Fíjense en la foto. En la perspectiva. En donde sabe el poeta que está el objetivo y por eso mira hacía un vacío que le devuelve el eco. Porque a Pablo Hasél, con menos lecturas que el brujo de Lledoners, se le presupone un García Lorca a la sombra de los Pirineos. Lorca era burgués de pueblo, Hasél también muy provinciano; donde en uno había animalitos dulces y líricos en el otro hay rimas malas. Uno vio a Mariana Pineda en su imaginario de héroes y el otro, ay, a Alfon. Quizá en la temática de la Benemérita puedan coincidir, pero Hasél ni tiene oído, ni tiene vergüenza, ni poso cultural.

Porque yo quería hacer la foto cachonda y judía (soy medio judío, capillita y canallita) de la valkiria teen que entrevistó Ondarra frente a tibios y troyanos (sic). Pero el patio no está para madrigales librescos ni para limpiar la diarrea mental de una que sabe de la División Azul lo que le cuenta el librero viudo y tuerto de los grandes almacenes de mi barrio. Para eso está Forocoches, que hierve, rijoso, con el nacionalsocialismo naif de la tal Medina Peralta.

Eso, más lo que la rubita busca por su cuenta, que es poco y malo (y hay qué ver lo bien que el azul les sienta bien a estas lolitas que no saben donde andan los Sudetes ni la moral, pero sí las puertas del circo de Jorge Javier). El fascismo ha descubierto la imagen: que descubran el humanismo les llevará tiempo y dos glaciaciones.

Pero no caigamos en el engaño, y vayamos a Hasél, con los Mossos con porras de goma y media Lérida aclamando a un botarate en una Universidad donde te licencian -como en todas- en naderías. Y España ardiendo por un hombre incapaz de una rima pura. Los indepes necesitaban a un mártir y uno le salió fraile y gourmet, otro prófugo en el maletero y algo debían de escoger los buenos buerguesitos de Urquinaona para decir eso de que el Estado (quién carajo es "Estado" ) oprime la libertad de expresión.

Reventaron Barcelona y tomé vermut mientras limpiaba mi bicicleta y pensaba en Baldomero Espartero, que son cosas que suelo pensar para nuevo libro. Empezaron a reventar mis calles madrileñas -como en el poema de Niemöller- y fui allí, que soy hombre de acción a pesar de la fama.

Lo que sé es que por rabia oriné en un contenedor ardiendo en la esquina de Arenal, que olía a plástico quemado. Que esa juventud creadora de Hasél y de Alfon quemó cajeros y robó una caja registradora; reparto equitativo y sororitario y al modo del Lute con sus hermanos. Pero ya digo que es mi experiencia como reportero que se sale del contenido de esta foto, que no es mía, y que viene y no viene a cuento. Huelga decir que me lastimé un pie y que la policía me dijo que vaya otro día calentito con casco y con peto marillo: como al Grand Prix de Ramón García.

Volvamos al retrato. Pablo desafía, lleva pijama y convenció a los muy cafeteros de que le hicieran una barricada hipotensa con aprobados por la causa y por las gónadas. La causa quería un mártir y en Salamanca ha visto uno gente más valiente en los bares que tienen planta alta en la Plaza Mayor. Hasél, como la Evita Braun trendy, son la generación que hemos dejado y por la que merece la pena la cicuta generalizada en el Wanda o en los recintos que se habiliten.

Pero uno, escolástico, sabe que al lagarto hay que someterlo a la exégesis, que es ejercicio mental que limpia los malos humores; lean. Hasél hace la lucha armada que puede, pero lo peor son las hordas que salen a quemar papeleras, a robar cajas registradoras y a meterle más miasma a una España de por sí bolivariana.

En la foto no cabe Echenique, perejil de todas las salsas, violento y jotero y amante de los colosos en llamas. Porque Podemos quiere disimular el agua del chalet con el fuego pestoso del plástico quemado. Y por ahí tenemos que ahora Hasél es un mártir que, bien mirado, tiene como un aire a Oriol Junqueras antes de hablarle de tú al lazo amarillo de su Espíritu Santo.

Lo que sé es que en cuanto abran las fronteras habrá que salir de este corral infame. Quizá a Noruega, a Marte o a una catacumba en Peñafiel con vino y con amantes.

A Hasél le espera una cárcel donde aprender Urbanidad, Higiene, y las virtudes salvíficas del afeitado y del solfeo. Que los volubles dioses le sean propicios. 

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