En On the move, Oliver Sacks escribió el que posiblemente fuera su libro más complicado de elaborar de entre las numerosas obras que publicó. En él, el neurólogo británico reconstruyó su apasionante vida, con sus fracasos y sus conquistas, incluyendo, también, la revelación a sus padres de su homosexualidad.

Su madre le acusó de ser “una aberración” y la vida de Sacks se convirtió en otra. No tuvo una pareja hasta los 77 años, cuando se enamoró de Bill Hayes, quien le acompañó hasta su muerte en 2015.

Como Sacks, Ramiro Calle también es un buscador. De los ángulos muertos en la vida; del amor y sus huellas; del horizonte más lejano, más turbulento, más enriquecedor. Allí, donde se encuentra la máxima manifestación de la existencia, es donde los dos pensadores han querido que transcurriera la mayoría de sus días. En ese lugar en el que la vida es fuego, y uno se quema felizmente. Porque duele, pero es el tipo de tormento con el que se forja la evolución de los individuos con inquietudes profundas. Cuando ellos las alcanzan y superan, de algún modo nos lo ponen más fácil a los demás, como si su progreso también fuera el nuestro.

Ramiro Calle ha escrito, como Sacks, su libro más difícil, y sale hoy a la venta. En El viaje de mi vida (Kailas, 2021), el hombre que introdujo la práctica del yoga en España detalla, con pasión y honestidad, los aspectos menos conocidos de su asombrosa vida. Su historia se erige sobre los pilares de un conocimiento que, en su incansable búsqueda, le han aportado personajes de la talla del XIV Dalai Lama Tenzin Gyatso, el misionero jesuita Vicente Ferrer o el sadhu Babaji Sibananda, con quienes tuvo encuentros recurrentes. Pero también frecuentó a numerosos sabios, faquires y eruditos, muchos anónimos, con los que ha explorado las últimas esquinas del tiempo terrestre, y del otro, en su centenar de viajes a la India.

También, por supuesto, aparecen en esta autobiografía las mujeres que ha amado, así como los hombres importantes en su desarrollo intelectual y emocional, como su hermano Miguel Ángel o muchos de los alumnos que han pasado, y han sido cientos de miles, por su centro Shadak, que abrió en 1971. También su confidente, compañero, amigo, fuente de inspiración e hijo espiritual, su gato Emile.

En unos días comienza la Feria del Libro de Madrid más singular por la época del año en la que se produce y por las restricciones que genera la pandemia. Es un buen momento para apoyar la única APP que potencia la capacidad mental; la única serie que protege las conexiones neuronales: la lectura. Especialmente, con libros como el que ha escrito Ramiro Calle.

Otro sería Awakenings, la historia que inspiró a Robin Williams y a Robert De Niro en el filme Despertares, que relata los esfuerzos de Sacks por ayudar a las víctimas de encefalitis letárgica. Calle, en un giro extraño de conexión con el neurólogo inglés, estuvo a punto de morir por una encefalitis hace pocos años.

Hay quien dice que fue un milagro lo que entonces le salvó. Es posible. Su vida, tan larga y tan fructífera, bien merece un milagro de cualquiera de los dioses. Ahora, se la ofrece a los lectores en un nítido viaje por las avenidas más emocionantes y seductoras que ha construido en sus casi 80 años.

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