Cuando en 1989 se planteó la refundación de Alianza Popular en el Partido Popular el objetivo era claro. Se buscaba crear una gran formación de centro-derecha que aglutinara a las familias ideológicas que no se sentían identificadas con la izquierda, con el propósito de crear un gran partido con capacidad de ganar las elecciones al entonces hegemónico PSOE.

El resultado fue evidentemente positivo. Liberales, conservadores y democristianos convivimos desde hace muchos años bajo el paraguas del PP, que con el denominador común de una serie de principios inquebrantables (defensa de la unidad de España, apuesta por la economía de mercado, promoción de la libertad individual y respeto a las tradiciones) encontramos sustento en una formación política que, si bien es heterogénea, representa nuestros ideales de una forma solvente y directa.

Desde entonces hemos vivido cuatro legislaturas en Gobierno y otras tantas en oposición. Nuestra gestión ha provocado el milagro económico español en dos ocasiones, en las que nuestro país pasó de la ruina socialista a la vanguardia competitiva gracias al esfuerzo de los españoles y a la determinación política de nuestros presidentes.

Hemos generado avances sociales de gran calado, hemos liderado reformas estructurales y nos hemos enfrentado al terrorismo y al independentismo.

Nos debemos sentir orgullosos de nuestra herencia, de lo que somos y representamos y, sobre todo, de haber hecho siempre lo mejor para España y los españoles.

Desde hace tiempo, muchos militantes llevamos reclamando más política para ilusionar al electorado 

Pese a ello, desde hace unos años nuestra formación, probablemente por necesidad, ha priorizado lo urgente frente a lo importante. Ante una situación económica devastadora, el Gobierno de España y gran parte de los Ejecutivos autonómicos y locales han entendido que era el momento de la gestión y, por ende, el debate ideológico debía esperar.

Se ha hecho un esfuerzo ingente por recuperar el bienestar de las familias y la solvencia de las empresas, pero, durante ese proceso, se ha descuidado el planteamiento de qué tipo de proyecto queremos para España más allá de su estabilidad económica.

Formamos parte de un partido nutrido de excelentes gestores, pero, ¿tenemos claro todos hacia dónde queremos llevar a nuestro país? ¿Sabemos qué línea ideológica debe marcar el futuro? ¿Cuál es nuestro proyecto para España? Y, por lo tanto, ¿cómo debemos afrontar los nuevos retos de país? Desde hace tiempo muchos militantes y cargos públicos llevamos reclamando que para ilusionar al electorado hace falta más política. 

Tenemos que saber qué opinamos sobre los temas de actualidad que preocupan a la sociedad española, algunos tan concretos como el futuro de las empresas tecnológicas o el blockchain; pero otros de más calado estructural o institucional, como el modelo de Estado, la reforma educativa, el tratamiento a las lenguas cooficiales, el respeto a las tradiciones cristianas en las Administraciones Públicas, la lucha contra la corrupción, o el papel de España y sus aliados en un entorno global.

Es la hora de apostar por una definición sin ambigüedad de ideas, de proyecto, y de planteamiento

Tras la renuncia del presidente Rajoy, al que nunca dejaremos de estar agradecidos por haber devuelto al país al lugar del que nunca mereció salir, es tiempo de que el Partido Popular acometa no sólo una renovación de caras y equipos, sino también que se rearme ideológicamente ante los desafíos que plantea la sociedad española. Cualquiera de los candidatos que suena como posible presidente es una garantía de estabilidad y buen hacer político, así que el liderazgo no será un problema para nuestra formación.

Sí puede serlo, por el contrario, que no aprovechemos esta circunstancia extraordinaria que nos proporciona el próximo congreso para decidir qué tipo de partido y de país vamos a querer en el futuro. Tengo clarísimo que, si a algo no hemos dado la importancia necesaria durante los últimos años, ha sido a no apostar de manera más decidida y contundente por los principios que convirtieron a nuestro partido en el referente absoluto de todos aquellos que creen en España y en la libertad.

Es la hora de apostar por una definición sin ambigüedad de ideas, de proyecto, y de planteamiento. Una definición clara que nos permita mantener un mismo discurso en todos los territorios españoles. Yo, por mi parte, al igual que he hecho siempre, defenderé que el liberalismo debe ser el eje central del Partido Popular, que la defensa de la unidad de España debe enfocarse desde la óptica de no ceder ni un solo milímetro de concesión al nacionalismo, que debemos apostar por más libertad económica, mejorar la financiación territorial, blindar nuestras tradiciones culturales, asentar nuestros posicionamientos sobre memoria histórica, educación meritocrática, familia o tecnología y, por encima de todo, que no debemos tener miedo a hacer política en un entorno en el que nuestro futuro como país está, una vez más, en jaque por culpa del socialismo y el independentismo.

Pido, en definitiva, que volvamos a ser el Partido Popular ilusionante por el que tantos de nosotros nos afiliamos hace años. Por nosotros, por nuestro futuro y, sobre todo, por España.

*** José Ramón Bauzá Díaz, senador por Islas Baleares, fue presidente del Govern balear (2011-2015).