Durante siete años, los que van de enero de 2014 a mayo de 2021, Pablo Iglesias ha sido el discutido, pero indiscutible, macho alfa de Podemos. Fue así desde el principio, con un macho beta (Íñigo Errejón) como segundo al frente de la manada. Iglesias y Errejón mostraban todas las características que los biólogos David Mech y Rick McIntyre atribuyen al liderazgo en algunas especies de animales sociales. Ni uno ni otro contaban, sin embargo, con la irrupción en la lucha por el poder de las amazonas que medraban en la izquierda.

El macho alfa deposita en el beta toda su confianza pese a saber que este, en un momento determinado, querrá arrebatarle el puesto de líder o abandonará la manada para crear la suya propia, con él como nuevo alfa. Ocurre entre los lobos y, dentro de los primates, entre los chimpancés y los bonobos. En estos últimos, Mech descubrió una forma alternativa de alcanzar el poder aunque no se tengan las cualidades iniciales para conseguirlo: algunos betas son capaces de gestar pactos dentro del grupo para arrebatarle el liderazgo al alfa y ocupar así su lugar.

Si pasamos de la etología a la política es fácil comprobar cómo los grupos humanos han reproducido a lo largo de milenios ese comportamiento social. Al lado del líder ha figurado siempre un segundo que, en la mayoría de los casos, se enfrentaba al mismo dilema.

Las posibles soluciones son tres. Pelear por la jefatura para alcanzarla mediante cualquier método, incluida la traición y el asesinato. Abandonar al líder para generar tu propio círculo de poder. O aceptar su muerte por encargo del macho alfa, cuando no a manos de él.

Contra el alfa Adolfo Suárez conspiraron todos los que se creían betas, hasta que acabaron con su poder.

Felipe González, alfa entre los alfas, expulsó de su lado al beta Alfonso Guerra, que le había acompañado durante su ascenso al mando.

José María Aznar premió al beta más imprevisible, Mariano Rajoy, una vez que el beta que aparecía como heredero, Rodrigo Rato, demostró que pretendía crear su propia familia de primates agradecidos.

Con José Luis Rodríguez Zapatero aparecen en primera línea de la política española las hembras alfa y beta, las modernas amazonas que aparecen en los escritos clásicos de Heródoto combatiendo en la guerra de Troya, habitando una isla de Asia (si creemos a Marco Polo) y dando su nombre al conocido río de América del Sur tras las cartas que sobre ellas escribe Hernán Cortés al emperador Carlos V.

Rajoy era, desde el punto de vista de la etología de los primates, más bonobo que chimpancé

Zapatero coloca de vicepresidenta del Gobierno a una alfa madre con la idea de que lo proteja de cualquier beta ambicioso (que los había entre sus ministros). Esos beta incluían a una mujer con la ambición y la fuerza suficientes como para batallar por la jerarquía con cualquier macho alfa que se cruzase en su camino. Otro, José Bono, que había sido alfa en un territorio menor y que aspiraba a llegar a lo más alto. Otra amazona que podría compararse a la Pentiselea que combatió contra Aquiles. Y otra, Carmen Calvo, que llegará a beta siete años más tarde.

La llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa introduce el personaje de un beta laborioso al que el papel de alfa le produce una enorme desazón. Durante su paso por varios ministerios, con José María Aznar como temible jefe de la manada, no entraba en sus cálculos llegar a la cumbre. Rajoy era, desde el punto de vista de la etología de los primates, más bonobo que chimpancé. Bonobo, pero tan listo como los chimpancés cuando se trataba de conservar el mando.

Con Rajoy, dos ambiciosas betas son colocadas frente a frente: Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal. Son betas, pero se sienten alfas. Una ya lo ha sido en Toledo y comienza a buscar los apoyos necesarios para suceder a su presidente.

El resultado es una pequeña guerra civil. Guerra civil que tiene lugar mientras Rajoy se autoexilia. Aparece entonces un chimpancé junior que no duda en convertirse en joven alfa, con todo el tiempo por delante. O al menos así lo pensó él. Porque lo que no estaba en el guion es la aparición de una impetuosa hembra alfa como Isabel Díaz Ayuso, una amazona de derechas sin complejos. Una moderna Talestris, la reina a la que los griegos vieron como aspirante al amor de Alejandro Magno.

El actual presidente del Gobierno, que sin duda ha leído los dos episodios que Boccaccio dedica a las amazonas Lampedo y Marpasia, coloca de beta cortafuegos a una experimentada conocedora de las costumbres y los usos tribales del socialismo como es Carmen Calvo.

También deja que haga méritos como aspirante María Jesús Montero, sabedor de que esta buscará alianzas, pero siempre que él renuncie primero a competir.

Hoy se ven en Podemos hembras alfa o amazonas guerreras que han conquistado el poder a distintos niveles

Su jugada maestra, con la que cree controlar al grupo y las ambiciones del resto de los machos alfa de menor tamaño, como los de Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura y la Comunidad Valenciana, es crear su propio y singular beta: Iván Redondo, que es un primate ajeno a la tribu y que desaparecerá antes o después de su puesto privilegiado en el palacio de la Moncloa.

Si los cambios en los equilibrios de alfas y betas y entre machos y hembras se producían antes a lo largo de una o dos generaciones, el estallido del 15-M y la creación de Podemos aceleran todos los plazos. Pero el comportamiento de cánidos y primates sigue siendo el mismo, así como los rituales con los que los súbditos llegan a la máxima humillación, que es convertirse en omegas, el último escalón de la especie.

Cuando el equilibrio de poder inicial entre Pablo Iglesias e Ínigo Errejón empezó a cuartearse, se produjeron dos fenómenos que explican lo que ha ocurrido esta primavera.

Primero salieron de la manada todos aquellos que creían estar en una democracia plebiscitaria en la que el jefe se limitaba a cumplir con los acuerdos que se adoptaban en grupo. Equivocación grave. Estos fueron expulsados o exterminados, porque sólo existe un líder.

Es más interesante la situación que se plantea a nivel femenino. Hoy se ven en Podemos hembras alfa o amazonas guerreras que han conquistado el poder a distintos niveles. Las hay en las Autonomías, desde las islas Baleares a Navarra, pasando por Barcelona, hasta llegar a la Andalucía de Teresa Rodríguez, una vez sacrificada Susana Díez por su propia manada socialista.

Aparece así en la izquierda un triunvirato de mujeres. Una fórmula que siempre ha fracasado entre varones. Ione Belarra, Irene Montero y Lilith Verstrynge ya están al frente de 35 diputados en el Congreso y deben afrontar la recuperación de un territorio político que el dimitido macho alfa de su grupo ha perdido poco a poco.

Debe recordarse que Heródoto las llamó andróctonas. Que quiere decir “asesinas de hombres”.

*** Raúl Heras es periodista.

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