Evitemos que exista una cumule de combustibles e vexetación, coidemos da contorna. Como cidadáns podemos pensar en positivo e traballar para reducir o risco e o impacto que teñen estes lumes, sacar algo en bó das traxedias que supón ver a nosa terra queimándose".

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