1.  Gana el nacionalpopulismo. Los partidos independentistas superaron por primera vez el 50% de los votos en una elección en la que casi media Cataluña se quedó en casa. Por otro lado, Vox apuntó el avance más acusado, obteniendo más escaños (11) que Ciudadanos (6) y PP (3) juntos. Los partidos del espectro liberal (PSC, Ciudadanos y PP) sólo han sumado 42 de los 135 escaños, menos de un tercio.

2. La fractura constitucionalista. De la victoria histórica de Inés Arrimadas, que logró 36 escaños en 2017, solo quedan seis. Los votantes que ha perdido la formación naranja han ido en su mayoría al PSC, pero una parte no desdeñable se ha pasado a Vox. Si hace tres años el centro logró aglutinar la esperanza constitucionalista, ese voto está hoy dividido en polos enfrentados. La fractura del constitucionalismo aleja la posibilidad atisbada en 2018 de articular una suma netamente opuesta al nacionalismo.

3. Una España bipolar. La fuga de votantes naranjas y el auge de PSC y Vox ofrecen una imagen que puede extrapolarse fácilmente al conjunto de España: el centro ha desaparecido y los resultados refuerzan el antagonismo de bloques que favorece a Pedro Sánchez y a Santiago Abascal. La tarea de Ciudadanos es ardua por razones endógenas y exógenas. La inercia electoral descendente en un partido relativamente joven y no consolidado es difícil de corregir, y los errores políticos han lastrado la credibilidad de la formación. Pero, además, el centro parece haberse vaciado por causas que trascienden el papel de Ciudadanos. El momento polarizador se cronifica.

4. El efecto Illa: la importancia de abrir telediarios. El buen resultado del PSC demuestra el carácter atípico de la crisis que vivimos. El ministro de Sanidad en una pandemia que ha dejado 85.000 muertos y la mayor ruina de Europa ha ganado las elecciones. Dos claves explican su éxito: la percepción de la crisis como exógena y global diluye la atribución de culpas. Además, los responsables políticos no sólo no están siendo castigados por la gestión de la pandemia, sino que se ven beneficiados por disponer del foco mediático en régimen de casi monopolio.

5. ¿Dónde está Pablo Casado? El gran damnificado de la concentración de la atención en el Poder Ejecutivo es el líder de la oposición. Pablo Casado no sólo encuentra dificultades para hacerse notar en un momento en que el Gobierno acapara el foco y el Parlamento ha perdido su papel fiscalizador con ocasión del estado de alarma. Además, la mayor visibilidad de los Ejecutivos ha lanzado a otros líderes de su partido con mando en centros de poder. Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida le hacen sombra y el pésimo resultado del PP en Cataluña no hará sino debilitar aún más su precaria situación.

6. Pedro Sánchez sigue ganando. La victoria del PSC puede leerse como una victoria personal del presidente. Que Illa no sea finalmente capaz de formar gobierno y de construir una alternativa real a la hegemonía nacionalista carece de valor si las elecciones catalanas se interpretan como una batalla en una guerra mayor que se disputa en el tablero nacional. Con la victoria de uno de sus ministros, Pedro Sánchez refuerza su posición y maximiza sus opciones, al tiempo que ve reducirse las de sus rivales.

7. La trayectoria menguante de Podemos hace de los de Pablo Iglesias un rehén del Gobierno de coalición. El despunte de Vox perjudica a la derecha moderada que estaba llamada a plantear una alternativa al sanchismo; y el buen resultado de Illa en Cataluña permite al PSOE negociar con sus socios independentistas desde una posición de fuerza. En resumen: hay Sánchez para rato.

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