Asistimos estos días a una polémica más sobre educación. La de la supuesta devaluación del conocimiento que se producirá si se abandona el modelo que, con retoques, ha imperado en España durante ocho décadas. Es decir, desde que, tras la Guerra Civil, José Pemartín, director general de Enseñanzas Medias, aniquilara la Institución Libre de Enseñanza e impusiera lo que la Alta Enseñanza debía ser.

Como directa y devastadora consecuencia, una enseñanza digna de llamarse Alta no ha vuelto a existir en España. Las sucesivas leyes orgánicas aportaron pocos cambios. Alarmantemente pocos, vista la evolución del mundo.

Cierto, ya no se recitan los reyes godos. Pero todo sigue siendo memorístico en esencia. Las únicas innovaciones significativas se deben al Bachillerato Internacional.

En otros sitios se lleva mucho tiempo trabajando de manera diferente. Véase el contraste entre lo que se exige aquí y lo que se busca fuera: “Los estudios universitarios consisten en abordar nuevos problemas académicos cada día. No es sólo cuestión de conocimiento, sino de adecuadas habilidades analíticas y flexibilidad, y lleva tiempo y práctica desarrollarlas” (doctor Andrew Bell, profesor del University College de Oxford).

Cada vez hay más ocupaciones distintas. Cada vez más, la automatización y la inteligencia artificial harán más necesario el análisis y la creatividad que apliquen el conocimiento a la generación de nuevas oportunidades. Y para desarrollarlas no sirve exigir repeticiones.

Los adultos debemos desaprender nuestra costumbre de un temario predefinido

Una pléyade de organizaciones internacionales públicas y privadas, como el Foro Económico Mundial, reclaman una educación actualizada. El Centro Común de Investigación de la Comisión Europea y la Oficina Internacional de Educación de la Unesco han definido similares marcos competenciales para la educación preuniversitaria. ¿Todos están equivocados?

Se trata de que los alumnos adquieran “la capacidad evolutiva de movilizar interactivamente y usar éticamente información, datos, conocimiento, habilidades, valores, actitudes y tecnología a fin de participar de manera efectiva y actuar en contextos variados del siglo XXI para alcanzar un bien individual, colectivo y global” (Future competences and the future of the curriculum, Unesco).

Los adultos debemos desaprender nuestra costumbre de un temario predefinido siguiendo el viejo aforismo español: para hacer tortilla hay que romper huevos.

Sí, los alumnos adquirirán menor cantidad de hechos triviales y datos descontextualizados. Y aumentará su conocimiento contextualizado, con las habilidades necesarias para ser aprendices autónomos toda su vida.

He aquí algunos posibles enfoques.

Lengua, literatura, idiomas

Todo profesor es enseñante de lengua. Debemos prestar extrema atención a la expresión oral y escrita de los alumnos en los diferentes idiomas. Si escriben rica y correctamente, usando siempre el registro lingüístico adecuado. Si hablan con ritmo, tono y prosodia apropiados. Si saben explicar, narrar y debatir.

Si usan un vocabulario amplio y una gramática correcta, entonces los objetivos lingüísticos están alcanzados. Si lo hacen mientras llevan a cabo actividades significativas, relacionadas con las diferentes asignaturas, entonces cultivamos también las competencias.

Ensayo, teatro, poesía, novela, diálogo

Versan siempre sobre temas humanos. Cualquiera puede vincularse, de modo transversal más o menos directo, a distintas obras de la literatura universal. Hacer que los alumnos escojan una y discutan sus hallazgos, o cómo diferentes épocas perciben e interpretan los mismos hechos, es un modo distinto y mucho más eficiente de involucrarlos en la lectura que los títulos obligatorios o las pruebas aprobadas mediante resúmenes descargados de internet.

No leerán todos los mismos libros (de adultos nunca lo hacemos) ni aprenderán títulos de memoria. Gozarán de literatura y discusiones, desarrollando la competencia de enriquecer sus vidas y de interpretar, valorar y analizar lo que leen. Quizá participando, cada año o cada dos, en una interpretación escénica.

Matemáticas

Cualquier móvil puede resolver ecuaciones cuadráticas manuscritas e integrales, o calcular distancias, áreas y volúmenes. Tenemos toda suerte de sensores que nos permiten obtener datos a tiempo real. Vivimos rodeados de inteligencia artificial y en las fronteras de la computación cuántica.

Necesitamos revisar muy profundamente estos estudios, en contenidos y método, a la luz de las necesidades que nuestros alumnos tendrán y los recursos actuales. Que hagan cálculos estadísticos de la clase o de diferentes lugares. Geométricos, sobre superficies boscosas en mapas digitales. De cónicas, imprimiendo en 3D un espejo parabólico y midiendo la temperatura alcanzada.

Ciencias

Pueden estudiar contextualmente constantes vitales, sexualidad y reproducción o dieta según renta preguntando datos en mercados. Clima y habitabilidad (escalas de temperatura). Nivel de ruido (sonido). Consumo (metales, petróleo y sus propiedades) y materia (elementos y compuestos).

Humanidades

Hemos estudiado gobernantes, batallas y conquistas con enfoques nacionalistas y escasa atención al individuo o a la generación de conocimiento y progreso.

Debemos centrarnos en lo común a la humanidad, el horror de las guerras, la vida en las diferentes sociedades, los factores de ascenso y declive de las culturas, las civilizaciones y las religiones. Los alumnos deben extraer aprendizajes para construir un mundo mejor, tomar protagonismo y contemplar diferentes posibilidades para sus vidas.

Artes

Necesitan entender el arte y expresarse con medios y lenguajes artísticos. También, relacionar las artes con los demás aspectos de sus vidas y con los temas que están analizando: piezas de diferentes tiempos y lugares junto a su propia expresión artística.

Educación física

Deben entender la importancia de cuidar cuerpo y mente, y las interrelaciones de consumo, hábitos, salud y vida en sociedad. Valorar el bienestar físico y emocional, personal y colectivo, y promoverlo.

Tecnologías digitales

Programar será mucho más relevante para nuestros alumnos que resolver raíces cuadradas a mano. Pilotar un dron y usar creativamente mapas digitales y realidad virtual, más relevante que los mapas impresos. ¿Es caro? Mucho menos que no entrenarles para su progreso.

La cuestión crucial es: ¿cuáles son los modos relevantes en que los alumnos deben probar que movilizan de forma interactiva y usan éticamente el conocimiento, participando de manera efectiva para lograr un bien?

O en otras palabras: ¿cómo vamos a lograr que los españoles del futuro ideen y materialicen proyectos de impacto real?

Porque no basta con que Ataúlfo, Sigerico o Witiza no reinen memorísticamente en las aulas. Es que debemos aspirar a repetir la hazaña de Santiago Ramón y Cajal y a engendrar nuestros propios Tesla y SpaceX.

*** Luis Rey Goñi es director del Colegio Internacional de Sevilla San Francisco de Paula y miembro del Consejo de Fundación del Bachillerato Internacional.

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